8 buenas razones para viajar a Tenerife
Entre las razones para visitar la isla están sus playas de arena negra, un mar salvaje con imperiales acantilados, ancestrales bosques de laurisilva y verdes barrancos donde aguacates y mangos crecen alegremente.
13 agosto, 2022 00:12A pesar de no ser un destino nuevo, de hecho se trata de uno de los más populares, no sólo de nuestro país sino de toda Europa, la mayoría de viajeros que ha visitado Tenerife, incluso que lo visita de forma regular, no conoce todo lo que tiene que ofrecer.
Muchas veces confusos por las imágenes de playas de arena blanca con aguas tranquilas y palmeras, tan populares en foto pero realmente tan poco frecuentes en la isla, muchos visitantes se pierden sus auténticas playas de arena negra, su mar salvaje con sus imperiales acantilados, sus ancestrales bosques de laurisilva y sus verdes barrancos donde aguacates y mangos crecen alegremente para disfrute de todos.
Aunque existen cientos o tal vez miles de razones para viajar a la mayor isla de las Canarias, hemos elegido ocho de la mano de Miguel Villarroya, director general de la cadena Spring Hotels. Como “godo”, que es la forma que utilizan los canarios para referirse al resto de españoles, nos selecciona sus motivos favoritos para viajar o incluso instalarse en la isla a la que él llegó hace 12 años y de la que, por el momento, no piensa moverse.
1. El clima
Las Canarias tienen fama de islas calurosas, pero nada más alejado de la realidad. Los benditos vientos alisios hacen que la temperatura media en Tenerife sea de 23º con una humedad más baja que la del Mediterráneo, lo que obliga a llevar durante todo el año en el coche un traje de baño pero también un jersey (o suéter, como prefieren llamarlo aquí). Sí, también en pleno agosto, cuando España se achicharra y el ventilador es un complemento indispensable en los dormitorios pero aquí basta con dejar la ventana abierta.
2. Los precios
Llegar a la isla en las temporadas de mayor demanda puede llegar a ser caro por los precios de los vuelos, pero la realidad es que una vez aquí la vida es bastante económica, empezando porque hay un montón de planes fabulosos que no exigen gasto como ir a la playa o hacer una ruta a pie. Pero también es cierto que casi todo es más barato aquí: la gasolina, los hoteles, la restauración -incluidos los bares y chiringuitos a pie de playa- e incluso la joyería y la electrónica, que ahora menos desde la llegada de las compras online, pero durante años Canarias fue un paraíso para la compra de aparatos de música, cámaras y televisores que los turistas facturaban en grandes cajas junto a su equipaje.
3. La gente
En todo sitio cuecen habas, por supuesto, pero una de las cosas que más destaca de Tenerife es la gente local, por lo general simpática, trabajadora y predispuesta a hacer que los visitantes tengan una buena experiencia durante sus vacaciones. La mayoría es capaz de chapurrear un poco de inglés, alemán y francés y de ofrecerse de guía a todo el que pregunte, explicando detalles de su isla con un orgullo que no se encuentra en muchos lugares.
4. El deporte
El clima, la diferencia de altitud y la temperatura constante del mar convierten Tenerife en un paraíso para el deporte. Lleva años siéndolo para surfistas, que encuentran aquí el mejor rincón del Hemisferio Norte para entrenar en invierno y para campeones europeos de voleyball, pero también para corredores y ciclistas, que ponen a prueba su fuerza y su corazón en rutas en las que pasan de 0 a 2.000 metros en un mismo entrenamiento. Aquí llegó la Vuelta Ciclista a España en 1989, y aunque la historia oficial habla de que no se ha repetido la visita por problemas logísticos, cuenta la leyenda -y algunos de sus organizadores- que la realidad fue que las etapas que se realizaron fueron auténticos “rompepiernas” para los mejores escaladores del momento.
5. El paisaje
Las playas no son infinitas, pero sí originales y muy fotogénicas, con su arena negra y su mar salvaje. Las montañas altas, los acantilados espectaculares y los tonos verdes del norte se diferencian de los marrones del sur como si fueran continentes distintos. El mar de nubes que se disfruta en cuanto se sube por encima de los 1.000 metros es un espectáculo que en pocos sitios se ve con tanta facilidad, y el azul del cielo es de un azul casi endémico, como endémicas son algunas plantas como los tajinastes, que crecen en los lugares más altos de la isla y que con su curiosa forma y colores son de los elementos más sorprendentes, especialmente en el mes de junio cuando florecen regalando imágenes inolvidables.
6. La seguridad
Parece una tontería pero no lo es, y cada vez menos. En esta isla la seguridad se percibe desde diferentes aspectos: seguridad jurídica, protegida por el amparo de la Unión Europea, seguridad sanitaria, con hospitales repartidos por toda la isla -públicos y privados- que ofrecen atención en distintos idiomas, y seguridad personal. Éste es un lugar en el que los niños aún juegan libres en la calle y las playas, los jóvenes cogen autobuses -o guaguas- sin miedo, las casas no necesitan barrotes y las noches son entornos seguros para todos.
7. La gastronomía
Es una de las cosas que más sorprende de la isla, por su historia pero también por las novedades que se han instalado estos últimos años, que se suman a un recetario local muy rico con recetas tradicionales y sobre todo productos propios de muy alta calidad. Villarroya habla con entusiasmo de los camarones que come en sitios sin pretensiones como las cofradías de pescadores de Tajao o Punta del Hidalgo, las carnes de los guachinches del norte o los bodegones de La Esperanza y los pescados de sabores sorprendentes que sólo pueden encontrarse en Canarias, como el cherne o el gallo canario (también llamado cochino), y que se pueden disfrutar en restaurantes tradicionales de Arona, el puerto de Los Abrigos o La Caleta.
Sus últimos descubrimientos culinarios se centran en las arepitas de tartar de atún de Bárbaro, en Santa Cruz, y las croquetas de cochino negro en el Mirador de San Pedro, desde donde por cierto se ve un atardecer inolvidable, y cada día aparecen nuevas propuestas interesantísimas de la mano de jóvenes cocineros que están llevando la gastronomía local al más alto nivel.
Mención especial merece el vino, que antes del turismo fue el principal motor económico de Canarias, y que es único por sus variedades de uvas endémicas blancas y tintas y por la pureza de sus cepas, que no sufrieron la filoxera que en el resto de Europa obligó a injertar variedades americanas cambiando su ADN. El periodista Harold Heckle, un experto en vinos, suele decir que ‘Si Julio César levantara la cabeza el único vino que reconocería sería el canario’, por ser el único que conserva esas características de la antigüedad.
8. Los rincones de baño
Hablar sólo de playas sería quedarse corto en una isla que, sin tener en sus paisajes ríos ni lagos, ofrece charcos y piscinas en la costa creados a partir de múltiples erupciones de sus volcanes a lo largo de los años.
En playas existen muchas opciones. En el sur destaca la playa de El Médano y Playa de Las Américas, con una de las mejores olas para practicar surf, que se mantiene constante a lo largo del año. En el norte destacan las de arena negra como la de El Bollullo o su vecina Los Patos; y también es digna de mención la de Benijo, en Anaga, cuya ruta de acceso en coche muestra uno de los paisajes más espectaculares de la isla, con sus curvas y roques.
Pero ahí no terminan las opciones de baño, los charcos y piscinas naturales son una alternativa para los que buscan un baño más tranquilo, con menos gente y sin mancharse de arena. Villarroya destaca la zona de La Jaquita, en el pueblo de Alcalá; y Garachico, en la cara norte de la isla.
Una isla infinita para vivir muchas veces.