A pesar de haberse quedado relegadas a los canales temáticas de la TDT y a las plataformas en streaming, las telenovelas latinoamericanas continúan generando sensación entre el público. Aunque el tirón lo siguen dominando las producciones turcas, especialmente en el prime time de las cadenas generalistas, los seriales procedentes de mercados como Estados Unidos, México o Colombia continúan generando expectación a nivel mundial, siendo uno de los mejores exponentes de cambio en términos televisivos.
Y es que la telenovela es un tipo de ficción tremendamente influyente en buena parte de las sociedades iberoamericanas. Según Nora Mazziotti en su estudio Telenovela: industria y prácticas sociales, la telenovela “es el género televisivo más importante a nivel latinoamericano y principal producto de la industria cultural, que apela a las emociones, pasiones y afectos”. De ahí, que resulte fundamental a la hora de fomentar la diversidad y la inclusión.
Dado que la semana del Orgullo LGBT de Madrid finaliza este domingo 2 de julio, tras un apoteósico sábado en el que tuvo lugar la manifestación a favor de los derechos LGBT y la posterior fiesta con el desfile de carrozas, es el momento oportuno para ahondar en un tipo de ficción muy presente en la televisión española aún, dado que son varios los títulos latinoamericanos que ocupan la programación de las televisiones temáticas como Nova o Divinity.
A diferencia de las telenovelas turcas, las latinas sí que llevan tiempo incluyendo personajes LGBT en sus tramas. De hecho, pueden estudiar casi como una manera en la que las diferentes sociedades han visto al colectivo en estas últimas décadas. Eso sí, primero toca diferenciar el término de telenovela respecto al de serie.
Más allá de los temas que se aborden (puesto que, dentro de las telenovelas, están los seriales diarios, cuyas temáticas no tienen por qué ser melodramas amorosos), la principal diferencia entre las telenovelas y las series está en cuestiones técnicas. Las telenovelas no cuentan con una limitación de tiempo concreta en lo referente a cuántos episodios tiene; mientras que las series tienen un período de producción concreto y unos capítulos contratados.
Los 'culebrones', el género televisivo más importante de Latinoamérica
Aunque las telenovelas, actualmente, ya cuentan con temporadas, estas no se suelen dividir como las series, en las que el período de tiempo entre tandas es mayor. Además, a pesar de que es cierto de que hay telenovelas con emisión semanal, es el período de producción lo que las diferencia. Los ‘culebrones’ cuentan con un número grande de episodios, frente al número reducido de las series. De ahí, que títulos como La casa de las flores o el remake de La usurpadora (el cual forma parte de la antología Fábrica de sueños, dedicada a actualizar telenovelas clásicas en forma de serie), a pesar de contar con personajes LGBT y de que su premisa principal es el melodrama, no estén dentro de la categoría de telenovelas.
El concepto de ‘culebrón’ puede aplicarse también a los seriales o los ‘soap operas’ extranjeras, entre las que hay varios títulos españoles y de otros mercados internacionales como Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia o, por supuesto, Turquía. No obstante, la importancia que tienen dentro del territorio iberoamericano hace que las telenovelas tengan una posición privilegiada que merece análisis propio.
Tal es su importancia, que la introducción tanto personajes LGBT, como también de personajes racializados, se antoja imprescindible, especialmente en unas sociedades tan diversas en varios sentidos. Su evolución del retrato de personas homosexuales, bisexuales o transexuales ha sido también un reflejo de la propia evolución de los países que son principales productores de telenovelas, que son México, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú, Brasil y Estados Unidos.
La mítica Cristal, emitida entre 1985 y 1986, una de las primeras telenovelas en contar con un personaje LGBT. Era Piero, modista abiertamente homosexual que hablaba en spanglish y dio una de las frases más recordadas del culebrón, “me quedo anonadado”. El personaje, eso sí, era un arquetipo de los clichés asociados a los gais y utilizado como un alivio cómico. Previamente, hubo otra telenovela venezolana que tuvo un personaje LGBT, La dueña, el de Abelardo Lofriego, encarnado por Omar Omaña y que fue emitida originalmente entre 1984 y 1985.
Los personajes LGBT en las telenovelas de los 80, los 90 y buena parte de los 2000 estuvieron marcados por el cliché del alivio cómico, con personajes homosexuales masculinos con una pluma exagerada, que se dedicaban a profesiones asociadas a lo ‘femenino’ y reducidos al chiste y al ridículo y a papeles secundarios.
En la mayor parte de los países productores de telenovelas, ese cliché se mantuvo. Por ejemplo, en México, estuvo Poli, el personaje encarnado por Pablo Cheng en Vivo por Elena en 1998. Producida por Televisa, una de las empresas audiovisuales más importantes del país azteca, fue la primera telenovela de esta compañía en incluir un personaje gay. A pesar de ser un cliché, fue un paso para la visibilización, dado que Televisa es uno de los principales exportadores de telenovelas a nivel mundial.
Los 90 y los 2000, décadas marcadas por el cliché del alivio cómico
A pesar de que la percepción ha sido que las telenovelas latinas han sido de las últimas en representar la diversidad sexual y ésta ha sido dentro de unos clichés; la evolución de la representación no ha sido tan lenta a nivel en ciertos países. En ese sentido, Argentina ha sido uno de los países pioneros en querer romper los clichés.
Por ejemplo, aunque no fuese una telenovela, la miniserie Zona de riesgo, emitida por Canal 13 entre 1992 y 1993, fue la primera en mostrar un beso entre personas del mismo sexo en uno de sus episodios. Previamente (y dentro del cliché cómico), el país sudamericano tuvo personajes homosexuales en series como Matrimonios y algo más, producido en 1968, o, posteriormente, con La familia Benvenuto, emitida entre 1991 y 1996.
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Dentro del concepto de telenovelas, Argentina también fue pionera en mostrar una escena sexual entre personajes LGBT, sucedió con Primicias, creada por Adrián Suar en 2000, en la que Raúl Rizzo y Diego Jaraz compartieron una secuencia de cama. Otras telenovelas argentinas que fueron pioneras en incluir personajes LGBT fueron Verano del 98, Resistiré y Padre Coraje, producidos entre 1998 y 2004. Mención especial para Botineras, producida en 2009 y que destacó por reflejar la homosexualidad en el mundo del fútbol, al narrar la relación entre Manuel (Christian Sancho) y Lalo (Ezequiel Castaño), llegando a mostrar una secuencia en la que uno de ellos sale públicamente del armario. La manera en la que retrataron la diversidad sexual fue muy diferente a la que mostraron telenovelas contemporáneas de otros países, como la colombiana Yo soy Betty, la fea o la mexicana El privilegio de amar aún se mantenían en los clichés de utilizar a personajes LGBT como cliché cómico.
No sólo en Argentina, a finales de los 90 e inicios de los 2000, hubo avances respecto a la representación LGBT. México, estrenó en 1999 La vida en el espejo, producida por la otra productora más importante del país, TV Azteca, en la que se mostró públicamente cómo Mauricio (José María Yazpik), el hijo mayor de la pareja protagonista, salía del armario.
La vida en el espejo habló de salir del armario, pero también de las pseudoterapias de conversión y los peligros que éstas conllevan. Además, fue valiente al mostrar también una historia de amor entre el joven y Jim (Manuel Blejerman). También en Chile se produjo Machos, protagonizada por los hijos del clan Mercader; el cual, uno de ellos, Ariel (Felipe Braun), era homosexual. Médico cardiólogo, el personaje se alejaba del arquetipo cómico.
Aun así, la representación estuvo limitada a personajes secundarios y los clichés de alivio cómico siguieron muy presentes, al mostrarse así en otras telenovelas como Las tontas no van al cielo, Rubí o Dame chocolate. Fueron en los años 2010, década en la que países de la región como Uruguay (que fue en 2009), Argentina, algunos estados de México, Brasil y Colombia aprobaron el matrimonio entre personas del mismo sexo. Esto abrió a que la representación sexual también cambiase.
Todos los casos expuestos coinciden en que la representación era masculina, la realidad lésbica, personajes bisexuales o trans no entraban dentro de la lógica y su representación fue mucho menor. En lo referente a lesbianas, Argentina, previamente, había mostrado a personajes sáficos con 099 central, en la que Eugenia Tobal y Carolina Peleritti vivieron un apasionado beso; también la novela colombiana La venganza contó con dos villanas que tenían una relación, Grazzia (Catherine Siachoque) y Sandra (Natasha Klauss). Y a la realidad trans, estuvo la colombiana Los Reyes, al contar con Endry Cardeño, actriz transexual, para encarnar a Laisa Reyes, mujer trans también en la ficción.
Los años 2010, inicio del cambio
Los años 2010 fueron el momento del cambio en la representación. Se comenzó a finales del decenio previo, por ejemplo, en México con Los exitosos Pérez, remake de la telenovela argentina Los exitosos Pells, que narraba la relación entre Martín (Jaime Camil) y Tomás (José Ron). La representación se alejaba del cliché cómico, aunque entraba en otro, el de la culpabilidad y el tener una relación clandestina. Un año antes, en Sortilegio, se intentó hacer un retrato de la bisexualidad, que fue duramente criticado por tirar de clichés.
En 2010 fue cuando, por fin, la visibilidad lésbica entró en escena con la mexicana Las Aparicio. Familia en la que sus miembros masculinos sufren la tragedia de morir prematuramente, lo que hace que esté compuesta principalmente por mujeres. Entre ellas, está Julia (Liz Gallardo), quien tiene una relación con Mariana (Eréndira Ibarra). Dos años después, el país azteca estrenó Amores verdaderos, la primera telenovela en la historia del país en mostrar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, al narrar la boda del chef Jean-Marie (Rubén Branco) y el publicista Stefano (Archie Lanfranco). A pesar de ser secundarios, fueron ocupando poco a poco cada vez mayor protagonismo.
En 2013, Argentina volvió a ser pionera en lo referente a telenovelas, pues fue uno de los primeros mercados en contar con personajes protagonistas homosexuales. Lo fue con Farsantes, en la que narró el romance prohibido entre Guillermo (Julio Chávez) y Pedro (Benjamín Vicuña), jefe y empleado de un bufete de abogados y en el que se aborda las consecuencias de la represión sexual. Un año después, Argentina también fue pionera al incluir un personaje transexual retratado de manera positiva en Viudas e hijos del rock and roll, con Denise, encarnada por Florencia Peña, con el que se intentaba alejarse de los clichés, haciendo que su identidad sexual no fuera su aspecto más polémico respecto al resto de personajes. En 2014, además, se mostró de forma natural en la telenovela Señores papis cómo una de las protagonistas, casada y con hijos, inicia un romance con su mejor amiga, con la que termina en segundas nupcias.
Si en Argentina, la representación ha ido de forma muy avanzada; en Brasil hubo que esperar hasta 2013 para ver una telenovela con una escena en las que dos protagonistas del mismo sexo se besasen. Fue con Rastros de mentiras, emitida en 2013, cuando Félix (Mateus Solano) y Niko (Thiago Fragoso) sellaban su amor con un beso en los labios lo que hizo que se hiciese justicia respecto a la representación LGBT, dado que hubo una intentona en 2005 con otra telenovela que, finalmente, ocho años después cuando se logró. Anteriormente, ya hubo besos entre personajes del mismo sexo, pero todos secundarios, como sucedió en 2011 en Amor y revolución.
En esta década, la representación LGBT comienza a ser habitual en la producción de telenovelas, aunque la manera en la que se retrata difiere dependiendo del país. Por ejemplo, en la colombiana Secretos del paraíso, del año 2013, la relación entre Julián (Carlos Torres) y Daniel (Mateo Rueda) seguía marcada por el arquetipo de relación imposible, dado que uno de los dos no aceptaba su propia sexualidad. Por el otro lado, la mexicana Un papá a toda madre, mostrada un matrimonio compuesto por Rafael (Andrés Zuno) y Rodrigo (Raúl Coronado), los cuales intentan ser padres, llevando su trama por otros problemas alejados de la aceptación de la orientación sexual.
Argentina, México y Estados Unidos, los principales mercados que apuestan por la diversidad
En esa línea, donde países como Argentina, México o Estados Unidos destacan actualmente, siendo los que más apuestan por el retrato de la diversidad sexual desde otros ámbitos. En el caso del país sudamericano, produjo en 2018 100 días para enamorarse, telenovela de carácter coral que contaba con un personaje abiertamente homosexual, Paul (Ludovico Di Santo), hermano de la protagonista, Laura (Carla Peterson). Su relato de alejaba de los clichés de armarios, culpa o alivio cómico, viviendo una historia de enredos con Fidel (Michel Noher).
Esta telenovela de Telefe, además, hizo ejercicio de pedagogía con el personaje de Juan (Maite Lanata), hijo adolescente de Antonia (Nancy Dupláa), quien va iniciando en la telenovela su transición sexual, enfrentándose a muchos prejuicios por ser un chico trans.
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Otro ejemplo es el de Mi marido tiene más familia, que narró la relación entre Aristóteles Córcega (Emilio Osorio) y Cuauhtémoc López (Joaquín Bondoni). Aunque secundarios, gustaron tanto su trama que les llevó a tener su propio spin-off en forma de serie, Juntos el corazón nunca se equivoca. Del mismo país es Amar a muerte, remake de El cuerpo del deseo, cuya historia de amor protagonizada por Angelique Boyer y Michel Brown quedó eclipsada por la que vivían Juliana (Bárbara López) y Valentina (Macarena Achaga).
Mención para el remake de Café, con aroma de mujer. La producción colombiana se actualizó para incluir la historia de amor entre Bernardo (Juan David Agudelo) y Carlos (Ramiro Meneses), un relato que logró cautivar casi de la misma forma que el de Sebastián (William Levy) y Teresa ‘La Gaviota’ (Laura Londoño).
Por supuesto, están también las producciones de Telemundo y Univisón, cadenas de televisión estadounidenses para el público hispano y que han sabido adaptarse a los tiempos al ir introduciendo tramas con personajes LGBT. Entre los últimos ejemplos está la reinterpretación de Betty, la fea con Betty en NY. El personaje de Hugo Lombardi mantiene parte de su espíritu, sólo que el remake de 2019 profundiza más en el carácter del diseñador y en su complicada relación con su pareja, quien resulta ser un estafador. También está La Reina del Sur, una de las pocas telenovelas emitida por varias temporadas y que desde su inicio incluyó personajes e historias LGBT.
De hecho, Telemundo supo captar el espíritu de progreso de 100 días para enamorarse, al adaptar la novela argentina y convertirla en 100 días para enamorarnos. En esta versión, ambientada en la comunidad hispana de Austin, Texas, también se abordaba la transición sexual del hijo de una de las protagonistas, renombrado Alejandro. Ese ejercicio de pedagogía dio un paso más, al contar con secuencias que tuvieron la participación de activistas trans reales.
A pesar de que no todos los países van en la misma línea, varios de ellos (los más importantes a nivel de producción en la actualidad) han ido apostando por tramas y protagonistas LGBT, dando poco a poco pasos para mostrar la propia diversidad de la realidad de estos personajes y demostrando que las telenovelas latinas tienen ese margen para evolucionar en sintonía con la sociedad.