El 30 de abril de 2002 comenzó sin sobresaltos para Déborah. Como todas las mañanas acudió a la escuela donde estudiaba y cursaba su último año. Aquel día, sin embargo, salió antes de clase, ya que se encontraba mal. Horas más tarde, alrededor del mediodía, se dirigió a la peluquería, donde tenía cita para depilarse. Avanzada la tarde decidió salir a correr cerca de su casa, en los alrededores de la Playa de Samil. Se enfundó su ropa deportiva y salió de su casa, por última vez. Una parte del recorrido lo compartió con su prima, a quien le informó que, a pesar de ser festivo, iba a quedarse esa noche en casa y ver una película, que iba a alquilar en el videoclub. Se quedaría en casa a ver “Amelie”. Pero Déborah no llegaría nunca a disfrutar de esa comedio romántica francesa, ya que no fue al videoclub ni llegó a casa. Tras dejar a su prima, emprendió su camino de vuelta y se encontró con un conocido, que la saludó a unos 150 metros de su casa. Eran las 20:45 horas. En ese momento se le perdió la pista, nadie vio nada.