Enmarcado entre los valles de los ríos Miño y Xuliana, y rodeado por los montes de Paradanta, el municipio de As Neves conforma uno de los destinos turísticos menos conocidos del sur de Galicia pero más valorados entre aquellos viajeros que buscan disfrutar del contacto directo con la naturaleza y los entornos tranquilos. Cabe destacar que más allá de la belleza paisajística que envuelve a este rincón pontevedrés, As Neves también alberga un rico y fascinante patrimonio histórico, arqueológico e incluso gastronómico, lo que lo convierte en un lugar de gran interés también para los amantes de la cultura.
Una de las mejores formas de sumergirse en esta faceta histórica y natural de la localidad es hacerlo a través de la Senda dos Pescadores, un recorrido fluvial y etnográfico de más de 10 kilómetros a través de la ribera del río Miño, que aprovecha además los antiguos caminos utilizados tanto por contrabandistas de la Raia (el famoso estraperlo entre la frontera de Galicia y Portugal) como por pescadores locales para acceder a las tradicionales "pesqueiras", unas construcciones en forma de diques o muros erigidas sobre el cauce del río para la captura de la joya gastronómica de los ríos gallegos: la lamprea.
Una senda de gran valor cultural, natural y etnográfico
Entre los cañones del río Miño y el trazado lineal del ferrocarril, la senda dos Pescadores avanza en sus incios paralela a ambos puntos rodeada de frondosa vegetación y abundantes elementos etnográficos, entre ellos las ya mencionadas pesqueiras, los famosos pasos de barca que comunicaban ambas orillas del Miño o las ruinas de la Casa da Barca, un antiguo puesto fronterizo que servía para controlar el estraperlo entre Galicia y Portugal. Dicho paseo se encuentra además en un espacio protegido incluido dentro de la Red Natura 2000, si bien es importante señalar que esta zona también estuvo afectada por los multitudinarios incendios que asolaron Galicia en el año 2017. Lo cierto es que desde entonces especies invasoras como el eucalipto o la acacia presentan un gran riesgo para el ecosistema local, si bien existen algunas zonas que conservan el encanto original tras resistir a aquellos devastadores fuegos.
La Senda dos Pescadores tiene su punto de partida en el entorno de la playa fluvial y el área recreativa de Santa Mariña, avanzando por el curso del río hasta el límite natural con el concello de Arbo. Si bien la extensión total de la senda suma más de diez kilómetros en su recorrido completo, la ruta se encuentra dividida en varios subtramos que van uniendo puntos de interés, como el río Termes o la capilla de San Manuel de Medáns o la parroquia de el Padro, hasta pisar suelo arbense. En el caso particular del primer tramo, de unos 3 kilómetros, conecta el área de descanso de Santa Mariña ―donde destaca una ermita del siglo XVIII y una zona con mesas y barbacoas― con la playa fluvial de Guláns. Es importante resaltar que el recorrido ha sido habilitado con escaleras para salvar los desniveles más pronunciados, así como con bancos para descansar y miradores para disfrutar de las impresionantes vistas hacia el río Miño.
Una de las grandes singularidades de esta ruta tiene que ver con la historia del estraperlo en la frontera entre Galicia y Portugal, un intercambio comercial entre ambos países que a ojos de las autoridades se convirtió en una auténtica actividad delictiva y perseguida. En aquellos años los contrabandistas de la Raia consolidaron esta actividad ilegal como la única alternativa de subsistencia ante el hambre y el señalamiento político de la posguerra española, muy habitual hasta finales de los años 50. De hecho, a lo largo de toda la senda dos Pescadores también se pueden divisar varias casetas o garitas situadas en ambos márgenes del río Miño y que formaban parte de la vigilancia aduanera del río Miño.
Breve historia de las primeras "pesqueiras" del Miño
Desde su nacimiento en la Serra de Meira hasta su desembocadura a la altura de A Guarda, el río Miño siempre ha sido uno de los grandes motores económicos y fuente de recursos para las comarcas y localidades ribereñas por las que transcurren sus aguas. En el ámbito pesquero, una de las actividades más productivas en este gran río gallego tiene que ver con la pesca de la lamprea, el "dinosaurio" más sabroso de las aguas gallegas. Esta y otras especies (como la trucha o el salmón) se llevan capturaban desde hace décadas en las majestuosas pesquerias manteniendo unas técnicas ancestrales, artesanales y sostenibles.
Lo cierto es que estas construcciones líticas forman parte de la cultura, tradición y estilo de vida de las comunidades del Baixo Miño a ambos lados de la frontera. El origen de estas estructuras típicas se remonta hasta la Edad Media, al menos de forma oficial a través de documentos históricos que hacen mención a su presencia en el paisaje fluvial del micho. De hecho, cabe destacar que durante la Edad Media la posesión de dichas pesqueiras estaba más bien ligada a los monasterios y ciertos estamentos feudales. Por lo general estas autoridades negociaban el derecho de pesca sobre estas estructuras con los habitantes de la zona.