Soria es una de las provincias más desconocidas del panorama nacional. También es la región que más sufre los estragos de la despoblación y del éxodo rural, pero no por ello deja de contar con impresionantes rincones y lugares que son fantásticos para hacer un viaje. A lo largo y ancho de esta provincia se encuentran alucinantes espacios en los que el viajero quedará gratamente sorprendido.
No solo pueblos cargados de historia, de reliquias y de impresionantes muestras de civilizaciones pasadas, sino también un territorio dominado por la naturaleza y parajes naturales espectaculares. A continuación, una selección de algunos de los rincones perfectos de Soria en los que podrás disfrutar del aire más puro y de su esencia más mágica.
Medinaceli
Sobre un cerro con vistas al valle del Jalón se encuentra Medinaceli, donde cada vez son más los turistas que llegan atraídos por sus importantes resquicios de civilizaciones pasadas: celtíberos, romanos, árabes y cristianos. En esta localidad podrás disfrutar de una especie de viaje en el tiempo que empezarás en el gran arco de Medinaceli. Sin duda, uno de los pueblos más encantadores y sugerentes de Soria.
En esta localidad soriana se puede contemplar el arco romano, las murallas árabes, el castillo (resto de la vieja alcazaba árabe), la colegiata de Nuestra Señora de la Asunción de Medinaceli, la bella Plaza Mayor, el convento de Santa Isabel o el beaterio de San Román y el nevero árabe.
Salduero
Este pequeño y coqueto pueblo es otra de las localidades que conviene visitar para vivir la esencia que desprende con sus calles empedradas y sus casas de cantería. Entre sus edificaciones destacan la iglesia de San Juan Bautista o la Plaza Mayor, pero si por algo destaca este pueblo es por su río, el Duero, que a su paso por Salduero deja una estampa preciosa del pueblo con el puente que lo cruza.
Calatañazor
Se trata de un pequeño pueblo de aire medieval amurallado y coronado por un castillo. En su entramado todavía se pueden ver casas medievales típicamente castellanas. Además, cerca, en sus alrededores, se encuentra el precioso Sabinar de Calatañazor, uno de los espacios naturales más peculiares de la geografía de Castilla y León.
La Laguna Negra
A unos 50 kilómetros de la ciudad de Soria se encuentra la Laguna Negra, uno de los rincones naturales por excelencia de la provincia. Recibe este nombre por el color oscuro de sus aguas. Pertenece a la Sierra de Urbión y solamente se puede acceder a ella de dos maneras: la primera, andando, modo en el que podrás disfrutar tranquilamente del paisaje que la rodea, o en autobús, que sube y baja hasta la laguna cada media hora.
Castroviejo
Otro de los lugares más alucinantes y sorprendentes de la provincia es el Castroviejo. Se trata de un paraje natural adornado por impresionantes rocas con formas muy caprichosas. Se incluye en Duruelo de la Sierra y para llegar a él hay que coger una senda de tierra que recorre un paisaje casi extraterrestre. Además, en este recorrido se ofrecen unas espectaculares vistas del conjunto de la comarca.
La Fuentona
Entre los espacios naturales de esta provincia conviene mencionar también a La Fuentona, un manantial natural que da lugar al nacimiento del río Abión. El conjunto de la surgencia y su entorno natural fue declarado en 1998 monumento natural. Para visitarlo hay que pagar cuatro euros y se accede hasta ella recorriendo un camino a través de un sabinar. En este lugar podrás disfrutar de las truchas que habitan en él.
Soria capital
No conviene terminar esta lista sin mencionar a Soria capital que, a pesar de las bajas temperaturas que soporta en invierno, puedes sentir la cercanía y calor de sus gentes. Algunos lugares que más merecen ser visitados en una visita a esta ciudad son la Iglesia San Juan de Rabanera, la Iglesia de Santo Domingo, los Arcos de San Juan de Duero, la Plaza Mayor, el Palacio de los Ríos y Salcedo o el del Vizconde de Eza, la Ermita de San Saturio o la concatedral de San Pedro.
Además, una preciosa y fascinante actividad que realizar en Soria es la ruta por la Soria literaria, ya que varios escritorios de reconocido prestigio, como Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado o Gerardo Diego, dejaron huella en la ciudad.
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