La Justicia reconoce como muerte en acto de servicio la de un guardia civil que sufrió una fiebre exótica
Defensa se opuso a esta consideración, pero la Justicia sí aprecia un "nexo causal" entre su trabajo y la infección de fiebre de Crimea-Congo.
18 junio, 2024 11:25La Justicia ha reconocido como muerte en acto de servicio la de un guardia civil, miembro del Seprona, que falleció a causa de la fiebre de Crimea-Congo.
Se trata de una enfermedad vírica, transmitida por garrapatas, y que, como indica su nombre tiene su origen en África y los Balcanes. No obstante, tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya está "muy extendida" y tiene una tasa de letalidad, en humanos, de entre el 10 y el 40%.
El guardia civil fallecido respondía a las siglas de F. J. G. G. y murió a los 51 años de edad. En junio de 2022, comenzó a sentir cansancio y sueño excesivo, pero lo achacó a las alergias primaverales y al estrés, por lo que siguió trabajando como miembro del Seprona, el servicio de la Guardia Civil dedicado a la protección de la naturaleza.
Concretamente, desempeñaba sus funciones en la zona de El Bierzo (León). El 17 de junio del mismo año, apenas tenía fuerza para sostener un vaso de agua y caminaba con dificultad, por lo que acudió a la consulta de su médico de familia, quien de inmediato le derivó al servicio de urgencias del centro hospitalario. Dos días después, fallecía. La causa de la muerte fue la fiebre hemorrágica Crimea-Congo.
Pese a ello, tanto el Ministerio de Defensa como el de Interior se opusieron a clasificar su muerte como un acto de servicio. Por otro lado, el coronel jefe interino de la Comandancia de la Guardia Civil de León redactó un informe que recogía sus funciones laborales y concluía que el fallecimiento podría considerarse como muerte en acto de servicio.
Por ello, los familiares de F. J. G. G. recurrieron esta decisión ante la Justicia. Entre otros motivos, alegaron que la fiebre de Crimea-Congo está reconocida como enfermedad laboral en el caso de los agentes forestales. Y esgrimieron que existe una "relación causal" entre las funciones que desempeñaba y la infección, transmitida por una garrapata.
Por su parte, la Abogacía de Estado se opuso a esta tesis y alegó que la picadura pudo producirse mientras el fallecido había trabajado en su huerta, a la cual sulfató sin la camisa puesta. También aludió a un reciente viaje a Canarias.
No obstante, el Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo número 4 da la razón a los familiares del fallecido. La Justicia considera que la enfermedad "tiene su origen (...) en las actividades propias de prestación de su trabajo como agente del Seprona".
"Falleció por padecer una enfermedad profesional", concluye el Juzgado, que cita el real decreto que las enumera, así como el informe del coronel jefe interino de la Comandancia de León.
Además, la sentencia analiza los periodos de incubación de la enfermedad. "Teniendo en cuenta dichos lapsos temporales, ninguna duda puede suscitarse respecto a que la infección se produjo durante los días en los que prestó servicio para la Patrulla de Ponferrada del Seprona, estando expuesto a agentes [infecciosos, como la garrapata] que justifican que dicha infección se produjera", concluye la resolución, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.
"Aunque por parte de F. J. G. G. se hicieran determinadas actividades, como atender la huerta o un viaje, ello no supone excluir el riesgo principal de infección: prestar servicios como miembro del Seprona", añade.
Por todo ello, la Justicia anula la resolución del Ministerio de Defensa que denegaba al fallecimiento de F. J. G. G. la condición de muerte en acto de servicio. La sentencia, al no haber sido recurrida, es firme. En este procedimiento, la familia del agente fallecido ha sido asesorada por el abogado Santiago Díez, de la asociación El Defensor del Paciente.