Pablo Fernández Limia era jefe de administración en una empresa pero sabía que quería hacer algo más. Su abuelo, vinculado al mundo de la agricultura, le animó a conocer a un fabricante a quien este vendía patata hacía mucho tiempo y así surgió el germen de Patatas Jaly’s, compañía ourensana de la que hoy es gerente. "La persona que me presentó mi abuelo me enseñó muchísimas cosas y me ayudó a empezar", asegura Pablo, que dio vida a la empresa en 2011.
Si bien la patata gallega tiene fama internacional, Pablo asegura que Xinzo de Limia, en Ourense, es la cuna de este producto. "Tenemos la mejor patata del mundo y aprovechamos eso para combinarlo con una fritura artesanal, como la que hacían nuestras abuelas en la sartén, un proceso lento y hecho con mucho cariño", asegura el directivo.
Así, en unas grandes freidoras industriales la patata se baña en aceite "como si se hiciera en la sartén de casa", cuenta Pablo. Además de los tres ingredientes fundamentales, patata, aceite de girasol y sal marina de gran calidad y baja en sodio, las bolsas de doble capa y un tipo de caja muy resistente que absorve la humedad son los otros "ingredientes" para proteger el producto y lograr el resultado final.
Pablo Fernández Limia explica que su producción se sitúa siempre entre el 50 y el 60% de lo que las máquinas son capaces de fabricar. "Nosotros no queremos ser una patata industrial. No forzamos las máquinas porque eso nos da una calidad extra; queremos una patata limpia y la hacemos a baja temperatura para que no haya problemas con los aceites", explica el gerente de Jaly’s.
Comienzos complicados
Aunque cuando Pablo inició su proyecto tenía claro lo que quería lograr y el producto que quería ofrecer, los primeros años no fueron fáciles. "La introducción de una nueva marca en el mercado siempre es complicado, además eran unos años también complejos después de la crisis el 2008, había una recesión enorme. Los inicios fueron complicados pero bueno, poco a poco y año a año hemos ido teniendo un crecimiento de entre un 15 y un 20% anual", sostiene.
La evolución de esta marca de patatas gallegas ha sido una constante desde su creación. El año que el mercado la vio nacer (2011) fabricaron 20.000 bolsas; hoy producen entre 5.000 y 6.000 bolsas diarias. Un crecimiento que ha motivado ya dos cambios de instalaciones.
Y aunque la pandemia fue también un duro golpe para esta firma de "artesanía" ourensana, también trajo novedades al negocio. "Estuvimos en erte bastante tiempo, porque la pandemia afectaba directamente a nuestros principales clientes que son los hosteleros y sufrimos también la crisis del aceite por la guerra de ucrania", explica Fernández Limia.
Pero a finales de 2020, principios del 21, Jaly’s se convió en el primer fabricante gallego en hacer sabores, una nueva gama de producto que según Pablo "ha tenido una acogida espectacular". "El sabor churrasco se está vendiendo de maravilla y tenemos previsto un nuevo lanzamiento para el día 2 o 3 de septiembre, un nuevo sabor que ya desvelaremos y que yo creo que también va a funcionar", añade.
Apuesta por el territorio nacional
Aunque este producto gallego ha salido de las fronteras nacionales, su gerente asegura que la exportación no es, en este momento, uno de sus focos de actuación. "Antes de la pandemia luché mucho por la exportación, porque me parecía que era una buena opción, con posibilidades, pero finalmente decidí apostar por el mercado más cercano, salir fuera es excesivamente difícil", subraya Pablo Fernández Limia.
El mercado de Jaly’s se centra fundamentalmente en Galicia, Asturias, País Vasco, Cataluña, Castilla y León, y algo en el Levante, detaca el directivo. "Nuestro fuerte es Galicia, donde, como estamos cerca, tenemos la distribución muchísimo más controlada. También vendemos a Francia, Alemania, Eslovenia, hemos enviado a Polonia, y estamos con unas pruebas, en las que ya hemos enviado 20 o 30 palés, a China", cuenta.
Sobre el mercado asiático Pablo asegura que es realmente complicado. "Necesitas un exportador sí o sí. Aún así estamos haciendo esta prueba porque nos vinieron a buscar".
Los objetivos marcados por la compañía a corto plazo no estarán centrados en la exportación, sino en el territorio nacional. "Vamos a dedicarnos al mercado nacional que es lo que controlamos y lo que sabemos, vamos a seguir con nuestro producto de calidad que es la patata de Xinzo", dice Fernández Limia. Levante, Cataluña y Portugal serán ejes clave para la empresa en 2023.
Al proyecto que Pablo imaginó y que, además de hacerse realidad, ha crecido a doble dígito durante sus 11 años de recorrido, le quedan muchas historias que contar. Historias que, como su producto, también se cocinarán a fuego lento.