"You’re the devil in disguise" Florence Kaye, Bernie Baum.
Los intervencionistas jamás han tenido la intención de reducir el paro, pero buscan maneras imaginativas y creativas de disfrazarlo. El ejemplo más evidente es la contrarreforma laboral de Yolanda Díaz. Los datos de paro real -efectivo- y temporalidad empírica nos demuestran que la reforma de Díaz ni ha bajado el desempleo ni la precariedad. Un fracaso histórico como norma y un éxito como maquillaje estadístico.
En una intervención en el V Observatorio de las Finanzas, el secretario de Estado de Economía e Industria pintó un panorama edulcorado del empleo y el crecimiento español, llegando a afirmar que los economistas se habían equivocado al estimar destrucción de empleo por la subida del SMI.
La evidencia del fracaso de la reforma laboral, de la destrucción de empleo y del maquillaje se confirma con estos estudios y, además, con la negativa por parte del gobierno de informar sobre la cifra de fijos discontinuos inactivos y la realidad de la ocupación excluyendo pluriempleo y empleo público.
En las últimas semanas, Fedea, el sindicato USO, Randstad, José María Rotellar, la consultora Free Market y el Instituto Juan de Mariana han desmontado la euforia con el empleo del gobierno. Nadie cree la euforia gubernamental más que sus altavoces de propaganda.
El paro efectivo en febrero de 2024 es del 15,8%, supera al paro efectivo de diciembre de 2019 y además llegó a estar por encima del 35%.
El paro efectivo, que incluye a los desocupados con relación laboral entre los que están los fijos discontinuos inactivos, era de 3,45 millones en diciembre de 2019 y es de 3,54 millones en febrero de 2024.
En las últimas semanas, Fedea, el sindicato USO, Randstad, José María Rotellar, la consultora Free Market y el Instituto Juan de Mariana han desmontado la euforia con el empleo del gobierno.
La temporalidad y la precariedad no se han reducido, se han disfrazado. La duración media de los contratados de los asalariados privados ha bajado de 5,9 a 5,6 años en los últimos años, una caída del 5 por ciento en los niveles de estabilidad contractual. Adicionalmente, la temporalidad en el sector público no se ha reducido.
Fedea, en su estudio "Los efectos de la reforma laboral: temporalidad contractual vs empírica" (diciembre 2023) también muestra, aunque con lenguaje diplomático, que la temporalidad empírica no ha bajado mientras la "contractual" parece reducirse rápidamente. Es decir, solo se ha cambiado el nombre y se mantienen los niveles de precariedad en lo que es la duración y supervivencia de los contratos.
La brutal subida de los impuestos al trabajo escondida bajo el subterfugio del salario mínimo interprofesional (SMI) ha generado una destrucción de empleo total de 210.000 personas, en el estudio del Instituto Juan de Mariana, 256.000 según CEPYME, una cifra que llega a 432.000 en los sectores más afectados, según la consultora FreeMarket y no existe ningún estudio serio que estime que ha tenido un efecto positivo en el empleo.
El estudio del Instituto Juan de Mariana “Las sombras del mercado laboral español”, incide en lo ya publicado por USO, Fedea, CEPYME y otros, centrándose en el impacto sobre el empleo del maquillaje estadístico de los fijos discontinuos, así como el efecto del salario mínimo en términos de exclusión laboral. Los datos son, de nuevo, incuestionables. La reforma laboral solo ha servido para maquillar paro y precariedad.
La evidencia del fracaso de la política de Sánchez y Díaz es clara.
España ha superado a Grecia como el país de la Unión Europea con mayor tasa de paro. En 2021, Grecia tenía la misma tasa de paro que España (14,8%).
Desde entonces, con maquillaje, España lo ha “reducido” a la mayor tasa de paro de Europa, 11,7% y Grecia, sin maquillaje y con las políticas opuestas, lo ha reducido a 9,4%. De hecho, el desempleo real en España se sitúa un 40 por ciento por encima de los niveles oficiales, lo que lleva la brecha entre Grecia y España a un nivel mucho mayor.
España ha superado a Grecia como el país de la Unión Europea con mayor tasa de paro.
El mal desempeño del mercado laboral español se evidencia en que el diferencial entre la tasa de paro española y la de la UE-27 apenas ha caído de 7 a 6 puntos porcentuales, incluso si aceptamos el maquillaje estadístico gubernamental.
La productividad laboral cerró 2023 casi un cuatro por ciento por debajo de los niveles de 2018, cuando Pedro Sánchez llegó al gobierno. Bajo el gobierno socialista y comunista, España es el país de la OCDE con peor desempeño de la productividad por ocupado, según el estudio del Juan de Mariana.
Otra forma de maquillaje con el dinero de los demás es disparar la contratación pública. Si en junio de 2017 había casi 7 ocupados en el sector privado por cada empleado público, a cierre de 2023 encontramos que esta relación es ahora de 6 a 1, cerca del máximo registrado en plena pandemia.
España gasta más en salarios públicos que la media de la Eurozona (11,3 por ciento del PIB vs 9,8 por ciento del PIB) y lo hace disparando la deuda y tirando de déficit, lo que pone en peligro el sueldo real de los funcionarios públicos de carrera.
Es importante recordar que el inexistente récord de empleo que predica el gobierno se desmonta al ver que las horas trabajadas por ocupado no recuperan el nivel de 2019 ni el de 2008, y además que esa manida cifra de 21 millones de afiliaciones viene inflada con 800.000 pluriempleos y 350.000 nuevos funcionarios.
El fracaso de la reforma laboral demuestra que Díaz nunca tuvo como objetivo reducir el paro y mejorar la temporalidad, sino maquillarlos, y que las contrarreformas han destruido empleo, empeorado la calidad de la afiliación y disparado el coste de contratación.