Un drama del pasado que volvía a tener vigencia para atormentar a todos en el presente. Esa era la premisa de Mía es la venganza, la ficción creada por Aurora Guerra con la que Telecinco pretendía volver a las series diarias tras más de una década sin una en su parrilla. La cosa no ha cuajado, y con 17 episodios emitidos, este martes Mediaset daba la orden para parar sus grabaciones.
No ha interesado al público, sus datos de audiencias no encajan con las expectativas que había de ella. Ni una sola de sus entregas ha superado la barrera psicológica del doble dígito, y no han hecho el más mínimo daño a La señora y Amar es para siempre, con las que compite. Mía es la venganza no será ya la nueva Yo soy Bea, ni Al salir de clase, ni El Súper, ni otras series diarias que dieron tantas alegrías a Telecinco en el pasado.
Hay muchos factores que pueden explicar por qué el público no ha conectadoo. Uno de ellos es que, desde hace años, no pensamos en Telecinco como una serie que cuide sus series de televisión. Hasta éxitos como La que se avecina ha sufrido un importante maltrato; la temporada 12 se dividió en dos tandas de capítulos y pasó un año y cuatro meses de tiempo entre que terminó una y empezó otra. Y qué decir de la reciente Escándalo, cuyos capítulos solo estaban disponibles en Mitele durante 48 horas, lo que dificultaba su seguimiento.
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Otras series como The Good Doctor, Chiringuito de Pepe o Señoras del (h)AMPA cesaron sus emisiones, cuando tenían éxito, para emitirlas más adelante, cuando hiciese falta un reclamo que subiese la audiencia. También se maltrató La verdad con Lydia Bosch, o Madres. Amor y vida. Esto ha provocado que, salvo honrosas excepciones, como Entrevías, las series españolas ya no enganchen con fuerza a los espectadores de Mediaset.
Ojo, que también ha pasado con otras series foráneas, como Café con aroma de mujer, o Love is in the air, que tras venderse como una revolución para la cadena acabaron despachándose en Divinity, donde la audiencia es sensiblemente inferior.
Luego está el tema de la competencia. Mía es la venganza no ha hecho daño, como pretendía, a las series diarias de Antena 3 y La 1. Amar es para siempre tiene un público fiel, aunque sea menor que el de antaño, y La señora supo conectar con los espectadores casi desde el principio, en parte también, por una buena estrategia promocional, que le hizo ocupar algún que otro prime time.
Del mismo modo, se puede decir que Mía es la venganza no ha tenido la mejor campaña del mundo para que la gente se enganchase a ella. Tras emitir promos con el consabido “próximamente”, se anunció su estreno un viernes para el lunes próximo. Ello suponía el final de Sálvame Limón por sorpresa, sin que los propios colaboradores supiesen que a partir de la semana siguiente empezaría más tarde el programa. Quienes seguían fervientemente Sálvame no se engancharon, y tampoco ayudó que en el programa se hicieran chistes sobre que a la hora que daban Mía es la venganza estaban leyendo, como llegó a afirmar Kiko Matamoros.
Ojo, que los actores de la serie también crearon una innecesaria guerra entre Sálvame y Mía es la venganza. Armando del Río, uno de sus protagonistas, afirmó sobre que “hay que cambiar el chip en este país y dejar temas de Sálvame, no sé si para ver una serie diaria o leer un libro, pero hay que cambiar un chip”, y que “si lo veían por los líos y amoríos, lo único que tienen que hacer es engancharse a estos personajes, porque van a tener tela”. Él se justificó después sobre que todo lo había dicho en clave de humor, pero sus palabras no gustaron a los fans del espacio de La Fábrica de la Tele.
¿Es Mía la venganza una serie perfecta? No. Casi como todas las ficciones diarias tiene cosas que podrían mejorarse, pero tiene su encanto. Y su intriga. Por poder, podría haber enganchado a la audiencia con todo lo que sucede en el club Los Olivos y los trabajadores que por él deambulan. La cuestión es que, conociendo que no continuará tanto como tenía previsto (tres temporadas de unos 90 episodios), ya casi resulta poco atractivo engancharse a estas alturas.