Sólo unas horas después de estrenar el 2024, un fortísimo terremoto ponía a Japón en alerta de tsunami. Según explica la Agencia Meteorológica de este país en su página web, el seísmo ha alcanzado la magnitud de 7,6 en la escala de Richter y ha tenido su epicentro en la península de Noto, en la prefectura de Ishikawa. Esta región se encuentra en la zona central del país, pero el temblor, que se detectó a las 16:10 —las 08:10 en España—, se ha podido sentir de norte a sur.
Diez minutos después, se dispararon las alertas por tsunami por toda la costa occidental del país y obligaron a evacuar a la población costera de hasta cuatro prefecturas. Las olas más grandes que se han observado durante esta jornada han tenido lugar en el puerto de Wajima, en Ishikawa, donde han llegado a medir 1,2 metros. A pesar de ser olas de gran tamaño y que la región de Ishikawa ha recibido múltiples daños, afortunadamente no se han cumplido las primeras expectativas de llegar a presenciar olas de cinco metros. Los servicios de emergencia han advertido de derrumbamientos de edificios -en uno de los cuales ha muerto un hombre, según The Guardian-, cortes de energía e incendios, además de colapsos en las líneas para pedir ayuda.
Corea del Sur y Rusia también han advertido a las poblaciones de sus territorios cercanos al epicentro del terremoto para que se mantengan alejadas de la costa mientras dure la alerta. En Japón no había vuelto a tener lugar una alerta de tsunami de estas características desde el año 2011, cuando un terremoto de magnitud 9 en la escala Richter desembocó en un incidente en la planta nuclear de Fukushima y terminó por causar casi 20.000 víctimas mortales. El recuerdo de aquel accidente ha estado presente en los eventos de este lunes.
Cinturón de Fuego
El archipiélago que forma el país de Japón se encuentra situado encima del Cinturón de Fuego del Pacífico, una franja que rodea este océano y presenta una altísima actividad volcánica y sísmica: en esta zona es donde se producen el 80% de los seísmos del planeta. En esta franja confluyen las placas Euroasiática, Filipina, Norteamericana y Pacífica. Y tal y como explica el Ministerio de Exteriores, Japón se sitúa en la confluencia de las cuatro. "Los terremotos se concentran en los límites de las placas y tan sólo a 50 kilómetros del sur de Tokio, la zona más poblada del país, se sitúa el límite entre la placa Norteamericana y la Euroasiática", explica la Agencia SINC.
"Precisamente en este límite es donde se produce uno de los mayores movimientos de las placas tectónicas en la Tierra", explica esta agencia. Cuando estas placas tectónicas chocan, rozan o se deslizan entre ellas se acumula una gran tensión en estas zonas. En la zona de Japón, de hecho, suele producirse un fenómeno de subducción entre las placas y la energía que produce se libera en forma de onda sísmica. Estas ondas producen los terremotos y estos, a su vez, los tsunamis.
Además de las fallas y, muy relacionadas con ellas, Japón es un país con una altísima actividad volcánica. De hecho, el pasado mes de noviembre el país nipón observó el nacimiento de una nueva isla de unos 100 metros de diámetro surgida del mar a raíz de la explosión de un volcán submarino. Este volcán, que no tiene nombre, está situado a tan sólo un kilómetro de la costa sur de Iwo Jima. De todas formas, debido a su composición de cenizas y rocas, los expertos adelantaron que no duraría demasiado tiempo en la superficie.
Un triste recuerdo
Japón, un país acostumbrado a los temblores por su posición geográfica, vivió en marzo de 2011 su terremoto más poderoso. Este fenómeno llegó a tener consecuencias en todo el mundo: produjo un desplazamiento de 17 centímetros en el eje de nuestro planeta y aceleró la rotación terrestre. En aquella catástrofe se llegaron a observar olas de hasta 10 metros de altura y, de hecho, fueron estas las que propiciaron el accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi. La estructura de esta central soportó el terremoto inicial.
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"Cuando llegó la inundación, la muralla antitsunami construida para proteger la central contra sucesos de este tipo era demasiado baja para impedir que el agua del mar entrase en la central", explica la página web del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). "La fuerza del agua destruyó algunas de las estructuras, y se inundó la sala del grupo electrógeno diésel —que estaba construido más abajo y más cerca del nivel del mar que otras centrales del Japón— afectando a las unidades 1, 2 y 3".
El pasado mes de agosto Japón comenzó a verter al mar las aguas residuales de esta central como parte del plan para desmantelar la central de Fukushima Daiichi, que quedó devastada. El vertido de estas aguas se irá haciendo de manera progresiva durante décadas, una decisión controvertida que cuenta con el respaldo de la OEIA. En el terremoto de este lunes, por suerte, no se han tenido que lamentar daños graves en centrales nucleares, la planta de Shika no ha presentado anormalidades en los niveles de radiactividad, tal y como se explica en este artículo de The New York Times.