El presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, participó el pasado viernes por la tarde en un foro universitario para hablar de su idea federal de España y expuso la "cogobernanza" de las comunidades autónomas durante la crisis sanitaria como ejemplo de las bondades de su pensamiento territorial.
"Transitar de la España autonómica a la España federal exige abordar los retos territoriales de la España macrocefálica del centralismo independiente, la España unilateral del independentismo, la España divergente de la financiación injusta y el dumping fiscal, la España invisibilizada que nunca sale en el telediario y la España interior en peligro de extinción", dijo.
Por supuesto que Puig puede exponer sus ideas sobre el modelo territorial que quiere para España allí donde quiera y cuando quiera, pero hablar de la cogobernanza como demostración de una buena gestión durante la crisis de la Covid-19 creo que es una ficción o un autoengaño.
Las restricciones impuestas en la Comunidad Valenciana, mucho mayores que las de otras regiones, nos han empobrecido más y no han salvado más vidas que en otras comunidades. Muchos habríamos preferido que las normas hubiesen emanado para todos desde el Estado, no de la arbitrariedad autonómica, sobre todo los que hemos podido viajar y comparar las políticas de uno y otro sitio.
Esta misma semana otro juzgado alicantino ha condenado la Administración sanitaria de Puig por poner en peligro a los médicos de la Comunidad haciéndoles trabajar sin las necesarias protecciones. Ya van dos sentencias y a éstas se suma una tercera condena por haberse negado a vacunar a los facultativos de la privada, en una decisión a todas luces sectaria e intransigente. En otras comunidades no ha ocurrido eso.
Padres y profesores están exigiendo la dimisión del su conseller de Educación por la nefasta gestión en los centros educativos. Le acusan de haber retraso la formación de los niños y jóvenes dos años impidiendo las clases on line mientras se confinan las aulas y de vulnerar derechos fundamentales obligando a los niños a vacunarse en los centros. En otros sitios los protocolos han sido bastante diferentes y más eficaces.
Cada vez que Pedro Sánchez desoye las reivindicaciones de Puig en materia de financiación, éste vuelve a hablar de federalismo. Y apunta directamente contra comunidades como la de Madrid, con la que se compara continuamente, como si todos los males en la Comunidad Valenciana procediesen del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.
Puig aseguró que deberíamos caminar hacia una "centralidad periférica", algo que pasa por lograr que "las instituciones del Estado se distribuyan más allá de la capital", redibujar los mapas de infraestructuras para "primar la España real frente a la España radial" y responder al problema "grave" de la despoblación.
¿Hace falta recordarle cómo se comporta él con provincias como la de Alicante? En casi ocho años de gobierno no ha descentralizado nada, una conselleria, la de Universidades e Innovación con apenas funcionarios. Y mientras la Agencia Valenciana de la Innovación sigue en Valencia.
Y para colmo obvia la existencia de las provincias y sus diputaciones, refiriéndose sólo a la relación entre la comunidad autónoma y sus municipios. Pues bien, la de Alicante acaba de cumplir 200 años y sigue plenamente vigente en su tarea fundamental de apoyo a los pequeños municipios, a esos a lo que casi nunca llena la Generalitat. Estaría bien que el presidente revisase sus postulados.