Imagina que vives en el mismo edificio que tu antiguo compañero de clase. También que tu profesor. También que tu médico. Eso es lo que ocurre en el pequeño pueblo de Whittier, en Alaska (Estados Unidos), donde el 85% de los 220 habitantes residen en el mismo edificio de 14 pisos conocido como las Torres Begich. De hecho, hasta hace poco, todos los vecinos de la localidad vivían bajo el mismo techo.
Situado al suroeste de Alaska, este edificio es lo último que esperas ver en un lugar tan remoto. Las Torres Begich, que fue un cuartel del ejército estadounidense durante la Guerra Fría, se asemeja a un hotel antiguo y alberga todo lo que una población pueda necesitar: desde una oficina de correos hasta una comisaría o una clínica sanitaria. También alberga una lavandería, una tienda de conveniencia e incluso es posible encontrar una iglesia en el sótano.
La mayoría de los que viven en este gélido pueblo trabajan en la pesca comercial, el turismo o para el ferry y el ferrocarril estatales. El edificio está diseñado de tal forma que los residentes no tengan que abandonar el edificio en el que viven si no lo desean. Se dice que algunos vecinos llevan días, semanas e incluso meses sin abandonar el complejo.
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Jennifer Rogers, una vecina de las torres, contó a CNN que ni siquiera tiene que salir del complejo para llevar a sus tres hijos al colegio. Tan solo tienen que coger el ascensor hasta el sótano y recorrer un pasaje subterráneo parecido a un búnker que conecta el edificio con la Escuela Comunitaria Whittier.
Un pueblo aislado
Las condiciones meteorológicas de Whittier son extremadamente complicadas. Cada año, el pueblo soporta seis meses de lluvia y otros seis meses de nieve. Todo ello aderezado con vientos de hasta 128 kilómetros por hora. No es de extrañar que las Torres Begich se construyeran como un búnker.
Hasta hace no mucho tiempo, el acceso en invierno a Whittier dependía en exclusiva del tiempo. Sólo cuando hacía buen tiempo, era posible llegar en barco o en tren. Hoy en día, es posible llegar a través de un túnel de un único carril, aunque con un estricto horario.
Los habitantes del pueblo tienen que organizar sus vidas en base a cuándo pueden pasar por el túnel. El sentido del túnel cambia cada media hora y si se te hace tarde —concretamente a las 10:30 pm— ya no podrás volver a casa.
Una familia gigante
Para los habitantes del pueblo, sus vecinos son como su familia. Todos se cuidan unos a otros. Jenessa Lorenz, hija del alcalde y de la secretaria de la escuela, señaló a USA Today que el edificio es como una gran comunidad. Su familia había vivido en Anchorage —la mayor ciudad del estado que está a unos 100 kilómetros de Whittier—, pero decidió mudarse hace una década a este pueblo rodeado de montañas y naturaleza.
“Cuando vivíamos en Anchorage, no era lo mismo. Whittier se siente como en casa, todos nosotros en este edificio, somos una comunidad enorme y nos encanta”, apuntó Lorenz.
Erika Thompson, profesora del colegio, considera Whittier como un "hogar". "En general, conoces a todo el mundo. Es una comunidad bajo un mismo techo. Tenemos todo lo que necesitamos", explicó al medio estadounidense NPR. De hecho, indicó la docente, para los niños estar en el colegio es como estar en casa, ya que no tienen que salir a la calle.