Minutos antes de entrevistar a Mercedes Milá recibo un mensaje en el móvil de una compañera: "¿Cómo me la imagino? ¿Lo está poniendo fácil o difícil?". Sus preguntas no me sorprenden. Hasta hace unos años, principalmente en sus últimas ediciones como presentadora de Gran Hermano, la Milá era mucha Milá, y todo aquel que la tenía enfrente sabía que era un hueso duro de roer.
Pero aquella Milá más férrea se ha evaporado. Ahora rema a favor de obra. "Cómo a mí me gusta mucho hacer entrevistas, he aprendido lo que hay que hacer para ayudar a la persona que te está haciendo la entrevista. Y eso siempre lo procuro, a no ser que se pongan muy culo, que no me caiga bien, me de igual y se acabó. Pero eso es una entre mil. En el resto me pongo a favor, darle totales que le sirvan", reconoce la periodista, que este miércoles 13 de octubre vuelve a un plató de televisión para reencontrarse con sus entrevistados más emblemáticos años después en Milá vs. Milá.
No obstante, tiene claro que hay un punto de peligro en las entrevistas: la complicidad. Algo que desprende su primera entrevista con Massiel. "Pero en este formato, que es revisitar el pasado, esa complicidad si existe es muy rica porque así puedes compartir con el espectador cosas que si no hubieran pasado tantos años, no tendría ningún sentido compartir. Yo a Massiel no la he visto mucho, pero he tenido noticias de ella. Al verla comprendes que es una mujer que es un torbellino. Tenemos muchas cosas en común, entre otras cosas un hombre (José Sámano), que es algo muy divertido de tener porque te unen muchas cosas".
El que escribe también busca esa complicidad con la entrevistada recordando que hubo una vez, hace ya más de trece años, en los que durante los fines de semana era el encargado de pasarle capturas de lo que pasaba en la casa de Gran Hermano. Ella lo agradece. En su mirada se sigue adivinando ese amor por el formato.
Aún así no levanta la guardia. Busca dar un titular, pero también hablar de su 'libro'. "Este programa es una puesta curiosa que no pensaba que terminaría haciendo. Ha habido que comparr las imágenes en TVE, hay entrevistados que están muertos.... Bueno, y otros muchos vivos que espero que pueda entrevistar algún día", comenta.
"¿Hay alguna entrevista que te hayan hecho que a día de hoy recuerdes?", le pregunto antes de pedir permiso para poder abrirle la puerta a su perro Scott para que salga fuera. "No soy Massiel, no tengo tanta memoria como ella. Hay entrevistas en las que ves que han sacado todo cuanto han querido, pero no sé decirte quién o cuando porque sería engañarte".
¿Y alguna entrevista con alguna declaración de la que se arrepienta? "Estoy preparada para enfrentarme a cualquier cosa que haya dicho en una entrevista. No creo que haya nada tan importante como para pasar un mal rato. Y habría quizá incoherencias, pero eso estaría dispuesta a asumirlo. Si estás dispuesto a asumir tu pasado, tus opiniones en otros momentos, pues no pasa nada. Reconocer el error es muy legal. No hay ningún secreto, por poner la comparación con el programa de Telecinco. No hay nada que no pudiera afrontar.
Tanto es así que cuando se le advierte que justo unos días antes Susana Estrada se lamentaba que algunos periodistas no supieron tratarle en a principios de los 80, Milá reconoce que si "se sintió molesta o le pareció que no estaba bien, estoy dispuesta a verla y sentarme con ella. No recuerdo la entrevista, pero si hace falta pedirle perdón porque visto desde el punto de vista de hoy es terrorífico, lo haré".
En el mismo sentido se muestra sobre un vídeo que recorre las redes en el que las palabras que dirige a Amor Romeira sobre su identidad sexual no son las más adecuadas. "En el caso de Amor tengo una relación de amor. Me resulta imposible que yo le haya hecho daño porque todo lo que he hecho desde que la conozco es ayudarla.
Lo que sí parece que dañó su relación con el consejero delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, fue precisamente una entrevista: la que concedió a Gemma Nierga en la Cadena SER sólo unos días después de que se comunicara su salida de Gran Hermano. "No sé quién es más cabrón, si Paolo Vasile o yo", dijo entonces.
"En ella hablamos de mi salida de Gran Hermano y la posibilidad de que volviese a presentarlo. También hablamos de que Vasile había venido a Barcelona a tratar de convencerme pero, yo le conté que, no sólo no había tratado de convencerme, sino que no habíamos hablado de Gran Hermano. Al parecer esa entrevista, porque a mí nadie me lo ha explicado, tuvo cierta influencia en que Paolo rompiera conmigo. Pero no lo tengo como cierto", rememora.
Mucho ha cambiado desde entonces. Tanto que Milá es otra persona. O al menos eso notamos los que llevamos entrevistándola hace años. Incluso ahora se deja ver por redes sociales gracias a su cuenta de Lametazo, en la que comparte su día a día y el de su perro Scott.
"Sólo tengo Instagram. Pero me interesa mucho la información que llega por las redes. Decir que eres defensora de las redes es como decir que eres defensora de la máquina de escribir. No hay que asustarse cuando llega la tecnología, sino utilizarla sin hacer daño", se sincera.
Eso sí, "leer exabrutos en Twitter sobre lo que he hecho me divierte cinco minutos, luego me aburro como una mona. Entonces no seguiría. El otro día colgué una foto en Instagram que tengo una cara de mala y hubo una persona que decía que yo era la maldad. Yo me tronchaba de risa. Cuando son ocurrentes, me gusta mucho. Pero lo desagradable por lo desagradable no me interesa nada".