La tecnología está ya presente en todos los ámbitos de nuestro día a día, pero hay personas, como los mayores, que encuentran más dificultades para adaptarse a esta nueva realidad.
Pago contactless, apps, chatbots, Bizum, criptomonedas… Hay decenas de nuevos conceptos y herramientas relacionadas con el mundo de la banca que han surgido en los últimos años para hacernos la vida más fácil. Pero no todas las personas se benefician por igual de estas tecnologías. Las personas mayores son el principal ejemplo de que no todos pueden adaptarse a la digitalización al mismo ritmo. En 2020, solo 2 de cada 10 mayores de 76 años usaba la banca online, según los datos del Banco de España.
de los hogares de personas de 76 años o más no utilizaba la banca digital en 2020
de los mayores de 74 años no tenía ningún tipo de tarjeta o no la utilizaba en 2020
Esta situación podía excluir poco a poco a muchas personas mayores del sistema económico, pues se trata del grupo de población que más valora la atención personal y que más utiliza medios físicos como los cajeros. Para acabar con el desequilibrio y reintroducir a los mayores en esta estructura resultan esenciales el asesoramiento y la formación que les permitan estar más conectados con la era digital.
Tras la pandemia las diferencias parecen ir reduciéndose, pues según el informe sobre brecha digital elaborado por la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España, el porcentaje de usuarios de Internet en las personas mayores está aumentando (el 59% ya lo usa, mientras que en 2019 no llegaban a la mitad). La mayoría de los que lo utilizan lo hacen para intercambiar mensajes con familiares o amigos e informarse y leer la prensa, pero después de estas actividades mayoritarias se encuentran las gestiones bancarias.
Uso de la banca online en 2020
La importancia de la educación financiera
La digitalización ha obligado a los mayores a adaptarse a una nueva realidad para la que muchos no se sienten preparados. “Por supuesto que la edad influye, pero no tanto como muchos de ellos creen. Argumentan que esto les ha llegado tarde, que son muy mayores, están solos y se sienten presionados por una sociedad que dicen no tiene en cuenta su situación”, explica Antonio Sánchez Arilla, formador voluntario de educación financiera de Banco Santander.
La entidad es impulsora de varias iniciativas comprometidas con la educación financiera de las personas mayores, como son los programas Educación financiera para Mayores o Finanzas para Mortales. El objetivo de estos programas es permitir la inclusión financiera de las personas mayores educándolas en identidad digital, ciberseguridad y en el manejo de apps, web y otros soportes.
Aunque en un principio pueda haber reticencias a la hora de utilizar las tecnologías de banca digital, asegura Antonio, “reconocen que aunque con más precauciones y más despacio, sí son capaces de aprender y utilizar algunas de estas nuevas herramientas”. Las charlas que imparten los empleados voluntarios de Banco Santander como Antonio se dan en centros de mayores de los ayuntamientos de toda España, en ONGs, asociaciones de amas de casa… Durante la sesión se promueve su participación para que “no se queden con ninguna duda. Finalmente les entregamos un pequeño dossier recordatorio de lo hablado, con ejemplos y precauciones, para que lo tengan a mano en su casa”, concluye.
“Cuando hablamos de banca digital bajamos a explicar detalles básicos que les transmitan pérdida de miedo y sobre todo mucha mucha confianza. Comentamos que todas las entidades tienen su banca digital, que todas hacen prácticamente lo mismo y que todas funcionan con claves que sirven para ver y claves para operar y que estas son distintas”, resume Antonio.
Un ejemplo práctico: “Antes, si iban al banco solo a pedir el saldo o algún movimiento, como les conocía su gestor se lo facilitaban, pero si a continuación querían sacar dinero, pese a que les conocían, les pedían, por seguridad, su firma y DNI. Lo mismo ocurre en la banca digital, les explicamos que hay una clave para acceder y otra para firmar”.
Preocupados por la seguridad
La palabra seguridad es quizá la que más se repite en estas sesiones de formación organizadas por Banco Santander, porque es la cuestión por la que más se interesan y que más preocupa a los mayores, asegura Antonio. La digitalización ha cogido a muchos por sorpresa y, bien por la edad o por falta de formación básica, “tienen miedo y les produce mucha intranquilidad tener que cambiar hábitos de muchos años y las relaciones con su banco”.
Dicha inquietud no es del todo infundada, pues uno de cada cinco delitos en España se cometen en la red. En 2022 se registraron más de 375.000 delitos informáticos, según el informe sobre la cibercriminalidad en España del Ministerio de Interior: un 72% más que en 2019. El 90% de estos ataques son fraudes o estafas informáticas y para prevenirlas es fundamental la concienciación y educación de la ciudadanía.
Algunos consejos básicos
- El PIN: memorizar y no apuntar.
- Nunca un banco pide datos o claves por correo o sms.
- Nunca ningún organismo oficial pide datos personales por estos medios.
- Hay que leer dos veces los mensajes que no son habituales y suenen extraños.
- Las llamadas fraudulentas se intentan con muchas personas hasta que alguna 'pica'. Hay que colgar sin explicaciones.
Algunas de las dudas más comunes que surgen en las sesiones formativas impartidas por los voluntarios del Santander son las relacionadas con la pérdida de las claves y los intentos de fraude en la red, que es la causa principal de miedo e intranquilidad para las personas mayores que participan en estas charlas. Para ello, interviene Antonio, “les contamos múltiples ejemplos y cómo tenemos que actuar. Por ejemplo: el falso correo o sms de una empresa de reparto que te dice que no te han podido entregar un paquete, o el mensaje de tu banco avisándote de que te van a bloquear la cuenta o la tarjeta. Si leemos despacio dos veces esos mensajes veremos siempre nos piden algo. Que pinchemos un enlace. Y siempre hay que hacer lo mismo: no pinchar y borrarlo”.
Otro tema que les preocupa, añade Antonio, “son las llamadas a hora intempestivas. Nuestro consejo es solo coger las llamadas que conocéis y si al descolgar tardan cuatro o cinco segundos en hablar, hay que colgar. Es una máquina”. Las clases que imparte Antonio terminan con una reflexión: “El riesgo cero no existe, pero siguiendo estos pequeños consejos será muy improbable que os timen”.