La materia orgánica es el desecho más abundante del cubo de basura (entre el 30% y el 40% del total de los residuos). Pero también es el que peor se separa en origen y, por tanto, el que peor se recicla. De ahí la llegada del quinto contenedor, el marrón, para mejorar el tratamiento de esta fracción.
Si la orgánica sí se aparta correctamente y se mantiene libre de elementos impropios puede reutilizarse y convertirse en abono para la agricultura o en biogás. En caso contrario, los restos orgánicos acaban en vertederos donde fermentan y producen metano, mucho más dañino para la atmósfera que el dióxido de carbono.
Pero de momento queda mucho camino por recorrer. En España solo se recicla el 36% de la basura urbana que se genera, según Eurostat. Hay que ponerse las pilas para cumplir con los objetivos de la Unión Europea: reciclar un 55% de los residuos antes de 2025 y un 65% en 2035. En este contexto, no queda otra que incrementar la recogida selectiva de residuos, pero algunas localidades se esfuerzan más que otras.
Para cumplir con los objetivos europeos, cada ayuntamiento escoge su estrategia, ya que la gestión de residuos es competencia municipal. Es llamativo que los planes de las dos ciudades más pobladas de España, Madrid y Barcelona, son muy diferentes. En el caso de la capital, el Ayuntamiento está terminando de implantar el contenedor marrón (al distrito Centro aún no ha llegado). En cambio, Barcelona instaló hace más de diez años su primer cubo para materia orgánica, en 2009. Dos velocidades muy diferentes de una ciudad a otra.
Tanto es así que desde la Ciudad Condal consideran que los contenedores tradicionales, abiertos 24 horas y sin registro de los usuarios, ya no sirven. Barcelona busca sistemas alternativos al clásico cubo de reciclaje para seguir mejorando sus cifras. Algunos ejemplos: la recogida puerta a puerta o bonificar parte de la tasa de residuos a las personas que reciclen bien. En cambio, en Madrid se siguen incentivando los cubos tradicionales con la campaña Acierta con la orgánica.
Para Carlos Arribas, portavoz del área de residuos de Ecologistas en Acción, no hay duda de que el plan de la capital, que se limita a introducir un contenedor más, está condenado al fracaso. "Es esencial romper con el anonimato del contenedor tradicional", apunta este experto. Coincide Marian Lorenzo, responsable de recursos naturales y residuos de la ONG Amigos de la Tierra. "Es un primer paso, pero no es eficiente", reflexiona sobre los nuevos contenedores marrones de la capital.
El puerta a puerta
"El sistema que está comprobado que es más eficiente es la recogida puerta a puerta, un sistema ampliamente extendido en Cataluña", explica Lorenzo. En Barcelona se practica en el barrio de Sàrria desde febrero de 2018. Desde entonces, se ha triplicado la recogida selectiva, que ha pasado del 19% a un 55,5%. Además, la recogida de materia orgánica es de gran calidad, solo con un 2% de impurezas, según datos del Ayuntamiento.
Un modelo que también siguen con éxito en Bélgica, que tiene una de las mejores tasas de reciclaje municipal de la UE (un 54,6%). "Es lo más efectivo, porque obliga a separar en el hogar. Se establece un calendario de recogida, cada día una fracción. Si no lo haces correctamente, no te recogen la bolsa. Te van dando avisos y si no haces caso, finalmente te multan", explica el experto en residuos de Ecologistas.
Además, en Cataluña hay más de 200 municipios que practican el puerta a puerta. Según los ecologistas, este sistema favorece la separación en origen, la recogida de más cantidad de residuos valorizables y de muy buena calidad y reduce la cantidad de la fracción resto, que no se puede reciclar, y que acaba en vertederos. La UE establece que en 2035 solo un 10% de la basura urbana podrán acabar en vertederos.
Los datos también avalan los planes de Cataluña. Es la comunidad autónoma con mejores resultados en la reutilización y reciclado de los residuos domésticos, supera el objetivo del 50% marcado por Europa, según la última memoria del Ministerio de Transición Ecológica. Le siguen Comunidad Valenciana, Navarra, La Rioja y País Vasco. Este último con el porcentaje más alto de toda España de reciclado procedente de la recogida separada. Mientras, la Comunidad de Madrid se encuentra en la cola, con un 17%. Esto se debe, en parte, a una baja valorización de la materia orgánica.
El contenedor cerrado
El segundo sistema más efectivo para la recogida selectiva es el contenedor marrón cerrado. "Si es abierto, como los de Madrid, cualquiera puede meter residuos", reflexiona Lorenzo. Lo ideal es un sistema electrónico que permita a cada ciudadano abrir el contenedor con una llave o una tarjeta. De esta forma, el usuario está identificado cada vez que utiliza el cubo, lo que incentiva la separación adecuada.
El experto de Ecologistas cuenta que San Sebastián instaló contenedores abiertos a todo el mundo y los tuvo que echar para atrás. Ahora, para abrir el cubo marrón en la ciudad vasca es necesaria una tarjeta, que lleva asociados los datos personales del usuario. Un sistema que también utilizan en Pamplona, localidad que además fomenta la elaboración de abono casero.
Y, ¿se descartan las multas a aquellos vecinos que reciclen mal? En el caso de Madrid, la Ordenanza de Limpieza de los Espacios Públicos y Gestión de Residuos contempla multas de hasta 750 euros para quienes que no separan bien, al igual que en la norma de Barcelona. "La sanción no parece el camino más adecuado. Optamos por insistir en la comunicación o por ejemplo, en los incentivos por reciclar", apuntan desde el Consistorio catalán a este diario.
"En cambio sí que se inspecciona a las empresas, se abren expedientes por no reciclar. Generan mucha más cantidad que la ciudadanía, obtienen un beneficio económico, etc. Y ciertamente también es más sencillo acreditar que no lo hacen", añaden las mismas fuentes del ayuntamiento catalán.
Los ecologistas tampoco consideran las multas en primera instancia un mecanismo eficiente y justo. Supondría movilizar policías o inspectores de Medio Ambiente que revisaran los contenedores de las comunidades de vecinos. "Un estado policial no es lo deseable", apunta Arribas. En cambio, con el puerta a puerta se personaliza la actividad, se pueden dar avisos a aquellos que incumpla y, si no responden, proceder a la sanción.
Bonificar al que recicla bien
En lugar de las multas a priori, desde Amigos de la Tierra apoyan una reducción de la tasa de residuos municipal a aquellos que separen bien. "Se debe pagar por lo que se genera. Si separas bien, la fracción de restos (la que va al vertedero) se va reduciendo. No es lógico que todo el mundo pague lo mismo", apunta Lorenzo.
En el sistema puerta a puerta, con códigos de barras en las bolsas de cada vecino, se puede ver qué cantidad se genera y de qué fracción de basura, y aplicar las bonificaciones. "La sanción debe ser el último recurso. Si se ponen a disposición del ciudadano los medios y no se utilizan, entonces sí. Y la sanción debe ser alta. Pero antes, quedan muchos pasos por dar (por ejemplo en Madrid) y no recaer siempre en que el ciudadano pague", sentencia la experta.
A los reacios a la idea de que su basura pueda ser rastreada a través de un chip o un código de barras, Lorenzo explica que de ningún modo el objetivo es fiscalizar, sino ser más eficientes, tener cifras reales de la generación y recuperación de los materiales.