Maestros en generar expectación, Sálvame lo ha vuelto a hacer. Hace ahora una semana, y después de emitir las que han sido las primeras palabras de Isabel Pantoja tras el fallecimiento de su madre, Kiko Hernández irrumpía en el plató para anunciar una nueva primicia. El colaborador dijo que tenía en su haber unos audios "muy reveladores" que la cantante había enviado a Mila Ximénez.
Eran conversaciones que tuvieron lugar durante el confinamiento del 2020 y en las que la tonadillera mostraba su preocupación por el estado de salud de la que en su día fue una de sus más grandes enemigas mediáticas. Al parecer, y tal como confesó Hernández, su compañera le pasó vía whatsapp estos audios para que los escuchara. Una cesión de cuestionable legalidad gracias a la cual el tertuliano pretendía dar un paso más.
"Mila me decía ‘Isabel me manda unos mensajes en los que me habla de todo, de los hijos, los nietos, como si fuéramos amigas íntimas", explicó el exgran hermano, que puso sobre la mesa a sus directores la posibilidad de que estos documentos vieran la luz. El programa del jueves concluyó con la incógnita de si estas grabaciones acabarían, o no, haciéndose públicas. Una duda que trasladaron a la emisión del viernes, aunque desde una postura bien diferente.
Si bien es cierto que aquel jueves todo hacía apuntar que la cúpula del programa iba a dar luz verde a la emisión de dichos audios, siempre que la única heredera de Mila Ximénez -su hija Alba Santana- lo autorizase, 24 horas después la historia había cambiado. Fue entonces cuando los colaboradores fueron sometidos a una especie de 'referéndum' en el que se les preguntó si consideraban oportuno que estas grabaciones fueran emitidas en el programa, cuestión ante la cual la inmensa mayoría confesó considerarlo inadecuado. A excepción de algún fleco suelto, de forma unánime los colaboradores decían "No" a emitir los audios.
Hay que apuntar que, según determina la ley, las conversaciones privadas entre dos personas a través de cualquier aplicación móvil o dispositivo electrónico pertenecen únicamente a sus interlocutores. Publicar el diálogo privado de dos personas identificadas, y sin su autorización, expone a su ejecutor a una posible demanda por vulneración de intimidad. Una falta legal a la que el programa Sálvame se arriesgaría en caso de que decidieran hacer pública la conversación entre Isabel Pantoja y Mila.
La opinión unánime de los colaboradores fue que no se deberían emitir los audios. Sin embargo, Gema López no pudo mantenerse callada ante la hipocresía de sus compañeros y señaló el motivo de esta sorprendente falta de discrepancia. "Dejémonos de buenismos falsos, todos sabemos que esto no se puede emitir", dijo en alto la colaboradora cuando le tocó opinar al respecto. Palabras ante las cuales Carlota Corredera, que presentaba esa tarde, reaccionó de inmediato cortándola y diciendo que iban a cambiar de tema.
"Qué casualidad..." dejó caer Gema López en ese instante, a lo que Corredera respondió que el repentino cambio de debía a una orden del director, en ese caso David Valdeperas. Este episodio dejaba al descubierto una cruda realidad, y es que el programa había decidido hacer show y rellenar tiempo de emisión lanzando una pregunta sobre un tema que, de antemano, conocían perfectamente cuál iba a ser el resultado. Una manera muy ingeniosa de cebar un contenido a ojos de la audiencia, pero que puede calificarse de engañoso debido a que saben de sobra que este jamás verá la luz.
¿Se aprovecha Sálvame del desconocimiento del público les ve? Parece obvio que en este caso sí, sobre todo en lo referente a las leyes relacionadas con el derecho a la intimidad de los ciudadanos. Una estrategia cuando menos cuestionable que deja atrás el espíritu con el que el formato germinó y que le convirtió en líder de audiencia: el mostrar a los espectadores las tripas que se esconden detrás de un programa.
Una naturalidad que ahora se ha transformado en una falsa realidad donde lo importante ha dejado de ser qué es lo que se va a contar, sino en la atención de la audiencia que puede generar a base de cebos sobre contenidos. Historias que pueden llegar, o no, a ser emitidas.