Vigo es una de las urbes gallegas de mayor tamaño. El pasado 2020, el INE recogió el dato de que 296.692 personas habitaban en la ciudad. El crecimiento es constante año a año. ¿Cómo se adapta entonces el entorno urbano a la acogida de nuevos ciudadanos? ¿Cómo se perfila una ciudad que no para de extenderse?
Para entender la configuración de Vigo, así como sus posibles vías de expansión, es necesario echar la vista atrás y recordar.
Un desarrollo ligado a la industria
Jesús M. González Pérez y Alejandro López González publicaron en el 2003 un extenso artículo desgranando la dinámica demográfica y el planteamiento urbano de Vigo desde 1960. Los autores concluyen su texto de esta forma: "Desde 1960 la ciudad de Vigo vivió una fuerte transformación, lo que llevó a un incremento espectacular de su población. Pero, en cambio, fue incapaz de gestionar esta gran expansión, sometiéndose a una filosofía marcadamente desarrollista y a los intereses especuladores de propietarios y constructores".
Nos remontamos a 1947. Este año se aprueba el decreto ley que concedía a Vigo la creación de la Zona Franca, lo que permitía potenciar actividades industriales, comerciales y de servicios en el municipio. Diez años más tarde aterriza en la ciudad Citroën. Estos dos factores son claves para el despegue demográfico: el proceso de industrialización de Vigo necesitó trabajadores procedentes tanto de la ciudad como de otras localidades.
Como señalan en su trabajo González Pérez y López González, entre 1960 y 1996, la población de Vigo aumentó en más de 140.000 habitantes. De esta manera, se estableció un modelo de desarrollo territorial "desequilibrado", en el que el núcleo urbano se benefició de la llegada de personas, mientras las áreas rurales interiores fueron quedando despobladas. Vigo se convirtió así en un "foco de atracción de la población emigrante que busca trabajo industrial".
Los barrios que más crecieron en los años 60
En 1966 llegaron los primeros inquilinos del barrio de Coia, que en ese momento era un proyecto de 35 casas de protección oficial construidas por la Promotora Benéfico Popular en colaboración con la Caja de Ahorros Municipal de Vigo. Fue la zona predilecta por los emigrantes de otras provincias gallegas que se asentaron en la ciudad para trabajar.
Vigo recibió en esos años mucha población procedente de municipios vecinos como Redondela, o las zonas del Val Miñor, el Morrazo o A Louriña. Los barrios que registraron un mayor aumento fueron Coruxo y Alcabre, en los que se vivió un proceso de periurbanización y se convirtieron en zonas de carácter residencial en las que sus habitantes continuaban trabajando en el casco urbano. El vecindario de Cabral también creció considerablemente debido al asentamiento del grupo de empresas Álvarez.
Una expansión estancada con movimientos a la periferia
En la década de 1980, como explican González Pérez y López González, Vigo entra en un periodo de inestabilidad laboral y baja producción industrial causados por la reconversión del naval y la crisis de Citroën. A pesar de que aumenta el desempleo, la ciudad olívica continuó recibiendo flujos migratorios del interior de Galicia. El éxodo rural no se frenó.
Todas estas condiciones motivaron movimientos de suburbanización en las áreas colindantes de Vigo que años atrás habían emigrado en sentido contrario: Redondela, Morrazo o Val Miñor crecieron gracias al traslado de la población más joven. Sobre todo la primera, que conecta con Vigo a través de Chapela.
Así, en esta época crecieron los barrios de la periferia, tanto los litorales como el de Oia como los interiores, por ejemplo Valladares. Al mismo tiempo, los vecindarios más céntricos (García Barbón y Rosalía de Castro) perdieron gente "por la terciarización del espacio y la expulsión de sus habitantes".
2021: ¿cómo está configurada la ciudad?
Todo ese desarrollo exponencial que comenzó en los 60 se ha traducido en una ordenación urbana dividida en zonas muy diferentes. Todos los barrios de Vigo fueron en un pasado parroquias independientes, con su propia idiosincrasia, por lo que en su proceso de adherencia al casco urbano han ido conservando ciertos elementos que no "concuerdan" con el resto de la ciudad.
Nos referimos a las zonas de Vigo que todavía presentan un aspecto rural, como el barrio de Candeán o Cabral. Las conexiones de transporte público con el resto del casco urbano no son fluidas, ya que son vecindarios con una menor densidad de población. Por ello, también son las áreas más baratas donde alquilar o comprar una vivienda.
Vigo se ha regido desde el 2015 con un Plan General de Ordenación Municipal (PGOM) obsoleto, del año 93. El PGOM es la norma jurídica de obligado cumplimiento que recoge y regula las acciones y proyectos de crecimiento de la ciudad. En 2008 se aprobó un nuevo Plan que fue anulado seis años más tarde por el Tribunal Supremo.
El PGOM que regía hasta este momento, el de 1993, se basaba en la idea de que crecimiento significa extensión. Promovía la idea de que crear proyectos masivos de construcción de vivienda era lo ideal para una ciudad; tenemos como ejemplo más claro San Paio de Navia. Pero hoy en día, como señala el arquitecto vigués Gabriel Rodríguez Calvo, el urbanismo va por otros derroteros.
El Vigo del futuro
Este verano ha salido la noticia: un nuevo Plan de Ordenación Municipal está en camino. El arquitecto Gabriel Rodríguez explica que con este PGOM se promoverá la visión urbanística actual: lo importante para Vigo ahora no es crecer a lo ancho de su periferia, sino invertir en rehabilitación y regeneración interior. En otras palabras, trabajar y cuidar los espacios que ya se tienen, lo que resulta más económico y más responsable en términos medioambientales.
Un ejemplo de regeneración interior es el trabajo que se ha hecho desde la creación del Consorcio Casco Vello en el 2005. Este organismo invirtió alrededor de 30 millones de euros en rehabilitar y recuperar el casco histórico de Vigo, promoviendo proyectos arquitectónicos "modernos pero coherentes con la fisionomía del barrio".
Otras muestras de cómo va a evolucionar la ciudad es el proyecto del Barrio do Cura, que rescata una zona deteriorada para construir un conjunto residencial y comercial con vistas al mar. También está en marcha la obra de la promotora Avantespacia en la calle Jacinto Benavente número 15, tras el auditorio Mar de Vigo; una urbanización de 155 viviendas colectivas. En ese emplazamiento se encontraba antes una fábrica en ruinas.
El arquitecto Rodríguez Calvo afirma que el futuro pasa por regenerar el frente marítimo (actualmente se está arreglando la avenida de Beiramar), cuidar los espacios públicos y tener en cuenta la creación de zonas verdes que den servicio a todo Vigo. Es importante que existan servicios públicos y viviendas asequibles que atraigan a las personas a los barrios. De esa forma, Vigo crecerá alejada de esa expansión caótica que ha manejado la ciudad desde los años 60.