Paradojas de la vida. Nadie en Elche se cree que Carrús sea el barrio más pobre de España, pese a que insista en ello la Agencia Tributaria, cuyos informes no se han sumergido en la cuestión principal, la economía sumergida. Una porción de Carrús, en cambio, cree en los ovnis, según la esperada película fantástica de Chema García Ibarra, Espíritu Sagrado, rodada aquí con actores no profesionales y estrenada esta semana en cines. Y todo Carrús asume desde hace más de una década que en una de sus calles hay un comedor musulmán donde María Eugenia y Ahmed quitan el hambre a diario a todo aquel que lo necesite, sin importar su religión o pasaporte, aunque, paradojas de la vida, buena parte de los comensales sean españoles.
Son las 11.30 horas del miércoles 25 de noviembre. A la altura de la plaza 1º de Mayo, y en la calle Ginés García Esquitino, hay una hilera de personas haciendo cola con sus fiambreras y estómagos vacíos. Hay más de 150 personas, el doble que hace dos años -cuando la pandemia no había llegado- y menos de la mitad que durante el confinamiento y la primera ola, cuando llegaron a reunirse unas 370.
"Fue una locura", recuerda Ahmed Zarrouk desde su peluquería en la otra punta de Elche. ¿Por qué no estás allí? "Porque hay que trabajar -explica- ya que el comedor no solo vive de las aportaciones que nos hacen, también corre de nuestro bolsillo".
Volvemos al comedor, de nombre Al Taufik ("puerta abierta" en árabe). Dentro únicamente están las dos trabajadoras contratadas, Patricia y Carmen José, y la mujer de Ahmed, María Eugenia Bermúdez, a la que pillamos sirviendo desde la puerta un estofado de una gigantesca olla.
"Ya no pueden entrar aquí a comer por el Covid", nos explica esta sevillana de 63 años que se convirtió al islam cuando conoció a su marido y juntos, desde entonces, han hecho de la solidaridad su alimento. Primero, repartiendo un plato caliente los sábados desde el año 2000; el desayuno, comida y cena en su casa desde el 2006 y, ante la falta de espacio, abriendo el comedor social desde 2009.
Por lo que el barrio más poblado de Elche ha pasado en este tiempo de comerse la gran crisis del ladrillazo a la del coronavirus. Y esas secuelas se ven en la cola, donde la gente, en silencio, espera su turno, recoge la comida, y se marcha. Hay hombres, españoles que agachan la cabeza cuando ven asomar la cámara y que declinan contar por qué están allí, como si fuera fácil responder a la pregunta.
"La mayoría son personas que han perdido el trabajo, o que lo tienen pero no les da para comer, también gente que vive en la calle, ancianos que tampoco les da con la pensión, o extranjeros de sudamérica y norte de África", explica Ahmed, de 69 años, originario de Túnez. También se ven numerosos rostros de mujeres jóvenes, varios matrimonios con hijos pequeños y abuelas cargadas de tápers para sus familias.
¿Pueden coger toda la comida que quieran? Preguntamos. "Hay quienes cogen para 4 y quienes cogen para 6", responde, "porque entendemos que de verdad les hace falta". No obstante, cada dos meses solicitan el certificado del SEPE y de la Seguridad Social. "Y así hemos cogido a dos que cobraban cada uno mil euros y les dijimos que no vinieran más", añade Ahmed.
El límite, para los que trabajan o tercera edad, es más de 600 euros de nómina o pensión. "Entendemos que con esa cantidad o menos no se puede vivir si tienes que pagar el alquiler, la luz, el agua…". Lo que le enerva -se le ve en el rostro- es que el día que piden los certificados, baja el número de comensales. "Hay mucha gente necesitada, pero también mucha gente que hace trampas y yo les digo que no vengan a quitarle el plato a quien lo necesita de verdad, que esto no es restaurante para comer gratis".
Reconocimiento
Mientras sirve como una autómata, María Eugenia nos explica cómo funcionan cada día. Ella cocina a primera hora y sus trabajadoras, cuando llega el momento, van empaquetando el plato principal, que se completa con un postre, fruta y bebida, que suele ser donado por Mercadona. "Lo último que nos han donado son polvorones, pero como tienen manteca de cerdo, a los musulmanes les damos en su lugar flan", señala.
Todo envuelto en "discretas" bolsas que terminan de entregar en una media hora. "El otro día vino uno que le daba vergüenza estar aquí y yo le dije, 'más vergüenza da robar'", dice, "pero da mucha pena verlos". "Nos gusta lo que hacemos, siempre nos ha gustado, pero nuestro sueño es que no haga falta lo que hacemos y poder descansar, eso y que salga bien la operación de rodilla de mi mujer, que de estar tanto tiempo de pie en el comedor, le ha pasado factura", pide Ahmed.
Un Ahmed que no pide, implora para que mencione en el artículo a todos los colaboradores que hacen posible que el Al Taufik no haya cerrado las puertas. El motivo, explica, es que cuando fueron a recibir el último reconocimiento, otorgado por la Asociación de Informadores a la labor que están haciendo, fue a recitar su discurso de agradecimiento "y me quedé en blanco y no dije nada y desde entonces estoy muy cabreado conmigo y te pido que lo pongas".
Así que, allá va...: El primer agradecimiento es para el Ayuntamiento de Elche, con quienes firmaron un convenio por el que les han dado 50.000 euros para este 2021. "Quiero agradecer especialmente al edil Mariano Valera, que siempre ha estado muy atento con nosotros", comenta desde su peluquería como si estuviera recogiendo el premio en ese momento.
Asimismo, Ahmed se acuerda del Club Rotary Illice, que sufraga, desde hace 7 años, la paella del domingo, que cocina el propio Ahmed -y este año con la colaboración de la firma de ropa deportiva Sprinter-.
Como hemos mencionado antes, Mercadona les trae comida sobrante "a diario". "A veces es mucha", reconoce María Eugenia. Y a diario la reparten "porque no sobra nada". Por su parte, la asociación Conciénciate les ayuda recogiendo alimentos de otros establecimientos y se las acercan.
Por último, la fundación La Caixa, que este año también les ha ayudado con 19.000 euros, lo mismo Aigües d'Elx, y Tempe y Pikolinos "siempre nos pone algún dinero cuando estamos apretados, que suele ser normalmente". Porque desde el 1 de septiembre al 7 de octubre, que hicieron los cálculos, se gastaron 11.000 euros entre alquiler, luz, sueldos, compras... Solo en 5 semanas.