Anoche se celebró el LXVI Desfile Folklórico Internacional. El más multitudinario en espectadores de cuantos se celebran en les Fogueres, aunque sus carencias presupuestarias y de cariño, haya hecho decaer en una sorprendente crisis que se viene arrastrando hace bastantes años.
Conviene recordar que este desfile discurre por vez primera en nuestras calles el 23 de junio de 1956, como una de las aportaciones más relevantes del primero de los cinco años en que Gastón Castelló presidió la Comisión Gestora de Hogueras. Fue la auténtica ‘niña de sus ojos’, como persona sensible que siempre fue, en torno a la riqueza etnográfica del mapa provincial.
Gastón siempre recordó que su experiencia más feliz en aquellos cinco años, residió precisamente en el último de sus desfiles folklóricos, celebrado en 1960 y que, de manera monográfica, trasladó la totalidad de la fiesta de Moros y Cristianos de Villena. Estamos hablando de una embajada que oscilaría entre 1.300 y 1.500 comparsistas, en el contexto de unas hogueras que apenas contaban con 500 foguerers en sus filas, junto a otros tantos barraquers.
Después de intensas gestiones, a primeras horas de la tarde del 23 de junio aparcaron dos trenes, de 19 vagones cada uno de ellos, totalmente tripulados con la colorista y jubilosa embajada villenera. Todos ellos iban ataviados con sus respectivos trajes, provocando la lógica expectación al llegar a la estación ferroviaria alicantina.
Desde allí partieron en diversas comitivas por itinerarios complementarios y con acompañamiento musical, levantando la algarabía de un centro de la ciudad entonces infinitamente más ligero a nivel festero. Todos confluyeron hasta el inicio del desfile, que partía de la antigua Lonja de Verduras, en la calle Capitán Segarra.
Desde allí, a las seis y media de la tarde, precedidos por la Banda Municipal de Música de Villena, se inició un cortejo del que la prensa alicantina, al día siguiente, se deshizo en elogios. Se calculó la presencia entre el público de unos diez mil villeneros -la mitad del censo de dicha ciudad-, al tiempo que fueron unos sesenta mil los espectadores que asistieron, entregados, hacia lo que se calificó la mayor embajada folklórica jamás contemplada en la capital.
Aunque se trata de un acontecimiento olvidado en Alicante, los más veteranos festeros de la capital del Alto Vinalopó siguen recordando aquel hito de hermanamiento comprovinciano. Con el paso de los años, en muchas ocasiones Villena, con la alegría desbordante que tanto se asemeja a la que representa nuestra ciudad, ha estado presente en diversas embajadas en este desfile -Escuadras de Segadores, los Salvajes…- siempre contando con la entusiasta entrega de nuestro público.
En los últimos años, por parte de diversas instancias villeneras, se ha dejado entrever la posibilidad de que una reedición de aquella embajada desfilara de nuevo en las calles alicantinas en Fogueres. Cierto es que resulta imposible hacerlo con los más de once mil festeros que allí se atesoran.
Sin embargo, una traslación bien diseñada de aquellas fiestas de moros y cristianos, con su ritmo, su colorido, sus cabos, su alegría contagiosa, sus ‘arrancás’, sus escuadras especiales… estoy seguro revalidaría aquella inolvidable hito de 63 años atrás. Y sería algo que, personalmente, me llenaría de felicidad; ver unidas de la mano las dos celebraciones que más adentro llevo en mi corazón.
¡Feliz Nit de Sant Joan, y pronto iremos analizando las hogueras que hoy se lleva el fuego!