El domingo, en Supervivientes, allá en Honduras, se lió parda. Tras vivir un fuerte toma y daca con Aurah Ruiz, en el puente de la confrontación y también en la playa, Ángel Cristo puso pies en polvorosa. El hijo de Bárbara Rey estaba enfadado porque habían mentado a su hija, y se echó a andar por la isla en la que conviven los concursantes, pasándose las normas por el arco del triunfo.
Se saltó el perímetro de seguridad que marca la organización, y costó tres horas dar con él en la zona norte de la misma. Hasta el ejército de Honduras tuvo que salir en su búsqueda. Lo encontraron porque se dejó, dijo. El programa anunció que sería castigado por este asunto, pero sin detallar, en un primer momento, qué harían con él.
A esto hay que sumar que con Aurah partió peras de una forma muy violenta, diciendo ambos cosas que no procedían, hablando de temas delicados como la violencia machista. Tras estirar el conflicto todo lo posible, a Aurah la nominaron de forma disciplinaria por su pelea con Ángel. Y a Ángel lo expulsaron como castigo, pero no por la pelea ni por sus discursos machistas, sino por poner en peligro la seguridad, suya propia, y del equipo. “Me parece fantástico, porque es lo que yo quería, marcharme”, aseguraba el ya exconcursante.
Ahora la pregunta que hay en el aire es qué va a pasar con Ángel cuando llegue a España. Si seguirá formando parte de Supervivientes o no. Y es que, técnicamente, insistimos, su expulsión no ha sido por un comportamiento incorrecto con sus compañeros. Aurah sí está nominada por la pelea con Ángel, pero a él solo le ha pasado factura tomar las de Villadiego, en teoría.
En la gala de Supervivientes: Tierra de nadie, Ángel Cristo expuso que él sufrió una agresión por parte de Arantxa del Sol, y que a la presentadora no le pasó nada. Carlos Sobera le explicó que la mujer de Finito de Córdoba ya no formaba parte de Supervivientes, pero al hijo de Bárbara Rey le parecía poco. Tampoco le dijeron claramente que estaba vetada, o que ya no volvería a pisar el plató.
Conocedora de la agresión
Ángel sufrió una agresión por parte de Arantxa, que contó con testigos. Algo que la organización, al parecer, sabía. Y no se tomó cartas en el asunto porque, según dijo Carlos Sobera, Ángel prefirió no denunciar a la organización lo que había sucedido. Por eso, Arantxa continuó en Honduras hasta que el público la mandó de vuelta a España. Y es que, parece, que si uno mismo no confiesa la agresión, o si no da parte a troche y moche, la organización no tiene por qué actuar. Como si lo que pasase tras las cámaras no existiese.
La actitud de Ángel en el programa ha sido inadmisible. La cuerda se tensó, se tensó, hasta que se partió. Pero es que nunca se tenía que haber roto. Tenían que haber cortado de raíz todo problema con Cristo, no dejarle crecerse. Y haberle expulsado el día que se perdió, no días más tarde, alargando su juicio durante tres horas. Que el reloj rozaba la una de la madrugada cuando le dijeron que se volvía a España.
Del mismo modo, Supervivientes debería pronunciarse sobre si más allá del tema del perímetro su comportamiento con Aurah Ruiz le va a pasar factura. Si sus comentarios machistas, si sus acusaciones de que “las mujeres solo sabéis hundir a los hombres” tendrán alguna consecuencia. No tendría mucho sentido que Arantxa no vuelva a pisar el programa y que a él se le dedicase una noche a explicarse a gusto. Como pidió Carlos Sobera, no perdamos el espíritu de Supervivientes. Y el de Ángel, sin duda, no lo es.