Cuando los recuerdos se evocan desde la distancia estos llegan adulterados y, en buena medida, dulcificados. Máxime si en ellos se envuelven algunos de los mejores momentos de nuestra juventud. Sin embargo, confieso que en las hogueras de las últimas décadas echo de menos esa sensación de llegada de la Festa, rotunda, más cercana y densa en el tiempo, que suponía prácticamente la vivencia de la plantà, siempre con la rotundidad de la música.
Y es que hasta 1985, después de incorporar dicha fórmula desde 1961 con la llegada de Tomás Valcárcel al mando de la Comisión Gestora, el inicio físico y sonoro de nuestras fiestas tenía un alcance mágico.
Era a partir de las 8 de la tarde del 21 de junio, jornada de la plantà, cuando en la ciudad entraba, realmente ‘la Festa’, y en cada uno de los distritos se realizaban los primeros pasacalles y las agrupaciones musicales se entrecruzaban en las fronteras de sus respectivas demarcaciones. Los foguerers de una y otra comisión se saludaban, felices de adueñarse de las calles en unas fiestas entonces mucho más limitadas en el tiempo.
Recuerdo en mis primeros años como foguerer en la comisión de Plaza de Gabriel Miró, cómo te topabas con las bandas de las de Hernán Cortés, Ruperto Chapí, Rambla… Todos dirigiéndonos finalmente hasta la plaza del Ayuntamiento, dispuestos a escuchar el Pregón de Fiestas y, posteriormente, desfilar en una Entrada de Bandas con alegría, sentido y personalidad propia.
Aquel hechizo se rompería a partir de 1986, cuando les Fogueres adelantaron su plantà a la noche del 20 de junio. Hasta 1999 la Entrada siguió manteniendo su fecha la tarde-noche del 21, pero ya sin mantenerse esa ceremonia de inicio festero. Sería a partir del año 2000, cuando un acto que fue señero durante décadas se adulteró al ubicarlo en fechas salteadas, alejada del corazón de nuestras hogueras, y con el horripilante añadido de ‘Desfile de Comisiones’.
Es una pena que a un desfile presente desde el año fundacional de las fiestas, no se valore una posibilidad de revitalización. Algo que sería muy sencillo de poner en práctica acercando su celebración a vísperas cercanas de nuestras jornadas centrales, en vez de permitir que su desarrollo anual siga agonizando ante la indiferencia de festeros y escasos espectadores.
En este ámbito de evocaciones musicales, me gustaría remitirme a dos recuerdos concretos, totalmente contrapuestos. Uno es añorar la rotundidad de la Colla ‘La Xafigá’ de Muro de Alcoy, que se adentraría en nuestras fiestas a partir de su presencia de la foguera Plaza de Gabriel Miró, y pronto fue contratada por la Comisión Gestora y el Ayuntamiento de Alicante, para acompañar de manera rotunda, fresca y tradicional, en numerosos actos a las belleas del foc de aquellos años de cambio festero.
En línea opuesta, nunca olvidaré la presencia de la banda ‘Los Rosales’ de Bolbaite -convertida hoy en una magnífica agrupación- que en los años 80 y 90 era contratada por la comisión de Pla-Metal, en calidad de agrupación cómico-musical. De ella destacaba la presencia como director de Rafael ‘El maestro’ ataviado de manera colorista, de apariencia imperturbable y con una batuta y un largo pañuelo de seda en la mano.
Era cosa de ver cuando esta banda terminaba de desfilar por la calle Altamira y encaraba la Rambla, mientras que su director, batuta y pañuelo en ristre, se deslizaba en una inesperada danza festera, que procuraba no perderme cada año.