La segunda edición de Secret Story lucha por intentar destacar en la parrilla televisiva. Una tarea que no le está resultando nada sencilla, pese a las supuestas ansias que los espectadores mostraban por volver a ver caras anónimas habitando la casa de Guadalix de la Sierra. Unas audiencias, por el momento, discretas que la cadena (Telecinco) espera poder remontar de cara a las próximas emisiones.
Si bien es cierto que esto formato no es exactamente Gran Hermano, esta nueva edición de La casa de los secretos cuenta con bastantes semejanzas que hacen recordar a la etapa dorada del mítico programa de telerrealidad. Una época en la que Mercedes Milá ejercía como algo más que una mera maestra de ceremonias, y es que condimentaba a su antojo el programa con una serie de elementos que años después están siendo emulados por el nuevo título de Mediaset.
Hacía mucho tiempo, años, que en las paredes de la casa más famosa de la televisión no se desarrollaban algunas de las iniciativas cuyo germen sembró hace años la Milá. Causas solidarias y exposición de problemas sociales que encontraron en Gran Hermano su mejor escaparate. Una vez erigido como un total fenómeno de masas, la presentadora decidió que el programa debía servir para visibilizar realidades que no era común ver en televisión. Utilidad de servicio público que salió de la cosecha de la propia periodista, que empujó para que la productora accediera a implementar entre los concursantes actividades que sirvieran para dar buen ejemplo a los espectadores.
Luchas que en su día causaron un gran revuelo adelantándose a los tiempos y que vistas con perspectiva cobran aún mayor valor. La batalla contra el tabaquismo y las consecuencias que acarrean el hábito de fumar, la concepción de una alimentación saludable, despetar el hábito de la lectura o las pruebas de equipo con finalidades solidarias en relación con países tercermundistas, fueron, entre otras, algunas de las causas que se desarrollaron en la casa de Gran Hermano. Una exposición que se llevó a cabo en 16 ediciones y que sirvieron de ayuda a millones de personas. Razón social para muchos inesperada en un formato como este y que, sin embargo, dotaba al reality show de una pátina de dignidad que no se podía conseguir con la mera exposición del enfrentamiento cotidiano. Valor que muchos intentaban pasar por alto desde una posición de mediocre intelectualidad.
Ante la desaprobación de gran parte de la crítica de televisión, que nunca terminó de ver con buenos ojos el éxito de Gran Hermano pese a contar con ediciones brillantes tanto a nivel técnico como de casting, este tipo de labores suponían todo un azote para todos aquellos que calificaba el formato de 'telebasura'. Una ventana abierta a una audiencia millonaria que de repente conocía nombre de autores literarios o la importancia de abandonar el hábito de fumar de una manera didáctica y tremendamente entretenida. Misiones ante las cuales otro tipo de formatos menos atractivos para el gran público fracasan estrepitosamente, mientras que GH no.
En esta edición de Secret Story ya se han podido ver los primeros ápices del regreso de este tipo de iniciativas. Durante la primera semana de concurso, los con habitantes de Guadalix han sido retados a erigirse frente a sus compañeros a favor de una causa en la que se vean, o no, identificados. Una prueba con la que ha arrancado la edición que además de reivindicar ha hecho que el espectador conozca aún más a los protagonistas del programa. La gordofobia, el bullying, la importancia de la salud mental, la reivindicación de la libre autodeterminación sexual, o la visibilización de la esclerosis lateral múltiple son algunos de los primeros mensajes que hemos podido escuchar de boca de los participantes. Alegatos recogidos en vídeos que recuerdan a aquellos que Mercedes Milá se empeñaba en remarcar en cada una de las galas que presentaba.
La emoción se adueñó de algunos de los concursantes, traspasando así la pantalla y conectando por un instante con los espectadores que desde sus casas se podían ver representados. Una gran iniciativa que podría verse aún más desarrollada de cara a las próximas semanas, visibilizando de este modo problemas que están muy presentes en la sociedad. Dificultades con la que también han convivido, en mayor o menos medida, los participantes de esta nueva edición de Secret Story y que ahora podrán abanderar desde este potente escaparate mediático. Una semilla que sembró hace casi dos décadas la gran Mercedes Milá y que ahora se ve germinar de nuevo, cuando las nuevas generaciones de espectadores apenas recuerdan de qué se trataba.
Han pasado casi seis años desde que la veterana periodista decidiese decir adiós al controvertido formato que marcaría para siempre su carrera profesional. Un proyecto en el que jamás mostró ni el más mínimo síntoma de fatiga pese a las 16 ediciones que presentó. Ella misma llegó a confesar que su implicación en 'la vida en directo' era total, una entrega que percibían los espectadores. Un buen hacer que contribuyó indiscutiblemente a que el reality se convirtiera en toda una sensación que amedrentaba al resto de cadena con su emisión. Una etapa que Mercedes decidió dejar atrás pese a las peticiones del público y las invitaciones de la propia cadena, que aún sigue asociando lo más positivo de la marca Gran Hermano a su figura.