Alicante

Los últimos meses previos a las elecciones están siendo intensos en numerosas corporaciones de la provincia de Alicante. Si ha sido muy comentado esta semana el paso al grupo de no adscritos de los dos únicos diputados de Cs en la Diputación de Alicante, ahora conocemos otros casos más curiosos de ediles con un pie puesto en la dimisión y con otro en la bancada sin siglas políticas

Son los casos que se están dando en estos momentos en las corporaciones de Elche y Crevillent. En la primera, la exportavoz del grupo municipal de Ciudadanos Elche, Eva María Crisol, ha congelado su dimisión anunciada en el pleno ordinario del pasado mes de febrero hasta saber si tiene derecho a percibir paro.

En Crevillent, el regidor de Seguridad y Fiestas, Josep Candela, que concurrió por l'Esquerra Republicana, ha quedado en una especie de limbo temporal al ser expulsado por esta formación de manera pactada ya que así se acordó junto con Compromís, coalición a la que se marcha, y Esquerra Unida, las otras fuerzas con la que van a presentarse juntas a las elecciones. ¿Es estético seguir siendo edil con competencias, como hasta ahora, sin el partido que le avaló? 

Con respecto al caso ilicitano, Crisol anunció su marcha contra todo pronóstico. Su dimisión, que incluía dejar el acta, llegaba tras la también inesperada decisión de la dirección naranja de readmitir en el grupo de Cs a Eduardo García Ontiveros, concejal que había sido expulsado al principio del mandato precisamente por esa misma dirección.

Sin embargo, tres semanas después de aquel anuncio, Eva María Crisol no ha entregado su acta. Ella explica, a preguntas de EL ESPAÑOL De Alicante, que efectivamente aún no ha tomado la decisión "hasta que no aclare" cómo queda su derecho a cobrar el desempleo. 

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Y es que Crisol, que llevaba ocho años de edil de Cs en la oposición de Elche, no reparó en su anuncio que su cese voluntario, como ocurre también en el sector privado, conllevaría quedarse sin este subsidio por desempleo, algo que considera "injusto". "Lo he intentado hacer lo mejor posible pero como el acta es personal, no te pueden echar, te tienes que ir de forma voluntaria", señala.  

Añade la todavía edil (que lleva cobrando en los tres últimos años 2.500 euros netos mensuales por dedicación exclusiva) que está esperando a aclarar "del todo" su situación con los organismos correspondientes, secretaría del Ayuntamiento y el SEPE, para tomar una decisión. Sobre la mesa, además de abandonar del todo la política, tiene otras opciones.

Si no deja el acta, sí cobraría desempleo al renovarse la corporación municipal tras las elecciones. Y si no deja el acta y se queda en el grupo de los no adscritos hasta los comicios, también se garantizaría el subsidio y, además, podría seguir percibiendo un sueldo si así lo decide el alcalde. Eso mismo hizo con el ya citado García Ontiveros cuando fue expulsado de Cs. 

El caso de Crevillent

En Crevillent nos encontramos con una situación que, en su conclusión final, es parecido al de Elche. El edil Candela tiene que decidir si dimite o si se va al grupo de los adscritos. Sin embargo, el contexto es bien distinto. Para empezar, ostenta competencias de un Gobierno local encabezado por Compromís. Y, él, añade a este medio, es profesor de Secundaria "con vacante, por lo que no tendría subsidio".  

"Ahora mismo no estoy en el grupo de los no adscritos ni nada, simplemente se me ha expulsado", explica el regidor. Se refiere a la expulsión "pactada y acordada" por su anterior partido, l'Esquerra, que sin embargo ha solicitado formalmente que mantenga el acta y las competencias hasta final de mandato

Legalmente, la expulsión ha entrado en el registro municipal este viernes "a las dos de la tarde", por lo que "todavía no está como no adscrito porque el decreto se firmará el lunes", señalan fuentes municipales consultadas

En principio, el acuerdo conlleva que se pase al grupo de los no adscritos y que se le retiren también las competencias, pero él mismo ni lo confirma ni lo desmiente y emplaza a la rueda de prensa que dará el lunes. 

Así que, en este impasse hasta que resuelva su situación, el PP contraataca acusándole de trasfuguismo. "Es curiosa la transformación política del concejal Josep Candela. El que daba lecciones y criticaba tanto estas prácticas ahora las realiza. La única explicación que tiene es que quiere seguir en el poder por el sillón, y le dan igual las siglas y las ideas que defienda", aseguran fuentes populares.

Se refieren a su reflexión en 2018 en una red social cuando el PP de Alicante recuperó la alcaldía gracias al voto de la edil tránsfuga de Podemos, Nerea Belmonte. Entonces, Candela decía "que lo ha pasado en Alicante confirma una vez más que el trasfuguismo es una enfermedad para la política".  

"Mis principios nos los he cambiado y corroboro cada línea de lo que dije", responde a esta acusación el propio Candela. "Que el PP compare a una concejala de otra ideología completamente diferente para cambiar el signo de un Gobierno conmigo, que me digan que tiene que ver eso", concluye.