España es una caja de historias de lo más sorprendentes. Si Cartagena fue independiente durante seis meses durante la Primera República, Asturias tomó el guante unos años después, en plena Guerra Civil, cuando fue independiente durante dos meses, en los que llegó a imprimir sus propias pesetas.
Solo un puñado de años antes, entre el 5 y el 19 de octubre de 1934, Asturias ya protagonizó una gran revuelta obrera que tuvo que ser sofocada por el ejército, en una operación liderada por Franco. Cerca de 2000 personas perdieron la vida en ese episodio. Berlamino Tomás fue uno de los líderes de esta insurrección obrera, y volvería a serlo el 24 de agosto de 1937, cuando Asturias fue declarada entidad soberana.
Aislada del resto de la República
Cuando el golpe de estado de 1936 fracasó y estalló la Guerra Civil, el frente norte quedó aislada del resto del terreno republicano, al unirse Galicia, León, Castilla, la Rioja y Navarra al bando sublevado. Separados del resto de territorio republicano, esta región comenzó a actuar de forma autónoma –sin, por ejemplo, comisarios políticos- bajo el mando del Consejo Interprovincial de Asturias y León.
Sin embargo, los avances de la guerra no parecían favorables a los intereses republicanos, con las tropas de Franco tomando tanto Oviedo como Santander. Así que se decidió reestructurar el gobierno, haciéndose con competencias pertenecientes a la República. El Consejo Soberano de Asturias y León tuvo su capital en Gijón y Berlamino Tomás fue su presidente. Fue declarado por decreto el 24 de agosto del 37, dos días antes de la caída de Santander.
La República, molesta con eso de “soberano”
Esta proclamación no sentó muy bien dentro del gobierno republicano. Azaña llegó a calificarlo de “gobierno extravagante” y se refería a él como “gobernín soberano”. En sus memorias aseguraba que Berlamino Tomás tenía una desmesurada ambición de mando. Azaña lo llamó a consultas tras esta suerte de DUI, pero el asturiano no acudió.
Fueron dos meses de altísima tensión. Tras un atentado durante un desfile frente al Ayuntamiento, en el que estaba presente toda la plana mayor del gobierno, se instaló un gran miedo frente al quintacolumnismo y al avance de las tropas de Franco. Ante esta situación el Consejo Soberano llegó a recurrir frente a la Sociedad de Naciones como si fuera un estado. En esta comunicación, se hizo saber al ente supranacional que de continuar los bombardeos sobre la ciudad se fusilaría a todos los presos políticos. Esta comunicación sentó fatal en el Consejo de Ministros de la República que hizo llegar a Tomás su “sorpresa y su disgusto” a través del Ministro de Gobernación.
El 21 de octubre las tropas sublevadas entran en Gijón, poniendo fin a la aventura independentista de Asturias. Una aventura causada por la desesperación de una guerra, de ver cómo el cerco sobre ti se va estrechando. Y por ver que la ayuda más cercana está a 200 kilómetros de territorio enemigo de distancia.