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Aarón García, gallego residente en Israel: "Irme ahora sería como abandonar el barco"
Trabaja en Israel desde hace ocho años como guía turístico y asegura que en este país la vida y la muerte están siempre presentes, algo que le ha provisto de una "piel de cocodrilo". Aunque ahora convive con el sonido de las sirenas y se ha quedado temporalmente sin trabajo, no contempla volver a España
10 octubre, 2023 05:00Aarón García estudió Política Internacional, tiene 42 años y nació en Vigo -a donde vuelve, al menos, un par de veces al año-, pero, desde hace ocho años, es guía turístico -en español, inglés e italiano- en Tel Aviv (Israel), en donde, asegura, están "mi vida y mi casa". Aunque intenta mantener la tranquilidad, actualmente convive con los sonidos de las sirenas, la entrada a los refugios y los estruendos derivados de una grave situación bélica -la que se vive en Israel y en Palestina- que, además, le ha dejado temporalmente sin trabajo. Apostilla que, esto último representa "el menor de los problemas", pero tampoco contempla la posibilidad de regresar a su Vigo natal: "Irme ahora sería como abandonar el barco".
El guía cuenta que, en estos momentos, intenta estar informado y acompañado por sus amigos residentes en Israel, con los que comparte "un estado de preocupación absoluta" y de atención "permanente" a las noticias "a ver qué nos dicen y qué no nos dicen". Relata, también, que el país ha llamado a los jóvenes de entre 21 y 35 años a los frentes.
El vigués explica que escucha desde su vivienda, en pleno centro de Tel Aviv, cómo suenan las sirenas y de qué manera explotan los cohetes encima de los tejados: "En ocasiones alcanzas a verlos, y ya no es la primera vez que caen en las casas. Esto en Tel Aviv, si llegas a vivir más cerca de la frontera con Gaza… Allí caen a gusto", relata. "A Tel Aviv poco llega y la ciudad tiene muchos edificios, entonces está bastante protegida en ese aspecto. Además, todas las casas nuevas tienen refugios. Desde que suenan las sirenas tienes 40 segundos o un minuto para encontrar refugio", añade.
No es la primera vez que Aarón vive un momento difícil en este país. "Antes de estar aquí -dice en alusión a Tel Aviv-, trabajé para una agencia de las Naciones Unidas como observador de los derechos humanos en Belén. Ahí me llevé el primer palo", reconoce. "Aquí, como digo, ya he vivido lo de los cohetes, atentados, una bomba… Parece increíble, pero lo acabas normalizando. Dices, ‘otro martes en el Oriente Próximo’. Pero esto que acaba de pasar no hay manera de digerirlo", añade. En este sentido, el vigués afincado en Israel recuerda que este Estado "depende de sí mismo para protegerse" y que "este ataque a 700 civiles dentro del Estado supone uno de los días más oscuros de la historia de Israel".
"No tengo miedo"
Cuando a Aarón se le pregunta si tiene miedo responde categórico: "No tengo miedo. Estoy en casa, tengo el refugio a mano y comida. Ayer salí y vi una película en casa de unos amigos vecinos. No estoy por la calle", explica. "Es verdad que a todos nos toca esto. El país es muy pequeño y no hay una persona que conozcas a la que no se le haya muerto alguien, tenga a algún familiar en el servicio militar o secuestrado", explica el vigués.
Por todo lo anterior y con la pretensión de tirar hacia delante, el vigués descarta regresar a España: "No me parece motivo lo que está ocurriendo ahora para irme. Los que nos quedamos tenemos que tirar porque lo que está pasando aquí es muy duro. Mi familia, que ya me conoce, me entiende. Me parece que si me voy estoy abandonando el barco", relata. "Es difícil de explicarlo desde el punto de vista que tenéis vosotros -se refiere a la gente que vive en España-. Yo crecí en Vigo. En ningún momento me hubiese planteado estar en un sitio en el que estuviesen cayendo bombas desde el cielo. Duele y está todo el mundo de capa caída. Hay también mucha desinformación"; añade.
El vigués explica que la conocida como "cúpula de hierro", un mecanismo de defensa que neutraliza los cohetes que se envían desde Gaza, está manteniendo la ciudad a salvo. Son las explosiones que escucha más frecuentemente, aunque también se percata de cohetes que no son interceptados. "Cuando suena la alarma ya ves a la gente que se va para el mismo sitio", señala Aarón. "Hoy -por ayer- por lo que he podido ver en las noticias, no cayó nada en Tel Aviv, pero ayer -por anteayer- sí, en el barrio de Florentin. No murió nadie. Sí hubo destrozos", anota.
Restricciones en el sur
El guía turístico puntualiza, por otro lado, que las restricciones con motivo de la situación actual se han establecido en el sur del país: "Alrededor de la franja de Gaza está todo restringido. Hay un despliegue de 300.000 militares. Toda la reserva militar israelí está preparada", relata. No obstante, la situación en Tel Aviv es de relativa normalidad: "Las tiendas están abiertas, aunque no hay colegio y la gente no va a trabajar a no ser que lo hagan en un servicio esencial. Está el país parado en ese aspecto", añade.
En cuanto a su situación profesional, Aarón cuenta que todos los turistas se han ido y que hay mucha gente que está intentando ser repatriada: "Hay aviones y la Embajada Española está siendo súper efectiva", precisa. "En cuanto a mi situación, a mí me han cancelado todas las visitas. Estos tres meses de final de año se consideran temporada alta porque se da el mejor clima. Este mes intentaré entretenerme lo máximo posible, pero, como digo, el trabajo supone ahora la menor de mis preocupaciones. Sé que el turismo volverá y animo a la gente a que, cuando esto pase, visiten Israel porque es un país maravilloso", anota antes de concluir que, de prolongarse esta situación en el tiempo, "no se le caerían los anillos" si tuviera que dar un giro a su perfil laboral.
Un país en el que la vida y la muerte están siempre presentes
Aarón cuenta que en Israel se vive con miedo a la muerte y amor a la vida: "El país fue montado por judíos refugiados de Europa por antisemitismo y holocausto. La psicología israelí tiene esta mochila. Aquí la tragedia nacional es el holocausto, que es parte, incluso, del sistema educativo", relata el vigués. "Aquí tienes la vida y la muerte muy presentes. Cuando hay un atentado y, por ejemplo, se destruye una cafetería, al día siguiente ya está abierta y con todo arreglado. Te están diciendo que siguen adelante, que la vida sigue y que no se pueden permitir llorar. La gente, además, es muy directa. Lo que te tienen que decir te lo dicen", añade.
Lo anterior parece haber calado también en el carácter de este gallego, que confiesa que siente que tiene la piel "de cocodrilo" porque ya ha visto, a lo largo de su vida, "lo mejor y lo peor de la humanidad". Por ello, concluye, una vez más, que "estoy muy preocupado por lo que pueda pasar, pero no tengo miedo. No me lo puedo permitir y no quiero darle energía a un sentimiento que lo único que va a hacer es generarme una sensación de agonía. No tener miedo también es una decisión que tú tomas".