Sara Carvajal nunca tuvo una vida plena hasta los 45 años. Un segundo trasplante de riñón le permitió vivir por primera vez sin tratamientos. El órgano procedía de una mujer fallecida. No la conoce, pero se siente conectada a ella para siempre. “Llevo plumas en la cabeza porque ella me dio sus alas”, confiesa.
Solo sabe que perdió la vida a los 57 años en Rincón de la Victoria (Málaga). Un lugar al que regresó poco después de ser operada para bañarse por primera vez en mucho tiempo. Antes no podía hacerlo porque llevaba un cateter.
“Fui con mi familia y me quedé flotando en el agua, diciéndole las cosas que había hecho por mí. Este año quiero volver sola y seguir hablando con ella desde el lugar en el que se fue”, explica en EL ESPAÑOL.
El testimonio de Sara es la cara más feliz del Día Nacional de Donantes de Órganos y Tejidos. Se celebra este miércoles 5 de junio en el Hospital Virgen del Rocío con un homenaje a las familias de los propios donantes, quienes sienten que una parte de su familiar sigue vivo en los trasplantados.
Así lo reconoce Élvira López, que perdió a su hija con 24 años por un aunerisma cerebral. Ahora, se siente muy cerca de los trasplantados, con los que está en continuo contacto para recordar a su descendiente, aunque no conozca el cuerpo en el que sus órganos tienen una segunda vida.
La vida de Sara Carvajal no ha sido fácil hasta ahora. Le diagnosticaron un problema en el riñón cuando era pequeña. No se sometió a diálisis hasta que cuatro años después de ser madre, con 31. No se lo recomendaban antes si quería dar a luz.
Un año y medio después se sometió a su primer trasplante, pero hubo un “rechazo agudo” de su cuerpo. “No me funcionaba muy bien, pero seguí adelante con él y estuve seis años sin conectarme a la máquina”, relata.
Un riñón "genéticamente idéntico"
Finalmente, volvió a entrar en diálisis. Cinco años después le trasplantaron el riñón por segunda vez. “Es genéticamente idéntico a mí. Dicen que es un milagro que haya tanta coincidencia”, precisa. La operación fue el 24 de abril de 2024, justo el sábado en el que comenzaba la Feria de Abril.
Sara ha dejado atrás una vida entera de tratamientos. Antes del primer trasplante la diálisis era peritoneal. Todos los días se conectaba a la máquina desde su casa. En segunda instancia, antes de la operación definitiva, se sometió a hemodiálisis. Iba en días alternos al hospital y era mucho más duro. “Era toda la mañana, salía muy cansada, no podía ni beber”, cuenta.
Ahora, su vida es completamente diferente. “Como estoy ahora no recuerdo mi vida, voy andando a todos lados. No he tenido esa energía nunca. Me quiero comer el mundo”, confiesa.
Eternamente agradecida
Por ello, está eternamente agradecida a la familia de la fallecida que decidió donar órganos. “Yo me levanto cada mañana dando las gracias. Desde que abro las ojos, doy las gracias a los donantes y a sus familiares por permitirme vivir. Es un mantra que tengo cada mañana. Es tan fácil como permitirme beber un vaso de agua y que te permita vivir, disfrutar de tu hijo…”, detalla.
Sara ha quedado eternamente unida a su donante fallecida. Es consciente de la reciprocidad que existe con las familias que autorizan este gesto altruista. Ha conocido a algunas a través de ALCER (Asociación para la Lucha contra las Enfermedades Renales).
Para ellos “es una forma de terapia”, según apunta. Ella las ve "como ángeles porque han apostado por gente" como ella, que estaba en su momento más difícil.
Sin dudas en la donación
Elvira López, protagonista en el sentido inverso, confirma lo mucho que le ayuda conocer a trasplantados. Su hija, también Elvira, perdió la vida con 24 años y nunca dudó a la hora de autorizar la donación. “Desde que mis niñas son pequeñas siempre les he hablado de la muerte. Les decía que todo se reciclaba y lo que no se chamuscaba”, cuenta con naturalidad.
La joven perdió la vida hace ocho meses y medio como consecuencia de un aneurisma cerebral. “Fue consciente del problema que teníamos y ella misma me dijo qué debía hacer. Cuando se produjo la hemorragia masiva, antes de que me dijeran nada los enfermeros, dije que fueran planteando la donación”, narra.
La muerte de Elvira se sucedió en apenas 15 días. Era cooperadora internacional para la Universidad de Sevilla y trabajaba en África, donde empezó a sufrir mareos. A su vuelta se le detectó el aneurisma en un TAC e inmediatamente fue derivada al Hospital Virgen del Rocío. “Desde primera hora la cosa no pintaba bien”, lamenta.
Elvira reconoce que fue “un momento muy duro”, pero en el que hay que “tener cabeza fría” a la hora de autorizar la donación. De su hija se pudieron ceder todos los órganos, tejidos y hasta las córneas.
Nadie está "exento"
A la hora de animar a las familias, recuerda que nadie está “exento” de una pérdida o de necesitar un trasplante. “Estamos educados en una cultura de la vida, pero no en la cultura de la muerte”, subraya.
“Todo el mundo debería ser generoso. Igual lo puedes dar que lo tienes que recibir. Las personas que esperan trasplantes lo pasan muy mal. Se crean unos vínculos entre las familias de trasplantados y donantes anónimos muy fuertes”, reconoce.
De hecho, Elvira asegura que está en continuo contacto con trasplantados y participa en charlas y reuniones. Para ella supone un consuelo. “Cuando abrazas a un trasplantado es como abrazar parte de la vida de tu hija, aunque no estén sus organos en él”, recalca.
Sin conocerse, estas dos sevillanas están unidas por el vínculo de la generosidad. Ambas animan a que todo el mundo firme el registro de voluntades anticipadas para autorizar la donación antes de la muerte. A día de hoy, tal como reconoce Manuela Cid, coordinadora sectorial de Trasplantes en Sevilla y Huelva, muy pocas personas cumplimentan este formulario.
Homenaje en el Virgen del Rocío
Este miércoles 5 de junio, con motivo del Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos se ha organizado un acto en el Hospital Virgen del Rocío para homenajear a todos los donantes. Se realizará la colocación simbólica de hojas en ‘El Árbol de la Vida’, ubicado en el vestíbulo principal.
Muchos familiares de donantes, algunos de ellos extranjeros, a quien se le dedica el acto especialmente este 2024, asisten a este encuentro que reconoce su altruismo en uno de los momentos más traumáticos de su vida y que ha servido para mejorar la vida de quienes más lo necesitaban.