Imaginamos pocas cosas más repugnantes que intentar hacer política cuando uno escribe un tuit sobre un asesinato machista. Si además tenemos en cuenta que quien escribe es el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, y que precisamente lo que hace es negar la existencia de la violencia de género en su comentario, sus palabras provocan una profunda indignación pública. Esto es exactamente lo que ha sucedido tras el crimen que ha acabado con la vida de Raquel, una joven madre de 32 años que trabajaba de cajera en Palencia.
El que era su pareja, Boris Pascual Martínez, de 36 años, apareció muerto el pasado lunes a primera hora después de haber sido arrollado por un tren en lo que parecía un suicidio. La Policía se dirigió entonces a su domicilio para dar la mala noticia a la familia, pero se encontró con dos niños de dos y siete años velando el cuerpo de su madre: muerta en la cama y con signos de estrangulación. Raquel Carrió Díez es para la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género la víctima número 33 en lo que va de año, la 1.163 desde 2003.
Otros dos asesinatos machistas se han conocido esta misma semana. Uno de ellos en Benidorm, que también ha acabado con el suicidio del asesino, y otro en Málaga, donde se ha hallado el cuerpo sin vida de una mujer que había desaparecido en marzo. Su marido ha confesado. Cuando los datos son tan abrumadores y tan profundamente dolorosos, sobre todo para los allegados a las víctimas y principalmente para sus hijos, negar la incidencia del género y todo lo que implica en estos crímenes parece una broma pesada y en todo caso impropia de un cargo público.
"Propaganda anti-mujeres"
Pero a García-Gallardo le ha parecido una gran idea hacer este comentario. Y lo ha hecho, además, contradiciendo a su socio en el Gobierno de Castilla y León. Así, mientras el presidente Alfonso Fernández Mañueco ha lamentado "un nuevo caso de violencia de género en Palencia", su vicepresidente lo ha descrito como "una tragedia familiar que ha dejado dos huérfanos de 2 y 7 años", como si se hubiese tratado de un accidente y no de un crimen perpetrado por el padre.
Pero a García-Gallardo no le ha bastado eso de equiparar a víctima y a verdugo y ha seguido para bingo: "Pronto, todas las víctimas de violencia serán tratadas por igual y no se alimentarán políticas identitarias discriminatorias por razón de sexo", ha pronosticado, finalizando con el tradicional "la violencia no tiene género" que tanto gusta a la ultraderecha. Todo ello, acompañado de una fotografía del minuto de silencio que se le dedicó a Raquel en la Junta, pero sin rastro de pésames o lamentos.
Y así, habiendo logrado el más difícil todavía, parecía inevitable la lluvia de críticas que sigue cayéndole horas después:
Políticos, feministas y tuiteros anónimos han clamado contra las palabras de García-Gallardo a quien, por surrealista que parezca, también hay gente defendiendo en la red social.