Comienza la cuenta atrás para el estreno en Netflix de El cuerpo en llamas, una miniserie basada en los hechos reales que rodean al mediático caso del Crimen de la Guardia Urbana. Está protagonizada por Úrsula Corberó (La casa de papel) y Quim Gutiérrez (Amor de madre), y se estrenará en la plataforma el próximo 8 de septiembre.
En ella, el espectador se sitúa en el año 2017, cuando el cadáver de un hombre aparece calcinado en el interior de un coche en el pantano de Foix, en Barcelona. Al principio parecía una tarea imposible identificarle, pero el primer cabo suelto que dejan los autores del crimen ayuda a los investigadores a descubrir que se trata de Pedro (José Manuel Poga), un agente policial.
El suceso despierta rápidamente el interés de la opinión pública y poco a poco, se acaban atando cabos hasta llegar a Rosa Peral (Corberó) y Albert López (Gutiérrez), dos de sus compañeros policías y los autores materiales de lo que fue un asesinato premeditado.
De cara al estreno de la ficción en la plataforma, repasamos cuáles son los hechos principales que la inspiraron y que se abordarán a partir del guion escrito por Laura Sarmiento (Intimidad, Matadero) y unos episodios dirigidos por Jorge Torregrossa (Fariña, Intimidad), quien ejerce también de productor ejecutivo, y Laura Mañá.
La realidad supera a la ficción
El cuerpo en llamas está basada en los hechos reales que hicieron saltar las alarmas a nivel social en Barcelona allá por mayo de 2017. Fue entonces cuando se confirmó que un cuerpo había aparecido calcinado en el maletero de un coche. Se trataba de Pedro Rodríguez, que fue encontrado cerca del pantano de Foix.
Aunque el coche estaba totalmente quemado, los policías pudieron comprobar que se trataba del coche de la víctima y que su identidad era la de la actual pareja de Rosa Peral. El joven policía había sido operado de la espalda recientemente y el número de serie de la placa de metal que le pusieron ayudó a que se supiera que él era la víctima.
Pronto se acabaría llegando hasta Rosa Peral y Albert López, que fue compañero de patrulla de Rosa antes de que ella conociera a Pedro. Ambos tenían una aventura en secreto y cuando Pedro se enteró, acabaron conspirando para matarlo.
['One Piece' y 'Ni de coña estás invitada a mi bat mitsvá' son lo más visto de la semana en Netflix]
Así se acabó descubriendo durante la investigación, donde la policía poco a poco acabó atando cabos y dándose cuenta de que ambos habían urdido un cuidadoso plan para que no les descubrieran. Y a esto se le añadió que ambos sospechosos también se acusaron mutuamente de haber cometido el asesinato.
Las declaraciones de Rosa y Albert
Rosa declaró que Albert había ido a su casa y había matado a Pedro a sangre fría, y que amenazó a Rosa con no acudir a las autoridades si quería que sus hijos siguieran con vida. Según ella, Albert le había pedido que le ayudara a deshacerse del cuerpo y, como temía por la seguridad de los niños y había visto lo que Albert era capaz de hacer, accedió a hacer lo necesario.
Después, dijo que metieron el cadáver de Pedro dentro del coche y que decidieron dejarlo en un área aislada y quemarlo para que las autoridades policiales no pudieran recuperar pruebas.
Sin embargo, Albert tenía una versión de los hechos completamente diferente. Él afirmó que todo lo que decía Rosa era mentira y que ambos formaban parte de la vida del otro. Aunque Rosa quería estar con Albert, no podía hacerlo porque tenía miedo de cómo reaccionaría Pedro cuando se enterara, y Albert afirmó que cuando llegó a casa de ella, Pedro ya estaba muerto.
['One Piece': el final de la adaptación de Netflix en acción real explicado]
También declaró que aceptó ayudar a Rosa porque la quería y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que no fuera a la cárcel fuera de prisión.
La resolución final
Después de una larga investigación, la policía terminó sabiendo que la noche anterior al asesinato, Albert y Rosa habían estado en contacto y que habían intercambiado varias llamadas de teléfono. Esto les llevó a pensar que Albert había llegado a casa de Rosa bastante temprano esa mañana y que fue entonces cuando planearon para deshacerse del cuerpo.
Al ver que sus versiones se contradecían y que las pruebas apuntaban hacia ellos, el tribunal falló en el juicio -que tuvo lugar con un jurado popular- que ambos eran culpables de asesinato. Y acabó condenando a Albert López a 20 años y a Rosa a 25 años de prisión, esta última a una pena mayor por su relación de parentesco con la víctima.