Existe un magenistmo inherente a toda villa marinera, a esas pequeñas poblaciones que guardan una amplia tradición y cultura vinculadas al mar. Galicia cuenta con cerca de 1.500 kilométros de costa, una extensión que alberga una impresionante diversidad paisajísitica así como númerosos pueblos marineros repletos de encanto. En la comarca do Salnés, el barrio de San Tomé do Mar (o Santo Tomé) es uno los mejores ejemplos y uno de los lugares más pintorescos del muncipio de Cambados.
Este barrio cambadés conforma una de las tres antiguas villas independientes ―junto con la de Cambados y Fefiñáns― que se fusionaron para dar lugar a la actual localidad. Las particularidades de cada una de ellas se han mantenido en el tiempo, configurando uno de los conjuntos urbanos más interesantes y singulares de las Rías Baixas. San Tomé do Mar se encuentra situado a escasos metros del casco antiguo; al que podremos acceder tras un agradable paseo desde el núcleo central por la peatonal de la calle Hospital. El monumento más característico de este barrio marinero es la Torre de San Sadurniño, un auténtico reducto de historia con vistas a la ría de Arousa.
Un barrio repleto de encanto e historia
San Tomé de Mar es, con toda probabilidad, el núcleo habitado más antiguo de Cambados, conocido antiguamente como Vila Vella. Edificios recubiertos de conchas ―técnica tradicional utilizada para el aislamiento de humedades―, grandes y pequeñas balconadas o galerías con vistas al océano y tabernas típicas, entre otros elementos, dotan de un acentuado aire marinero a las calles de la villa.
Más allá del atractivo paisajístico del entorno, en San Tomé también podremos encontrar buenos ejemplos de la arquitectura tradicional gallega, tales como el Pazo Montesacro o la capilla de la Valvanera, ambas construcciones erigidas de manera conjunta en el siglo XVIII. Tanto el pazo como la iglesia fueron construidos por mandado de Diego de Zárate y Murga, siguiendo las directrices del estilo barroco de la época. Hoy en día el interior de esta casa solariega alberga un centro para mayores, rehabilitado después de que la viuda del VIII Marqués de Montesacro cediese la propiedad a las "Hermanitas de la Caridad".
A orillas del mar, entre los muelles de San Tomé y Cambados, conectados a través de un precioso paseo marítimo, cabe destacar el puerto deportivo de la villa, dotado con todas las comodidades para la práctica de deportes náuticos. Serpenteando el litoral de la villa alcanzaremos también el islote de A Figueira, lugar en el que se ubican las ruinas de la Torre de San Sadurniño. Esta pequeña fortaleza formaba parte de los antiguos sistemas de alerta del siglo X, cuya función principal era proteger la ría de las incursiones normandas.
Para culminar el recorrido por la historia del burgo marinero de San Tomé do Mar merece la pena hacer una parada en el Museo Casa do Pescadores, también llamado Casa Jovita. En la actualidad, esta antigua vivienda marinera reconvertida en espacio museístico muestra las artes de pesca, costumbres y estilos de vida que envolvían a las gentes del mar.
Torre de San Sadurniño, el enclave por excelencia
La Torre de San Sadurniño se ha convertido en uno de los símbolos más característicos de Cambados, declarado Bien de Interés Cultural en el año 1994. Frente al barrio marinero de San Tomé do Mar, sobre el islote de A Figueira, se alza la silueta de esta antigua fortaleza, construida allá por el siglo X para la defensa marítima de la villa. Al tratarse de una tradicional zona de marisqueo, para poder acceder durante la pleamar el enclave se mantiene unido a tierra firme a través de un puente de piedra de unos 170 metros de largo.
Pese a ser un lugar visitado y estudiado hasta la saciedad, todavía existen ciertas dudas sobre la historia y creación de la Torre de San Sadurniño. La mayoría de expertos sitúan su origen en el siglo X, aunque historiadores como Sindo Mosteiro sostienen que la fortificación habría sido levantada mucho después, a principios del Siglo XVI y ya como torre jurisdiccional para usos administrativos. De cualquier modo, los muros de San Sadurniño habrían sido testigos de los más fervientes romances e historias. Según se cuenta, por el interior del fuerte han pasado personajes tan representativos como Urraca de León y Castilla, madre de Alfonso VII; Juana Castro, reina consorte de Castilla; María Gómez, infanta de Hungría y amante del noble gallego Paio Gómez de Soutomairo; o María Ulloa, también amante del arzobispo Alonso II de Fonseca, entre otros.
El declive de la construcción comenzaría con las revueltas irmandiñas, entre 1446 y 1470, aunque fue reconstruida a lo largo del siglo XIV. Finalmente sería un fenómeno meteorológico el que acabaría con el fuerte: en 1755 tuvo lugar un terremoto de gran magnitud en Lisboa que afectó a toda la costa occidental. Parte de las murallas y la capilla (de la que ya no quedan huellas) fueron destruidas, dando paso a un largo periodo de abandono que terminaría configurando la imagen actual de la Torre de San Sadurniño.