Fotograma de 13 minutos

Fotograma de 13 minutos A contracorriente

Series y Más entrevista a Oliver Hirschbiegel

“Admitimos la culpa del nazismo e intentamos vivir con ella”

El director de 'El hundimiento' recupera la historia de Georg Elser, el carpintero que intentó matar al Führer y casi lo consigue. 

Javier Zurro
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8 de noviembre de 1939, el día que pudo cambiar la historia mundial para siempre. Trece minutos impidieron que una bomba acabara con la vida de Adolf Hitler. Un guiño cruel del destino, que salvó al dictador provocando la mayor barbarie de la historia de la humanidad. El héroe anónimo que estuvo a punto de conseguirlo fue Georg Elser, un carpintero de Wurtemberg que preparó minuciosamente un atentado en el que nada podía fallar.

A las 21:20 detonaría el artefacto situado en una columna de la Bürgerbräukeller, la cervecería de Munich en la que tuvo lugar el fallido golpe de estado de Hitler. Allí, para conmemorar este evento se reunía la plana mayor del nazismo: Joseph Goebbels, Hans Frank, Joachim von Ribbentrop, Philipp Bouhler y el propio Führer. La ocasión perfecta.

Estos discursos anuales de Hitler solían empezar a las 20:30 y terminar a las 22:00. Pero ese año fue distinto. Comenzó antes y poco después de las 21:00 horas ya estaba fuera. Trece minutos después la explosión causó la muerte de ocho personas. Ninguno era uno de los mandamases del partido nazi. A Elser lo detuvieron ese mismo día cerca de la frontera suiza y pronto lo vincularon con el atentado. Tras confesar estuvo preso en el campo de concentración de Dachau hasta 1945. Fue ejecutado 21 días antes de que Hitler se suicidara.

La increíble historia de este ebanista ha sido rescatada por Oliver Hirschbiegel en 13 minutos para matar a Hitler, el director de otra de las películas más importantes sobre la figura del dictador: El hundimiento. El alemán deja claro desde el principio que las dos películas son muy diferentes, ya que “esta no gira alrededor de Hitler”. “Habla sobre las zonas rurales alemanas. La idea era contar la vida de esos pueblos. El movimiento nazi se apropió de la realidad de ellos manchándola”, subraya.

Para Hirschbiegel hay una idea que sobresale por encima del filme: resistencia. 13 minutos habla de un héroe que se enfrentó a todos e intentó que una sociedad abriera los ojos. "En 1938 no existía la resistencia, todos los que estaban en contra del movimiento ya habían abandonado el país o por miedo se callaban. El único que hizo algo fue un ebanista sin importancia que fue un visionario, vio lo que se avecinaba, que ese movimiento nazi iba a llevar a Alemania y al mundo entero a la catástrofe”, explica a EL ESPAÑOL.

Georg Elser, pese a ser pacifista, tuvo que matar. Sabía que la única manera para evitar que avanzara el mal era asesinar a esa persona

La figura de Georg Elser le recuerda a la de personajes históricos como Juana de Arco, pero también a la de otros héroes modernos como Edward Snowden. “Él también dijo que no podía vivir sabiendo que se estaba mintiendo al pueblo y decidió hacerlo público a pesar de que podía terminar con su vida. Esner, pesar a ser pacifista, tuvo que matar. Sabía que la única manera para evitar que avanzara el mal era asesinar violentamente a esa persona”, cuenta el realizador.

Y es que, a pesar de que muchos vieron y permitieron las atrocidades que se cometían, sólo unos pocos se atrevieron a alzar la voz, una situación que Hirschbiegel cree que se debió a que la gente “no quería ver”. “Estaban preocupados de alimentar a sus hijos y pagar el alquiler. En Alemania había una situación económica muy mala y habíamos sufrido la humillación del tratado de Versalles. De repente el país resurge y tiene el ejército más potente del mundo entero, por eso este personaje es muy especial, porque fue capaz de ver la realidad”, argumenta.

Memoria histórica y fascismo

Mientras que en España vivimos aterrados por mirar al pasado y quejándonos porque no paran de hacerse películas de la Guerra Civil, en Alemania han afrontado lo ocurrido y no les preocupa tratar el nazismo constantemente en sus obras artísticas, para Oliver Hirschbiegel esto se debe a que la situación en España fue muy distinta, ya que se “enfrentaron dos bandos, hermanos contra hermanos”.

Fotograma de 13 minutos

Fotograma de 13 minutos A contracorriente

“En Alemania no hay heridas abiertas porque no hay heridas. No hubo resistencia. Alemania se enfrentó al mundo y derramó la sangre de los demás. Nosotros admitimos nuestra culpabilidad e intentamos vivir con ella de forma abierta”, zanja mientras añade que ve difícil que algo así ocurriera actualmente, ya que más que fascismo lo que ahora hay son “sistemas restrictivos de derechas que sólo se plasman cuando la gente les vota”. “No puedo llegar a imaginarme un levantamiento violento”, opina sobre el auge de partidos de extrema derecha en distintos países europeos.

Nadie sabe lo que hubiera ocurrido si Hitler hubiera muerto en aquel atentado. Muchos creen que el nazismo hubiera seguido su curso, pero Hirschbiegel tiene claro que se hubieran “salvado 50 millones de vidas”. “El movimiento era tan fuerte como el carisma de su líder. Todos los cabecillas estaban en ese momento con Hitler, sólo faltaban dos. A lo mejor se hubiera llegado a atacar a Francia, pero seguramente no hubiera habido Guerra Mundial ni tampoco Holocausto. El movimiento nazi hubiera seguido pero de una forma más moderada”, opina el realizador sobre lo que hubiera ocurrido.

Alemania se enfrentó al mundo y derramó la sangre de los demás. Nosotros admitimos nuestra culpabilidad e intentamos vivir con ella de forma abierta

Para rodar su nuevo filme ha vuelto al cine alemán después de una experiencia en Hollywood, Invasión, que terminó con otro director rodando escenas extra sin su participación. Pese a ello no evita las preguntas sobre su viaje por el sueño americano. “No fue una experiencia demasiado agradable, aunque económicamente fue bastante útil”, cuenta a este periódico. Después volvió a encontrarse con críticas feroces cuando se encargó del biopic sobre la princesa Diana que protagonizó Naimi Watts, una película que él defiende aunque fuera masacrada.

Su vuelta al cine germano no es definitiva, no se considera un director atado a ninguna industria. En caso de ponerse una etiqueta lo tiene claro: “europeo e internacional”.