Ubicado en la calle Feria desde 1936, Casa Vizcaíno es uno de los bares más icónicos de Sevilla. El Vizcaíno nació como bodega, y permaneció así hasta que la crisis del coronavirus obligó a Juan, su dueño actual, a repensar el modelo de negocio.
Las restricciones de la pandemia, que prohibieron el consumo en las barras y redujeron el aforo máximo permitido en los bares, hizo difícil la viabilidad de un negocio que se sustentaba en gran medida de esas 'cervezas rápidas' que se toman de pie y sin más acompañamiento que el de unas aceitunas.
Ante esta situación, el restaurante tomó la decisión de ampliar su carta e incluir tapas; una decisión que, al cabo de los años, ha permitido que una mujer se sitúe, por primera vez en casi cien años, tras la barra del Vizcaíno.
La elegida ha sido Reyna, una mujer boliviana que llegó a España hace dieciséis años, y seis años después, en 2013, consiguió la nacionalidad. Es tímida, tanto, que su jefe confiesa que no sabe si accederá a hablar con este diario. Finalmente, el teléfono sirve como armadura para su timidez, y charla con EL ESPAÑOL sobre su llegada al Vizcaíno.
Reyna aprendió lo que sabe hoy sobre cocina española por una experiencia laboral anterior, cuando trabajó como pinche de cocina en un restaurante ubicado en la Puerta de la Carne. Entonces, ya tenía maña en los fogones, pero apunta que "sabía cocina de mi país".
Esa fue su primera experiencia en la hostelería, y la única hasta su incorporación a Casa Vizcaíno. Cuando surgió la oportunidad de incorporarse a la taberna de la calle Feria, ella trabajaba limpiando por horas, motivo por el que empezó en el Vizcaíno con media jornada. Estas primeras semanas, en las que solo trabajaba cuatro horas al día, le sirvieron para adaptarse a su nuevo empleo tras la barra.
La adaptación, eso sí, fue "sencilla", según relata, algo a lo que también ha contribuido la buena acogida que le han prestado sus compañeros. "Somos un equipo", destaca Reyna, y su jefe, Juan, juega un papel importante en ello. En este sentido, Reyna pone en valor que "no se sabe" si el dueño del Vizcaíno "es jefe o es personal", lo que crea un clima cercano entre empleados.
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El dueño del Vizcaíno, Juan, afirma, por su parte, estar "encantado" con Reyna, a quien ve cada vez más integrada en la plantilla. A pesar de su timidez, el dueño del Vizcaíno puede apreciar que, poco a poco, la nueva cocinera va participando en las bromas de los empleados, y a mostrarse "más suelta" en la cocina.
Juan tomó las riendas del histórico bar hace apenas unos años, antes de la pandemia. Entonces, el bar contaba con dos empleados, que mantuvieron su empleo con el cambio de dueño. Juan relata que, hasta la crisis del coronavirus, la bodega funcionó con esos dos camareros, además de él mismo, y no se planteó reforzar la plantilla.
Ese el motivo por el que él no ha contratado a una mujer hasta ahora, y es que hasta que se amplió el bar y se incluyó el servicio de cocina no se optó por ampliar la nómina de empleados.
Reyna, de su lado, afirma que ni siquiera sabía que el Vizcaíno "tenía tanta fama" y, preguntada por si se siente especial al ser la primera mujer empleada, contesta tajante y entre risas: "¡No! ¡Ni siquiera lo sabía!".
Ahora, subraya que le gusta trabajar en la bodega, tanto por la labor que desempeña, como por la relación con los clientes. Después de que la bodega publicara una foto de Reyna –como lo hacen con todos los empleados–, la cocinera ha notado que "los clientes me saludan más", al poner cara a las manos detrás de sus tapas.