Ataquines es un pequeño pueblo que se ubica en la provincia de Valladolid y que cuenta, revisando los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con una población de 554 habitantes y que se encuentra inmerso en la ruta que conforma la N-VI, y su término municipal llega hasta el Valle del Adaja, en el que se encuentra un acogedor y pequeño merendero que resulta ideal para jornadas soleadas.
A la entrada del municipio, un cartel anuncia donde estamos. Una localidad que presumía de contar, hace poco tiempo, con una vecina ilustre como Reyes Maroto, la que fuera ministra de Industria, Comercio y Turismo, que posteriormente se convertiría en la candidata del PSOE a la Alcaldía de Madrid.
El pueblo veía como, el pasado año, el Bar El Viaje bajaba su persiana por jubilación. Sin embargo, en julio de 2023, Félix Sanz Sarmentero, tomaba el testigo y comenzaba una bonita aventura que está cerca de cumplir un año.
Desde La Sepia aterrizaba en este establecimiento hostelero de Ataquines para dar un servicio indispensable a los vecinos del lugar.
Un emprendedor y un cambio de vida
“Me considero una persona emprendedora. Alguien normal al que no le gusta destacar. Un hombre tranquilo. Siempre he sido empleado, pero, desde hace 10 meses, sé lo que es hacer pedidos y entiendo que, si me falta alguna bebida, la culpa es mía”, asegura, entre risas, Félix Sanz Sarmentero.
Nuestro entrevistado, de 43 años y que suma 16 en el mundo hostelero, nació en Medina del Campo. Trabajaba en el conocido Bar La Sepia, en el centro de Valladolid. Lo hacía desde hace siete años, hasta que un domingo se fue a comer con su madre, a la que llevaba mucho tiempo sin ver, y su vida cambió.
“Fuimos al Restaurante San Roque y, en la mesa de al lado, estaban comiendo los padres de un amigo mío. Cuando se iban me preguntaron si quería un bar. Me explicaron que su amigo, que regentaba el establecimiento hostelero, se había jubilado y que lo alquilaba en Ataquines”, nos cuenta.
Tras esto, nuestro entrevistado se quedó pensando en lo que le acaban de ofrecer. Al finalizar la comida, le comentó a su madre de ir a ver el bar de Ataquines, El Viaje, se llama, y allá que se fue.
“Volví a trabajar el lunes y llamé a la persona que se jubilaba para quedar con él. Lo vi, y para delante. Además, se puede decir que ahora vivo en el propio bar, porque lo hago en la casa colindante”, nos explica.
Una aventura que afronta con ilusión
Félix vivió una infancia “normal” y “alegre”. Sin embargo, a los 15 años perdió a su padre por una enfermedad. A los 20 años tuvo que emigrar a Valladolid, desde Medina del Campo, para empezar en el mundo hostelero. Antes de en ‘La Sepia’ trabajó en otro conocido establecimiento hostelero de la capital como es ‘La Tasquita’. Allí le enseñaron desde cero, porque como él confiesa “no sabía poner ni una cocacola”.
Fue a últimos de julio de 2023 cuando cogió las riendas del Bar El Viaje de Ataquines. Después de completar los trámites burocráticos con los tediosos papeles y demás. Fue un viernes por la tarde de ese mes cuando abrió las puertas del lugar, tras tres meses cerrado, para abarrotarlo, de nuevo. Los vecinos tenían ganas de volver a su punto de encuentro.
“Mi bar se ubica en la calle San Pedro del pueblo. Lleva aquí más de 100 años. El anterior dueño lo llevó 45 años, pero era la tercera generación. Antes lo gestionaron sus padres y abuelos. Cuenta con una barra de 15 metros de largo y lo llevo yo solo, con la ayuda de mi pareja”, explica. “Cogí el timón de este barco con ilusión y, casi un año después, la tengo intacta”, presume orgulloso.
Una aventura complicada que Félix ve desde la mayor de las actitudes optimistas.
La sepia como protagonista, de Valladolid a Ataquines
“No puedo dar menús por el tipo de licencia que tengo. Los fines de semana hacemos algún rebozado y, como estuve siete años vendiendo sepia, la gente del pueblo me insistía en que la hiciera a la plancha. Cogí el guante y así lo hice. Ahora, la elaboro los sábados y domingos. Los vecinos de Ataquines ya no tienen que desplazarse hasta la capital para degustar esta especialidad”, añade Félix.
Los vecinos están pletóricos. Vuelven a poder entrar en un lugar con mucha historia del pueblo y, además, pueden beber una caña, un buen vino o un refresco y acompañarlo con una sepia que quita el sentido. Un auténtico lujo, vaya.
“Quiero estar aquí mucho tiempo haciendo lo que me gusta. Hay veces que me estreso, pero, aun así, me gusta mi trabajo. Veo un futuro lleno de felicidad, de conciertos y de música en directo. En invierno suelo programar algún concierto de flamenco porque me gusta mucho. Lo hago, también, para que la gente disfrute de un sábado diferente”, finaliza.
El objetivo de Félix pasa por ser feliz y hacer felices a los vecinos de Ataquines desde su Bar El Viaje.
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