La sonrisa es quizás la expresión facial más reconocible que tiene el ser humano, un reflejo de emociones tan personales como la felicidad o la alegría. Desde un punto de vista fisiológico, la sonrisa empieza en nuestros pasillos sensoriales. Vemos a un viejo amigo, tocamos una taza caliente, escuchamos una canción que nos gusta u olemos la comida recién hecha. La respuesta de nuestro cuerpo a estos estímulos sensoriales puede ser una sonrisa.
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Si bien es cierto que lo normal es que este tipo de gestos salgan de forma natural y genuina, hay algunos contextos en los cuales las sonrisas falsas o fingidas son necesarias. Desde que la ciencia investigó por primera vez este característico gesto humano, allá por el siglo XIX cuando el anatomista francés Guillaume Duchenne publicó Mecanisme de la Physionomie Humaine (1862), se ha dedicado especial atención a la diferencia entre las sonrisas genuinas y las falsas.
"No todas las sonrisas son iguales", escribió el psicólogo portugués Armindo Freitas-Magalhães en un capítulo monográfico sobre la psicología de la sonrisa para la Encyclopedia of Human Behavior (2012). Y describió cómo los análisis de laboratorio había conseguido identificar los patrones que caracterizan la sonrisa genuina, las espontáneas, y las de Duchenne.
Un indicador que hay que tener en cuenta, según relata Freitas-Magalhães, es que "la sonrisa está controlada por la emoción". Las sonrisas genuinas, describe en el ensayo, "implica la activación de los músculos que rodean la boca y los ojos, revela alegría e implica al córtex motor, al músculo que rodea el ojo (que controla el movimiento de los párpados) y a la amígdala".
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En cambio, explica, "en la sonrisa falsa intervienen estructuras cerebrales conscientes y las cortezas motora y premotora, con los ojos desviados y la contracción deliberada de los músculos que rodean la boca para sacar los labios hacia fuera, y también intervienen las cortezas premotora y motora, la corteza frontal y los músculos cigomático menor y mayor".
Esto significa que estos dos tipos de sonrisa están controlados por dos partes completamente distintas del cerebro. La sonrisa social o fingida está controlada por el córtex motor, mientras que la sonrisa de las emociones se activa por la acción de los gánglios basales que responde al sistema límbico —las estructuras del cerebro que dirigen las emociones y el comportamiento—.
Los 18 tipos de sonrisas
Son muchos los científicos que recogieron el testigo de Duchenne para continuar desentrañando los misterios de las sonrisas, entre los que se incluye hasta el mismo Charles Darwin en su libro La expresión de las emociones en el hombre y en los animales (1872).
El padre de la Teoría de la Evolución, refiriéndose al trabajo de Duchenne, llegó a la conclusión de que aunque las diferencias entre ambos tipos de sonrisa son casi indistinguibles, cuando se ponían dos fotografías con sonrisas distintas delante de un sujeto, no tenía muchas complicaciones para diferenciarlas.
Desde la anatomía, la antropología y la psicología se han explorado los distintos tipos de sonrisas, y estas disciplinas han partido de los descubrimientos de Duchenne: toda sonrisa implica la contracción de los músculos cigomáticos mayores, que elevan las comisuras de los labios.
No obstante, en una sonrisa verdadera también se produce una contracción adicional del orbicular de los ojos, arrugando la piel alrededor de los ojos en forma de patas de gallo. Esto es lo que el psicólogo estadounidense Paul Ekman bautizó como sonrisa Duchenne (en honor al anatomista francés).
Este gurú del estudio de las emociones y las microexpresiones que aparecen cuando estas entran en juego se aventuró, entre otras cosas, a describir una lista de hasta 18 tipos de sonrisas dependiendo de las emociones y los contextos en los cuales aparecen:
- La de cortesía fija.
- La avergonzada (no conozco a nadie).
- La de alivio con los labios apretados (vaya, ha estado cerca).
- La agotada (la de la felicidad tras una larga carrera).
- La sádica (destila especialmente celos).
- La exasperada (expresa nuestro enfado).
- La complaciente (se toma las malas noticias con resignación; todo acabará pronto).
- La diplomática (sonrisa "profesional").
- La extasiada (la vida es maravillosa).
- La exagerada (imitación de alegría, un poco forzada).
- La preocupada (la situación es realmente incómoda).
- La despectiva (uno es secretamente un poco rencoroso).
- La irónica (bienvenido al sarcasmo).
- La falsa (para ocultar una emoción de debilidad).
- La encantada (delante de un bebé).
- La cálida (la de una madre que anima a su hijo).
- La meditativa (búdica, llena de compasión).
- La amorosa (la más comunicativa).
¿Cómo diferenciar una sonrisa verdadera de una falsa?
A menudo, es una tarea imposible diferenciar una sonrisa de verdad de una falsa. Hay personas que lo hacen muy bien. No obstante, la ciencia ha podido arrojar luz sobre lo que caracteriza a las primeras. De acuerdo con Ekman, la clave está en saber diferenciar lo que él llama el marcador de Duchenne.
En una investigación conjunta de Ekman y otra de las mentes más reconocidas en el estudio de microexpresiones, Mark G. Frank, se enumeraron hasta otros cuatro indicadores para distinguir una sonrisa de placer (o verdadera): la simetría de la cara, la sutileza, la duración (entre medio segundo y 4 segundos) y la sincronía de la boca y los ojos.
"En una sonrisa, la ausencia de movimiento en la parte externa del músculo que orbita el ojo (orbicularis oculi pars lateralis, en latín o AU 6 en términos FACS) distingue una sonrisa fabricada de la auténtica", explica Ekman en una publicación de su página web. "Si la sonrisa es leve o moderada, es fácil detectar la ausencia de este movimiento porque no hay patas de gallo y las mejillas no se elevan por la acción del músculo, que estrecha la abertura ocular".
Incluso si sabiendo esto no eres capaz de distinguir las sonrisas falsas, o si eres una de esas personas que la utiliza como máscara para camuflar emociones negativas, debes saber que todas las sonrisas tienen un valor terapéutico muy positivo. Varios estudios han relacionado la acción de sonreír con una mejora de los mecanismos que tiene el organismo para enfrentar el estrés, disminuir la frecuencia cardiaca en situaciones tensas, reducir la presión arterial y hasta tener una vida más longeva.