Fotograma de 'Reagan'.

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Cine

'Reagan': cómo el héroe americano salvó al mundo del comunismo

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Las miradas torvas, las viejas amistades que se ponen en peligro, incluso el miedo a represalias o una guerra civil se ha instalado en una sociedad estadounidense que acude a las urnas aterrorizada por lo que pueda pasar el próximo martes en las elecciones presidenciales.

En tiempos inciertos, el cine americano acude al rescate del alma de la nación para recordar a los americanos que Estados Unidos ha vivido otros tiempos difíciles y, como siempre, supo ganar la partida. Y no tanto por una cuestión estratégica si no mística, en una batalla ancestral entre el bien y el mal, su éxito es el del Bien con mayúsculas.

En Reagan (pronúnciese “reigan”) Dennis Quaid interpreta al presidente en la piel del arquetípico héroe americano. Y el héroe americano no nace héroe, lo logra. Como los "born again Christians", para cumplir a la perfección el papel debe pisar el fango, superar las más increíbles dificultades y de conseguir triunfar contra todo pronóstico. 

En este caso, vemos a un Reagan que antes de comenzar a presentarse a las elecciones, y ganarlas, vive una agónica decadencia como actor de tercera que hace anuncios de teletienda. Lo que quizá en cualquier otro país sería visto como un pasado vergonzoso a esconder, en este caso se convierte en prueba de su grandeza.

“Soy mercancía dañada”, le dice a su segunda mujer, la después primera dama Nancy, también actriz de poca enjundia, para “seducirla”, “llevo a  mis espaldas un divorcio, unos hijos, mi carrera como actor está destrozada y no tengo un duro”. Ella, claro, le quiere.

En defensa del macartismo

Reagan es tan de derechas, que incluso defiende el macartismo. El senador McCarthy inició una persecución implacable contra los comunistas en Estados Unidos a finales de los años 40. Fue la época de la “caza de brujas” que llevó a distinguidas figuras del cine de Hollywood como Dalton Trumbo o Howard Koch ante un tribunal destruyendo sus carreras.

La “caza de brujas” tradicionalmente es vista como un episodio oscuro de la historia de Estados Unidos en la que la “libre” América cayó en la tentación de la persecución política del estalinismo.

En esta película, vemos otra historia. En esta época, Reagan destacaba más como presidente del sindicato de actores (SAG, en Hollywood los sindicatos tienen mucho poder) que como actor. El futuro presidente inicia una lucha titánica por “depurar” la profesión de “comunistas malvados enemigos de la libertad”. 

Y no porque haya una "caza de brujas", si no porque, efectivamente, la Unión Soviética estaba comprando voluntades en Los Angeles infestando el cine de espías y agentes dobles con lo cual se trató de una purga de "traidores". Hay algo muy peligro en esta idea.

Su “victoria” contra los comunistas en Hollywood no la cuenta cualquiera, la cuenta  un ex gerifalte del KGB que es el narrador de la película. Un antiguo experto en inteligencia experto en Reagan que explica a un periodista su biografía desde la admiración absoluta. Apabullante. Es el propio KGB, en la película quien asegura que por culpa del líder sindical su estructura de espionaje y desestabilización interna se fue al traste.  

Dirigida por Sean McNamara, Reagan está contada a velocidad del rayo abarcando toda la vida del mandatario desde su infancia con un padre alcohólico hasta todos los acontecimientos de su presidencia. Marcada por tres grandes acontecimientos.
Su principal error, el escándalo Irán-Contra, por el cual vendió armas a Irán (saltándose su propio boicot) y utilizó el narcotráfico para financiar de tapadillo la milicia contra los sandinistas en Nicaragua. Fue el principal escándalo de la época Reagan y aquí la película regresa a la épica del héroe americano, reconoce su error, cae al fango, se redime y todos contentos- Una épica que también se repite cuando sobrevive a un intento de asesinato tan solo 70 dias después de ser nombrado presidente. 

El gran acontecimiento, que la película celebra con luces de colores, es su derrota del comunismo. En este caso, según la película, su estrategia se basaba en que Estados Unidos tenia “los bolsillos más llenos que Rusia” y se trataba de hacer una guerra económica, obligándolos a gastar más dinero en armamento del que tenían, empobreciendo a su población y derrotándolos por la fuerza de los hechos. En sus conversaciones con Gorbachov, plagas de citas a Dios y la libertad, se muestra tan firme como magnánimo.