La primavera es la mejor época para disfrutar de uno de los rincones con más encanto y de mayor belleza de toda Extremadura. Se trata del Valle del Jerte, que es en esta época cuando reproduce su mejor cara gracias a la floración de sus campos y de sus cerezos. Dos o tres días son suficientes para recorrer los lugares más emblemáticos de esta zona, que se encuentra en la provincia de Cáceres y está formada por once municipios llenos de encanto y belleza. Sus grandes protagonistas son los cerezos, que con la llegada de la primavera florecen y dejan un auténtico espectáculo natural a la vista.
Se calcula que hay en torno a un millón y medio de árboles, por eso el manto blanco que se recrea con sus flores es una fantasía. Pero esta zona también destaca por ser un lugar en el que la naturaleza, el silencio y la vida rural cobra su máximo esplendor, siendo un escenario perfecto si lo que estás buscando es desconectar del trabajo y del ajetreo del día a día de la ciudad.
En el Valle del Jerte hay diferentes hoteles y alojamientos rurales con un gran encanto, bares y restaurantes para disfrutar de la fantástica gastronomía extremeña y, también, diferentes actividades de ocio y cultura, rutas senderistas y mucha vida al aire libre para vivir la naturaleza en su estado más puro.
El cerezo en flor
Uno de los motivos por los que tienes que hacer una escapada al Valle del Jerte es para ver el gran espectáculo de la floración de los cerezos. Se produce entre finales del mes de marzo y principios de abril, variando un poco estas fechas en función de cómo hayan sido las condiciones meteorológicas en las semanas previas durante el invierno.
Las laderas de este valle cacereño se cubren de un color blanco gracias a la flor de los cerezos, y esto atrae a un gran número de turistas cada año. Una de las mejores formas de conocerlo es hacer un recorrido en coche por las sinuosas carreteras que discurren por ambas laderas. Mientras disfrutas de estas flores, de telón de fondo tendrás las montañas nevadas, que otorgarán a la escena una mayor belleza.
Los pueblos, otro emblema
No todo son cerezos en flor, porque esta zona de Extremadura también cuenta con preciosas poblaciones rurales. Podrás pasear por calles y rincones preciosos, donde la vida se detiene con una arquitectura rural que en varios casos se remontan al medievo.
Podrás ver la arquitectura típica de las casas entramadas, así como casas de piedra en las que se exhiben escudos nobiliarios, símbolos y leyendas. También podrás disfrutar de la visita a iglesias parroquiales y ermitas. En Cabezuela del Valle se encuentra la de Nuestra Señora de Peñas Albas, que data del siglo XVIII y es una de las mejores para visitar.
Las casas con balconadas a ambos lados de las serpenteantes calles también son otro emblema de los pueblos del Valle del Jerte. Además de Cabezuela del Valle, que es uno de los mejores pueblos si lo que buscas es deleitarte con la arquitectura, también destaca Rebollar, donde se encuentran las Casas del Canchal, levantadas sobre grandes moles de granito. Valdastillas también destaca en este sentido, que cuenta con casas adaptadas al entramado del terreno.
Por su parte, Priornal es el pueblo más alto de Extremadura, ubicado a unos 1.200 metros de altitud. Es desde él desde donde se puede observar todo el Valle del Jerte, además de disfrutar de uno de sus productos típicos. Y, por último, conviene destacar a Jerte, que es por el que transcurre el río que da nombre al valle. Es desde esta población desde donde salen tres rutas senderistas destacas.
La gastronomía
Por supuesto, las cerezas son uno de los productos por excelencia del Valle del Jerte. Se utilizan como postre, como merienda, como tentempié a media mañana y para preparar platos y postres. Pero la oferta gastronómica de esta zona va mucho más allá.
Conviene resaltar la pitarra, un vino casero producido en la zona, además de los guisos, entre los que destacan las migas con pimentón de La Vera acompañadas de torreznos y papas fritas. A ello hay que sumar las sopas canas, las sopas de tomate y las de ajo.