Por diferentes motivos y circunstancias de la vida, es posible que no estés siempre de buen humor, sino todo lo contrario. Tener un carácter especialmente irritable y estar con frecuencia de mal humor son claras señales de estar sufriendo un malestar emocional que, en algunos casos, incluso requiere de apoyo profesional.
Es importante tratar de solucionar este problema antes de que pueda llegar a agravarse y suponer un problema en relaciones personales, ya sean sentimentales, familiares o de amistad. Cada persona debe ser capaz de comprender las causas de su estado del denominado mal humor crónico, que en muchas ocasiones viene dado por un problema de frustración, por motivos diversos.
Sin embargo, el problema de la situación puede ser aún mayor cuando, en lugar de ser un problema que sufrimos nosotros mismos de manera directa, ese malhumor afecta a la persona con la que vivimos, ya sea nuestra pareja, un miembro de nuestra familia o un amigo o compañero de piso. Por este motivo, te vamos a dar las claves para que aprendas a convivir con alguien que está siempre de mal humor, sin perder el tuyo en el intento.
El origen del mal humor
Cuando hablamos de mal humor estamos haciendo referencia a una fuerza negativa que separa a la asociación, familia o empresa en la que cada uno está inmiscuido, puesto que destruye la armonía y la cohesión existente para obligar, de alguna manera, al resto de personas de alrededor a mostrarse compasivos con ella. Esto supone una injusticia para ellos, que tienen que soportar a la persona malhumorada.
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El origen de ese mal humor viene dado en una última instancia por una constante frustración a la hora de conseguir la felicidad. Hay que tener claro que la felicidad no la medimos de acuerdo a nuestra propia realización personal, que es una fuente de energía positiva para nuestro entorno, sino que lo hacemos en función de la consecución de nuestros deseos, los cuáles en muchas ocasiones son formulados sin reconocer que puede que no sea posible alcanzarlos.
Esta circunstancia nos lleva a no aceptar nuestro cuerpo, el trabajo que tenemos, la edad, el estado de salud que disfrutamos o la calidad de nuestras relaciones sentimentales, entre otros, en gran parte porque habitualmente nos comparamos en estos aspectos (y otros muchos) a partir de otras personas e incluso a partir de los estereotipos de la sociedad y la publicidad.
Este desajuste existente entre las expectativas que nos creamos y la realidad es una de las principales fuentes de origen del mal humor. De esta manera, esa falta de felicidad viene dada por un deseo que se proyecta y que puede estar lejos de nuestro alcance, lo que de alguna manera hace a cada persona culpable de su propia infelicidad, por falta de ser realista con sus posibilidades.
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Antes de explicarte cómo convivir con alguien que está siempre de mal humor, un dato curioso es que los hombres tienen peor humor que las mujeres, tal y como establecen los datos recogidos por diferentes estudios. A pesar de que las mujeres sufren más depresión y ansiedad, son los hombres maduros los que acaparan el mal humor y el enfado explosivo, que se relacionada con la caída en la producción de testosterona.
Cómo convivir con alguien que siempre está de mal humor
Una vez que se tenga claro el origen del mal humor y sus posibles causas, conviene conocer cómo convivir con alguien que siempre está de mal humor, una situación que en ocasiones puede llegar a ser desesperante. Para lograrlo y no perder tu buen humor en el intento, es importante basarse en tres pilares, que son el pensamiento, el sentimiento y la acción.
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Para empezar, en lo que respecta a esta última, conviene tener claro que no hay que ceder a las exigencias de la persona malhumorada con la finalidad de que su humor pueda mejorar, pero tampoco es saludable abandonar por completo la interacción con esa persona si se convive con ella, por lo que deja de lado la posibilidad de no hablarle. Es necesario ser firme y compartir aquello que sea posible, pero también retirarse en el momento en el que sea necesario.
En lo que respecta al pensamiento, cada persona debe ser consciente de los límites de lo que puede llegar a hacer y no hacer por una persona, sin dejarse llevar por sentimientos de culpabilidad o pesimismo. Un error común es culparse a uno mismo o a la otra persona, y esto lo único que hará será generar sentimientos de ira, enfado o rencor, entre otros, los cuáles afectan de forma muy negativa a uno mismo. Si estás ante una persona que está malhumorada porque está sufriendo, debes tratar de entenderla, que no es lo mismo que justificarla, y protegerse del problema que sufra. Tampoco debes tratar de hacerla cambiar, pero sí que podrás hablarle desde tu punto de vista e indicarle que es necesario que busque una solución.
Para finalizar, debemos centrarnos en el sentimiento, la parte emocional que tanta importancia tiene en las relaciones personales. En este sentido es necesario aprender qué emociones nos produce la actitud de la otra persona, si se trata también de mal humor, de animadversión, de temor… y aprender a resolverlas. Es necesario, por tanto, separar de forma clara la actitud de la otra persona de la reacción que uno mismo pueda tener, aunque pueda parecer algo automático o inevitable. Ten en cuenta que en cualquier situación en relación con los demás hay cabida para el aprendizaje.