La provincia de Alicante cuenta con más de una treintena de municipios que estás desapareciendo paulatinamente debido a la despoblación, un fenómeno que afecta a toda España, pero sobre todo a las zonas de interior.
La pena y la nostalgia son emociones encontradas en aquellos y aquellas que ahora ven vacío el pueblo en el que nacieron o se criaron sus padres, madres y abuelos. Pero, si algo positivo puede sacarse de esta situación es la paz y la tranquilidad que aportan estos lugares apartados de las grandes ciudades.
Tollos y Famorca son las dos localidades más deshabitadas de la provincia de Alicante y cuentan con menos de 50 habitantes. Asimismo, la Comunidad Valenciana tiene un total de 24 localidades con una población inferior a los 100 habitantes, y estos son los 10 destinos que ya propuso EL ESPAÑOL de Alicante para disfrutar de los tesoros de interior.
Tollos, encantador y acogedor
A casi 40 kilómetros de la capital de la comarca de El Comtat se encuentra Tollos, un municipio que Turismo de la Generalitat ha descrito como "encantador y acogedor". Según datos publicados por la Diputación de Alicante, Tollos terminó el 2021 con 37 habitantes, dos más que el año anterior.
Si pasas por Tollos no puedes perderte su castillo, actual iglesia parroquial dedicada a san Antonio Abad. De la antigua fortificación tan solo se conserva el campanario. El resto de la misma ha sido restaurada, aunque utilizando parte del material original.
Tollos se encuentra localizado en el valle del río Seta, en la ladera meridional de la Serra d’Alfaro. Por lo que, la naturaleza es uno de sus puntos fuertes. La ruta circular por el Barranco de Malafí y la Sierra de Alfaro es una de las más populares.
Una curiosidad de esta localidad es que quedó despoblada en 1609 tras la expulsión de los moriscos para luego ir recuperando habitantes muy lentamente.
Famorca, un pueblo ancestral
A muy poquita distancia de Tollos, localizado también en la comarca de El Comtat, se encuentra Famorca. La localidad, que cuenta con 45 habitantes (2021) destaca por estrechas y empinadas calles, similares a las del casco antiguo de Altea.
Las pinturas rupestres del Morro de l'Asdarbalet (barranco de la Fita) son lo más visitado por los turistas. Los grabados, declarados Bien de Interés Cultural (BIC) demuestran la existencia de vida en la antigüedad.
El viajero debe visitar también la nevera de la Font situada en la umbría de la Serrella. Este pozo se utilizaba para el almacenamiento de nieve y posterior producción y comercialización del hielo en el siglo XVIII, como la Cava Gran de Agres.
La iglesia de San Cayetano del siglo XVI y el centenario reloj del campanario (al que todavía se le da cuerda una vez a la semana) son otras de las dos joyas de Famorca. Por último, la 'Salpassa' es una de las tradiciones de la localidad. La práctica consiste en la bendición de las casas de la localidad por un cura cada día de la Virgen de los Dolores.