El pasado martes, en estas páginas el compañero Jesús Carmona compartía una crónica del episodio de MasterChef titulado ‘Expulsión disciplinaria a Verónica Forqué y el mobbing a Victoria Abril’. En él reflexionaba sobre el papel de estas dos chicas Almodóvar dentro de la competición culinaria, aunque me interesó su reflexión sobre el papel de la Forqué, esa actriz que el primer día quiso que la conociésemos de verdad, a Vero, la mujer que hay tras la fachada que todos conocemos.
Verónica tuvo un cocinado complicado: le tocó elaborar un complejo plato de salmón por turnos con la simpar Ofelia, la aspirante de la última edición de anónimos que se ganó la fama de pesada por parte de los jueces. Aquella que chocaba tanto con María, y que lloró al tener que cocinar carne de caballo porque para ella era un animal muy especial.
A la hora de entregar el plato conjunto Verónica hizo un par de correcciones a Ofelia, incluyendo un “a mí no me discutas delante de los chefs”. “Puede quedar gracioso, pero no lo es: pido la expulsión disciplinaria”, decía el compañero después de este momento en su crónica mencionada. Y eso me ha hecho reflexionar: ¿podría MasterChef Celebrity permitirse expulsiones disciplinarias, como sucede en Supervivientes o Gran Hermano?
Cuesta pensar que esto pudiese suceder. No hablamos de un programa de convivencia, sino sobre uno de cocina, con reglas propias, en las que el público no tiene voz ni voto. Habría que hacer algo muy gordo para que el programa pudiera echar a alguien; ni siquiera se penalizó el comportamiento de la polémica Saray cuando bromeó con apuñalar a Jordi Cruz por la espalda.
Televisión Española necesita además trazar unas líneas muy claras de su talent show, que lo distancien y mucho de ese universo de realities de Telecinco, donde los concursantes se empujan o se tiran vasos de agua después de una acalorada discusión.
Y si no lo hace con aspirantes anónimos, mucho menos iba a traspasar esa barrera con personas tan famosas como la tres veces ganadora del Goya Verónica Forqué, por extrañas que puedan parecer sus reacciones. No puede jugar con la imagen que tenemos de los famosos, en todo caso dejarán que cada cual juzgue en su casa (o en las redes sociales) según crean oportuno.
Echar a alguien señalando su mal comportamiento sería pan para hoy y hambre para mañana. ¿Qué famoso querría poner su imagen en juego en un programa así, donde las condiciones son duras, sí, pero no insostenibles? En Supervivientes, por ejemplo, hemos vivido muchas expulsiones disciplinarias, pero porque hay hambre, frío, soledad y muchas emociones acumuladas. En MasterChef ni siquiera tienen que dejar sus trabajos a un lado para concursar, los pueden compaginar tal como ha hecho por ejemplo Juanma Castaño.
Echando la vista atrás, recordaremos que ni siquiera se le echó tierra encima aMaría del Monte, concursante de la primera temporada Celebrity. La cantante de sevillanas no estaba feliz con cómo iban las cosas, y justo antes de una prueba de expulsión decidió escribir un punto y final a su aventura cocinera. Y la dejaron marchar y nunca más la mencionaron.
Además, ¿para qué se necesita una expulsión disciplinaria, si en MasterChef los jueces se pueden sacar reglas de debajo de la manga? Muchas veces hemos visto cómo aspirantes supuestamente salvados tienen que bajar a la prueba de eliminación, noches en las que tendría que salir una única persona, pero acaban expulsando a dos. Si quieren pueden echar a quien consideren que su comportamiento es inaceptable en menos que canta un gallo, pero siempre justificando que ha cocinado mal, o que ha evolucionado poco, buscando siempre un argumento blanco.