Las interacciones por Wallapop han terminado muchas veces en las páginas de La Jungla por motivos varios y surrealistas, pero quizás ninguno como el que hoy nos ocupa, muy cerca de haber terminado en los tribunales por deseo del comprador. "Iba a vender un libro y voy a terminar en la cárcel", explicaba irónico el vendedor para empezar un hilo con capturas de la conversación entre ambos que ha superado las 30.000 reacciones en Twitter.
"Ha ocurrido un pequeño percance. Me equivoqué al poner el peso máximo del envío de 2 kilos cuando deberían ser 5 porque lo supera. Necesito, si puede, que cancele la compra para que modifique los datos y ya ponerlo de nuevo a la venta, y me lo compra de nuevo si así lo desea", explicaba el vendedor, dando incluso la facilidad de borrar el producto y volverlo a poner a la venta: "Si quiere le dejo mi WhatsApp para que le avise cuando lo vuelva a poner".
Cualquiera habría entendido la confusión y se habría prestado a una solución, pero no este comprador. "No puedo cancelar la compra, incluso tengo retenidos los 18,20 euros a los que se eleva el coste total. De todas maneras, tú has puesto una oferta, yo la he aceptado: tenemos un contrato de compraventa. Yo he cumplido con mi contraprestación y ahora te toca a ti cumplir con la tuya. Todos podemos cometer errores. Tan cierto es eso como que cada uno somos responsables de nuestros actos", respondía tajante.
"No me gustaría demandarte"
Del otro lado, el vendedor encajaba la reacción estupefacto. "Pero vamos a ver, que no puedo entregarlo en Correos porque he puesto un peso menor. Le estoy ofreciendo una solución (...). No va a perder dinero, lógicamente", replicaba. Pero nada funcionaba con su interlocutor, que insistía en que "si aumenta el peso aumenta el precio" y empezaba a ponerse estupendo: "De verdad, no me gustaría demandarte por una tontería como esta. Además, creo que no ha sido de mala fe, pero no me costaría nada".
El vendedor, ya cabreado, le pide que cambie "el talante" porque, dice, "no creo que esa sea la manera de hacer un negocio" y le recuerda que "yo a usted no le debo nada, cancelo la venta del producto y me quedo más ancho que largo". Sin embargo, el otro sigue erre que erre con la demanda, con que "además tendrá que pagar indemnización y mis costas" y con el "principio de vencimiento procesal: quien pierde paga los gastos del otro y la indemnización por los perjuicios ocasionados".
El vendedor, cansado de aguantarle el tono, finalmente decide hacerse un Fernando Fernán Gómez y mandarlo "a la mierda" por su "actitud chulesca", recordándole al otro que "es un puto regalo lo que le voy a hacer porque estos libros están en tienda a 50 euros y se lo voy a dejar por un tercio y encima tengo que aguantar esto. Pues no se lo voy a vender. Y si quiere vaya a los tribunales o a la Audiencia Nacional", le llega a espetar antes de cancelar formalmente la venta.
"Tranquilícese", se atreve a decirle el otro, insistiendo en que "económicamente le puede salir muy cara esta tontería, entre costas e indemmización aproximadamente 2.500 euros" y pidiéndole, como en una película, que "no haga tonterías". Citando artículos del Código Penal, diciendo al comprador que "te recomiendo que te busques un abogado", al final le da la venia después de que el paciente protagonista le haya emplazado a verse "en el tribunal de la calle" y le haya dicho otra frase definitiva: "Has visto mucho Ally McBeal me parece a mí".
Estas son algunas de las reacciones que ha suscitado la controvertida conversación en Wallapop:
Y es que lo mejor en estos casos es tomárselo con humor.