Ni el prestigio y la proyección internacional que da una estrella Michelin sirve de burladero contra la guerra a los veladores del Ayuntamiento de Sevilla. Cañabota, el restaurante galardonado con los prestigiosos premios del Centro de Sevilla, tiene que quitar su terraza.
Así lo acordó la comisión técnica de Urbanismo celebrada la pasada semana en la que se acordó exigir a Cañabota que retirada "inmediata" de los veladores que tienen en la puerta del restaurante. ¿La razón? "No se ajusta a la licencia concedida". Uno de los dos restaurantes Michelin de Sevilla, mayor categoría gastronómica del mundo, queda así señalado.
Juan Luis Fernández, copropietario de Cañabota recibe incrédulo la noticia. No tienen notificación y, además, cree injustificada la medida. No porque tenga una estrella Michelin. "Quiero los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro local de hostelería", reclama.
Licencia de veladores
Fernández no comparte la sanción. Porque, asegura, tienen licencia de veladores. Lo enseña sin dudar. Es para cuatro mesas y 14 sillas. El problema, indica, es que se lo dieron junto a la carretera y ellos lo han puesto pegado al muro del bajo que ocupan en el edificio de la calle Orfila.
Hay una razón para eso, explica. Donde deberían estar las mesas hay un aparcamiento de motos que siempre está hasta arriba, hasta con vehículos en segunda fila sobre la acera. Ahí no cabe una mesa, mucho menos cuatro.
Reconoce, eso sí, que ellos han puesto, además, unos separadores verticales que no están en el permiso. "Es por seguridad. Si pasa una persona invidente es mejor que se encuentre esto que las mesas y las sillas directamente", explica Fernández. Además, tienen derecho a poner parasoles, pero no los ponen. Una cosa por la otra.
"No facturamos por esas mesas"
El dueño de Cañabota se muestra especialmente molesto porque, subraya, no factura nada con las mesas que tiene en la terraza. No sirve comida fuera. Las tiene, explica, para que sus clientes esperen mesa o salgan a fumar. O que, si les llaman por teléfono y van a la calle a hablar, no estén en medio de la acera molestando.
"No facturamos por esas mesas. Pagamos el derecho a veladores pero no hacemos dinero con ellas, es un servicio de cortesía para los clientes", abunda.
Fernández señala que el suelo falso que tienen a la entrada, bajo los veladores, tampoco está en los papeles. Pero señala la acera de la calle: "Está llena de baches, de desniveles, de agujeros y de suciedad", indica. "Estamos mejorando el espacio, no empeorándolo", añade.
El dueño de Cañabota es consciente de su papel de 'embajador' de la ciudad ante el turismo nacional e internacional. Pero no pide un trato preferente. Solo que se considere si la solución que han encontrado para sus veladores es mejor o peor que la norma en vigor. "Ocupamos el mismo espacio que nos permiten", explica.
El Ayuntamiento no entiende de estas consideraciones. Aplicar la norma. Y la norma, en este caso, es contraria al uso que se ha hecho de la vía pública, argumenta en su resolución. Salvo recurso victorioso, uno de los dos estrella Michelin de Sevilla se queda (por ahora) sin terraza.