En el ajetreo de la vida moderna, el estrés se ha convertido en un compañero constante para muchos. La frustración, los nervios o el enfado son emociones que nos acompañan muchas veces y, que además, es muy difícil desprenderse de ellas cuando están en su punto culminante.
[¿Migrañas, problemas estomacales y dolor muscular? Puedes estar sufriendo estrés navideño]
Es cierto que el estrés es una respuesta fisiológica que nos ayuda a estar alerta, y, por lo tanto, a prepararnos para afrontar diferentes situaciones: amenazas, eventos peligrosos o momentos inesperados.
Todos pasamos por el estrés y por sus consecuencias a lo largo de nuestra vida, sin embargo, cuando este estado se prolonga en el tiempo puede llevar a provocar cambios en nuestro cerebro.
Puede ejercer un impacto profundo en diversos aspectos de nuestra salud, en nuestro estado de ánimo, nuestra capacidad de concentración o la función cognitiva.
Uno de los aspectos más notables de esta influencia se encuentra en nuestra memoria. El estrés puede teñir la forma en la que recordamos, ubicamos o relacionamos los objetos en el espacio, más conocido como memoria espacial.
Incluso, puede perjudicarnos a la hora de recuperar recuerdos que previamente hemos almacenado. Son cientos los estudios los que han demostrado lo mucho que afecta el estrés al cerebro, y, por lo tanto, a la pérdida de memoria e incluso disminución del mismo.
¿Cómo afecta el estrés a nuestra memoria?
El motivo por el cual el estrés puede afectar negativamente a la memoria es por la liberación, por parte de nuestro cuerpo, de hormonas como el cortisol. Hemos visto en varias ocasiones las grandes funciones que tienen estos mensajeros químicos, a veces de manera positiva y otras, en cambio, negativamente.
[Una investigación pionera desvela los efectos heredados del estrés: así puede afectar a tus hijos]
Los niveles elevados de cortisol pueden interferir con el funcionamiento normal del cerebro. Cuando nos encontramos ante situaciones de peligro o alerta, la hormona ataca directamente a las funciones que nos deberían ayudar en ese instante.
Todo parece haberse calmado cuando pasa un tiempo y superamos la situación de crisis, en cambio, si esa tensión no pasa, el cuerpo acaba por provocar ansiedad, depresión, migrañas, insomnio o pérdida de memoria.
En este proceso, el estrés crónico puede afectar a diferentes partes de nuestra memoria, como la capacidad del cerebro para formar nuevos recuerdos, lo que dificulta recordar información reciente.
Además, el sentimiento de tensión física o emocional puede perjudicarnos a la hora de la concentración. El estrés distrae nuestra mente y afecta a la retención de la información.
Para entender cómo el estrés afecta a la memoria espacial, un estudio realizó pruebas con ratas entrenadas en el laberinto circular de Barnes. Después de enseñar y entender a encontrar a una caja, separaron a unas de otras.
Uno de los grupos fue sometido a estrés por restricción de movimientos durante una hora, permitiéndoles un período de recuperación de 30 min y el otro permaneció en su hogar sin manipulación.
[La fatiga adrenal o el cansancio del siglo XXI: en qué puede derivar el estrés acumulado]
Las ratas estresadas tuvieron más errores y tardaron más en encontrar la caja en una prueba posterior, indicando que el estrés afecta negativamente la recuperación de la memoria. Además, mostraron mucho menos interés, por lo que el estudio también sugirió que el estrés facilita el olvido, ya que no recordaban el premio.
Por todas estas consecuencias, los expertos recomiendan una buena salud neurológica. Lo cierto es que para ello, no hace falta solo huir de situaciones amenazantes —que en muchas ocasiones es imposible— sino que también influye el estilo de vida que lleves.
Un estilo de vida saludable es clave para estar en forma mental, ya lo decían los latinos "Una mente sana en un cuerpo sano". El sobrepeso y la obesidad afectan negativamente al cerebro, y así lo explica la doctora Alessia Pepe de Quirón Salud.
"El ejercicio físico moderado, aeróbico, como caminar 30 minutos al día, es un estímulo muy importante para mejorar la función cerebral", subraya la especialista.
Además de una vida saludable, también entra en juego un buen descanso, dormir al menos 8 horas cada día y ser regulares a la hora del sueño.
Resulta fundamental manejar el estrés de manera efectiva a través de técnicas de relajación, ejercicio y una buena gestión del tiempo para preservar la salud mental y cognitiva.