Quien viva en Elche sabe que los puentes que conectan a esta ciudad alicantina son, por desgracia, sinónimo de la silenciada lacra del suicidio y de sus respectivas tentativas. Lleva siéndolo así desde hace décadas, como aseguraba un policía local retirado a este medio hace unos meses.
Ahora, se ha hecho viral los tuits de un bombero que intervino con éxito en el intento de un joven de saltar desde el puente del Ferrocarril. Lo ha publicado, con fotos incluidas, para concienciar sobre esta lacra, comenta a EL ESPAÑOL De Alicante que conoce de cerca, porque, reconoce, "cada semana hay varios suicidios y tentativas en esta localidad", apunta José Carmona Plaza, y está harto de que el pacto de silencio firmado por los medios para evitar el efecto llamado "no esté sirviendo de nada"; "es un error, porque si se dieran a conocer, se podrían más recursos para prevenirlos, como ha pasado con los accidentes de coche", agrega.
La tentativa en cuestión ocurrió el pasado 23 de julio, día electoral, relata. Este cabo, jefe de dotación en el parque de Bomberos de Elche con 20 años de servicio había terminado de comer, pasadas las 14.30 horas de una jornada especialmente calurosa cuando recibieron la llamada de la Policía Local.
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A los agentes, cuenta, les había avisado unos jóvenes que habían visto a un chico saltar y situarse al otro lado de la valla de un puente situado a casi 50 metros de altura y debajo del cual trascurre las vías del tren. "Nos acercamos sin poner las sirenas para evitar montar el follón", avanza.
Cuando llegó, dada su formación recibida en el consorcio provincial de Bomberos y, sobre todo, en el curso con Carmelo Vera, jefe de bomberos de un parque de Madrid especializado en estos casos -cita-, pidió encargarse del caso.
Rápidamente, se pone el arnés, se sujeta con una cuerda anticaídas por detrás e intenta lo que en un principio parecía imposible: entablar contacto. "Lo más importante es saber cómo acercarse, pedirle permiso para hablarle, presentarse, y con mucho tacto, ir contactando con una persona que normalmente no te quiere ni hablar ni mirar".
Es lo que le pasó a él durante media hora en la que la joven víctima "solo miraba al vacío", lo cual "es una de las señales de que no va bien", reconoce. Pero otra de las claves a aplicar es la paciencia, porque es consciente de que "el tiempo va a nuestro favor". Sobre todo si consigue romper el hielo.
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Eso ocurrió cuando, con su inglés básico, adivinó su nacionalidad. "De pronto hubo una conexión porque me miró a los ojos". Fue entonces cuando pudo entablar una conversación para tratar de llevárselo a su terreno.
"Uno de los temas que se suele preguntar es por la familia, siendo conscientes del peligro que entraña porque podría haberse peleado con ellos; o con la pareja". Al final, este le dice que tiene un problema con las drogas, le enseña las marcas en el brazo varias veces, y con la policía de su país. Carmona le explica que en España existen programas de desintoxicación muy buenos, que no tiene por qué preocuparse.
"Entre tanto, mi compañero que me asiste me hizo una señal, cuando estaba a un metro del chico, para que lo cogiera, pero qué pasa si forcejeamos y se me cae", se pregunta. "La que me podría caer legal y moralmente si eso hubiera pasado, cómo podría vivir con eso en la cabeza", confiesa.
Su estrategia es otra. Seguir hablando y hablando con él, con el riesgo añadido de que se canse, con el fuerte calor que hace, y se caiga. Pero el joven parece que va entrando en razón y es cuando le pregunta si le puede coger la mano. "Él me dice que si y le cojo suavemente de las muñecas a la vez que le miro a los ojos y mi compañero lo coge por detrás de las axilas", indica.
"Conforme lo van sacando les pido a mis compañeros que no lo suelten hasta que no llegue la ambulancia y le ponen los grilletes por su seguridad", va concluyendo. Entonces, José Carmona se desinfla tras la tensión de más de una hora "y comienzo a llorar porque he dado mucho en la intervención".
José Carmona pensaba que ya había acabado la pesadilla "hasta que un oficial de policía me dice que le han requisado un cuchillo de cocina" que llevaba en el bolsillo. Fue entonces cuando se le pasó por la cabeza que podría haber resultado herido, "pero es un riesgo que asumes, como cuando entras a apagar un fuego", asume. Con todo, se acercó al joven que estaba siendo atendido por los sanitarios, "le di un abrazo y le desee suerte; él se fue al hospital psiquiátrico y yo a seguir trabajando al parque".