San Sebastián de los Ballesteros es un municipio español de la comarca de la Campiña Sur Cordobesa, en la provincia de Córdoba, fundado bajo la dirección del ilustrado Pablo de Olavide dentro del proyecto Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena con población centroeuropea a partir de 1767.
Un proyecto de repoblación colonizador que llevó a cabo Carlos III en Andalucía, financiado por el Estado debido al interés del monarca de fomentar la agricultura y la industria en esta zona despoblada de Andalucía. Al mismo tiempo, conseguía aumentar la seguridad del Camino Real en este territorio que unía Madrid con Cádiz, amenazado por el bandolerismo.
Gran parte de la población llegada hasta San Sebastián de los Ballesteros eran personas procedentes del centro de Europa y la herencia germana se conserva hoy en día en multitud de apellidos que han ido pasando de generación en generación.
El pueblo con el nombre más largo de Andalucía
Con 32 caracteres, San Sebastián de los Ballesteros es el pueblo con el nombre más largo de Andalucía y ocupa el puesto onceavo entre los nombres más largos de España. Algunos autores admiten que su nombre se debe a que estas tierras pertenecieron a Sebastián Ballesteros que las vendería a la Compañía de Jesús.
Sin pruebas documentadas de esta teoría, otros atribuyen su nombre a la conjunción de "Ballesteros y Gregorio", nombre que se le daba a estas tierras antes de ser de los jesuitas, y al hecho de que Felipe III concediera la jurisdicción y señorío de este territorio el día de la festividad de San Sebastián.
Antes de la colonización, en San Sebastián de los Ballesteros estaban el molino del Rey y la Tahona, dos de los edificios más antiguos del pueblo. El molino del Rey, fue construido por los Jesuitas en la segunda década del siglo XVII, y utilizado para la molturación de la aceituna hasta que en 1767 se les expulsa y el Estado incauta todos sus bienes.
Cuando llegaron los nuevos pobladores, se instalaron donde antes había una hacienda jesuita, a partir de la cual levantaron casas y barrios, y estos colonos continuaron con las labores de cultivo y utilizando el molino del Rey para molturar la cosecha. En el siglo XX el molino pasa a manos privadas y en la década de los cincuenta queda abandonado.
En cuanto a la Tahona, es un semisótano que primero se utilizó como bodega de los jesuitas para, después, servir de almacén de grano para los colonos en tiempos de Carlos III y como horno de pan a primeros del siglo XIX. Llama la atención por su bóveda por aproximación de hileras de ladrillo que arrancan desde el suelo. En la actualidad, se utiliza como Salón de Plenos del Ayuntamiento y para realizar diversas actividades culturales.