La familia de Déborah Fernández ha recibido, según ellos mismo confirman, "su premio Gordo de Navidad". Nuevos indicios apuntan a que la joven viguesa cuyo cadáver apareció en una cuneta en O Rosal en 2002, tras salir a hacer deporte por la playa de Samil, falleció debido a una inhibición o una sofocación mixta (asfixia por oclusión de los orificios respiratorios junto con compresión torácico abdominal), o una sofocación con objeto blando en las vías respiratorias, en ambos supuesto estaría provocada por segunda persona. A pesar del avanzado estado de descomposición del cuerpo pueden definirse signos que respaldan estas afirmaciones.
Además, según fuentes familiares, fueron diagnosticadas múltiples lesiones causadas en vida, pues tenía infiltrados hemorrágicos, y que afectaban a cara interna de muslo derecho, dos lesiones en cara interna de pierna izquierda y otras en brazo izquierdo y antebrazo derecho.
Estas conclusiones han llegado después tras la revisión de la autopsia por parte de varios expertos, quienes también constataron que no hay ningún signo, cardiopatía u otro indicio que respalde la idea de una muerte súbita por parte de la joven. "Por fin queda descartada la muerte natural", señala la familia de Déborah, quien denuncia el tener que ser ellos mismos los que trabajen "sobre temas sumamente delicados y costosos para nosotros cuando la justicia no está haciendo lo que debe hacer", añaden.