La noche del 1 al 2 de mayo de 2017, a una hora indeterminada (no antes de las 22:00) mataron a Pedro Rodríguez, agente de la Guardia Urbana de Barcelona. Aún se desconoce la autoría del crimen. Pero lo que sí se sabe es que entre su novia Rosa Peral y Albert López, el exnovio de ella (agentes también de la Guardia Urbana de Barcelona) trasladaron su cadáver en el maletero de un coche al pantano de Foix (Castellet y Gornal, Barcelona) y le pegaron fuego. ¿Qué hizo Rosa Peral el 3 de mayo? Intercambiar fotos eróticas con su vecino.
Lo reconoció el propio vecino a preguntas del ministerio fiscal, según consta en el sumario al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. Manuel G.R., que reside en la finca más próxima a la de Rosa, también reveló que había mantenido algún encuentro sexual con ella, y que de vez en cuando se habían mandado fotos de carácter sexual. A pesar de que hacía tiempo que no lo hacían, el día después de la muerte de Pedro, Rosa lo volvió a hacer.
El próximo día 30 empezará en Barcelona el juicio por el conocido como Crimen de la Guardia Urbana. Esto es, el asesinato del agente Pedro Rodríguez en la casa de Cubellas en la que vivía con su novia Rosa y las dos hijas de ella. Hay dos personas en prisión como presuntas autoras del crimen: la propia Rosa Peral y su exnovio Albert López, un policía violento y posesivo que no había asumido que ella tuviese otra relación. Una especie de triángulo amoroso que, según apunta la investigación, puede tener más aristas.
Y es que Rosa llevaba cerca de medio año con Pedro, pero seguía relacionándose a escondidas con su exnovio Albert. Por otro lado, no había acabado del todo la relación con su exmarido (un mosso d’esquadra con el que tuvo dos hijas). Y por último, seguía flirteando con su vecino Manuel, con el que había mantenido alguna relación sexual esporádica y con el que se mandaba fotos eróticas. Esos son los resultados que arrojan la revisión del teléfono móvil de Rosa por los investigadores del caso.
“Se remiten fotos eróticas”
Manuel comparece en calidad de testigo y reconoció en su testimonio que, dos días después del crimen, intercambió fotos eróticas con Rosa. Manuel declaró que la noche de autos, la del 1 al 2 de mayo, estuvo en su casa con su pareja viendo una película. Al día siguiente, empezó a hablar por Whatsapp con Rosa y “se remiten fotos eróticas. El declarante [Manuel] pide a Rosa que borre todos los mensajes, para que no lo vea nadie y para que la pareja del declarante no se llegara a enterar”, recoge el sumario. Sobre eso, Rosa le contestó: “Claro, si no me mata”. Una sentencia macabra, teniendo en cuenta que, a esas alturas, Pedro ya estaba muerto. Ahora la justicia determinará si lo mató ella.
Rosa Peral, antigua gogó de discoteca, ya había protagonizado algún escándalo por su querencia a protagonizar videos eróticos. Sucedió en 2008. Rosa mantuvo una relación con un mando de la Guardia Urbana de Barcelona. El hombre le grabó un vídeo manteniendo sexo. Cuando rompieron, él lo compartió con otros compañeros del cuerpo. Rosa lo denunció y el caso trascendió a los medios: fue conocido como la pornovenganza de la Guardia Urbana.
A Rosa no le sirvió de escarmiento, al parecer, dado que siguió manteniendo la costumbre de hacerse fotografías íntimas y compartirlas, en este caso con su vecino. Manuel G.R. reconoció que no era la primera vez que lo hacían. Los propios investigadores que revisaron el móvil de Rosa aseguran que “el resultado del informe del teléfono pone en relevancia una relación bastante íntima” entre ambos.
“Manda algo”
Tan íntima, que intercambiar fotos de contenido sexual parecía ser una costumbre bastante habitual. En sus conversaciones no requerían ser demasiado explícitos para saber lo que se estaban pidiendo: “Cuando el declarante [Manuel] le dice [a Rosa] “manda algo”, se refiere a fotos eróticas, que ya en otras ocasiones se habían mandado fotos”, recoge el sumario. Luego, ambos borraban dicho material para evitar que sus respectivas parejas les pillasen.
Ese “manda algo” se dijo en esa conversación de Whatsapp que habían mantenido ambos el día 3 de mayo, dos días después de la muerte de Pedro Rodríguez. En ese momento, Manuel no tenía ni idea de dónde estaba Pedro, que además de su vecino era su amigo. Se creyó la versión que le había dado Rosa: se habían vuelto a pelear y Pedro se había largado con la moto. Manuel lo dio por bueno y el chat siguió por otros derroteros, hasta llegar a un punto en el que Rosa le preguntó. “¿Repetiremos?”. Se refería ella a repetir las relaciones sexuales que habían tenido en noviembre de 2016. Fue entonces cuando Manuel asumió que Pedro no sólo se había largado de casa, sino que habían roto la relación. No imaginaba que a Pedro lo habían asesinado. Mucho menos que Rosa tendría la sangre fría de estar entablando una conversación con connotaciones sexuales solamente dos días después del homicidio y posterior calcinación.
La misteriosa motosierra
No es el único punto en el que el testimonio de Manuel llamó la atención de los investigadores. Y es que, tras el análisis del móvil de Rosa, se dieron cuenta de que el hombre había omitido un detalle importante cuando fue interrogado por los Mossos d’Esquadra: que la noche de autos había escuchado una motosierra que no le dejó dormir. De hecho, en la conversación que mantuvo con Rosa el día 3, a las once menos cuarto de la mañana, Manuel se lo pregunta directamente:
Manuel: No será vuestra la motosierra??
Rosa: Ein?
Manuel: Que me (h)a despertado una motosierra.
Rosa: Ahh jajaja. Que va. Tenía que ir a Barcelona.
Manuel: (ríe)
Rosa: Y qué hacían con la motosierra los taraos?
Manuel: No sé quién era, se estaría rozando con ella porque no paraba.
Rosa: Jajaja. Ayer estaban cortando árboles. Será eso.
Curiosamente, Manuel omitió en el primer interrogatorio al que le sometieron los investigadores de Mossos d’Esquadra este dato y el de que había tenido relaciones sexuales con Rosa. Tras el estudio del teléfono de Rosa y a preguntas del Ministerio Fiscal, Manuel declaró que lo de la motosierra no lo dijo porque no lo recordaba, y lo de las relaciones sexuales lo omitió porque pensaba que no era importante. La famosa motosierra, por su parte, jamás ha aparecido.
Jugaba a varias bandas
Con los hombres, Rosa jugaba a varias bandas. Con Pedro llevaba casi un año de relación, aunque con un alto grado de intensidad: en solo medio año, él ya se había ido a vivir a casa de ella, se habían separado, se habían reconciliado, se habían prometido y habían decidido tener un hijo en común. Con su ex, Albert López, seguía manteniendo una relación a escondidas. De hecho, unos meses antes del asesinato, Rosa le mandó un mensaje de texto diciéndole que le echaba de menos, según figura en el sumario. Albert le pasó el mensaje a Pedro y eso desencadenó una crisis de pareja. Pero también revela la investigación que cuando empezó con Pedro “aún no había acabado del todo su relación con el padre de sus hijas”. Y con su vecino Manuel, con el que había tenido sexo unos meses antes, se seguía mandando fotos eróticas.
Del mismo modo, la relación que había tenido Rosa con Manuel ya habría tenido lugar estando ella en una relación con Pedro. Lo revela en su declaración, recogida en el sumario, un amigo de Pedro, que asegura que la primera vez que vio a Rosa y a Pedro darse un beso en público fue en septiembre de 2016. Que le pregunto a Pedro si estaban juntos y él respondió que sí. Sólo dos meses más tarde, en noviembre, Rosa y su vecino Manuel mantuvieron la relación sexual que él reconoció ante el fiscal
La noche de autos
¿Qué sucedió la noche de autos? Es aquí donde las versiones de los dos detenidos difieren. Rosa dice que Albert, tras días de acosarla, se plantó en la puerta de su casa con una mochila y un hacha. Que saltó la verja mientras Pedro estaba en el sótano, lavando ropa y ajeno a todo. Que Rosa vio a Albert saltar y le impidió entrar, pero que él se puso violento, la amenazó y le requisó su móvil. Ella, presa del miedo, salió corriendo escaleras arriba y se encerró con sus hijas a ver la tela, con la intención de protegerlas. Que permaneció allí un par de horas hasta que Albert la reclamó. Ella bajó y él le obligó a ir al pantano de Foix a deshacerse del Golf negro de Pedro (en cuyo maletero fue encontrado calcinado). Y que ella no supo en ningún momento que Pedro estaba allí ni vio el cadáver.
Albert, en cambio, asegura que Rosa le llamó pidiéndole ayuda y él acudió. Que al llegar a casa de Rosa, el cadáver de Pedro ya estaba en el maletero del Golf, y que fue ella la que lo convenció con malas artes de ir a deshacerse del cadáver a un lugar apartado. Cuando llegaron le pegaron fuego al coche y volvieron a casa. El vehículo quedó tan calcinado que sólo fue identificable gracias al número de chasis. Lo mismo sucedió con el cuerpo de Pedro, al que reconocieron por una prótesis que llevaba en la espalda y que no llegó a fundirse.
Sea como fuere, Rosa y Albert aparecieron al día siguiente en una comida de trabajo con otros policías, ante el estupor de los presentes. Rosa fue preguntada por Pedro y ella sostuvo que el chico se había agobiado y se había largado de casa para despejarse. Albert fue preguntado por el destino de su característica larga barba, ya que a esa comida acudió totalmente afeitado. Albert, a modo de explicación, dijo que se la había quitado porque le daba mucho calor. En cualquier caso, ninguno de los dos se mostró nervioso. Al contrario: ambos se comportaron de forma serena e incluso se sacaron algún selfie. Pocos días después, los dos fueron detenidos como sospechosos del crimen. Ahí empezaron a inculparse mutuamente.
Expulsada de dos prisiones
Entretanto, a Rosa le han acompañado los problemas en las sucesivas prisiones en las que ha estado presa. Ha tenido que ser trasladada de cárcel en tres ocasiones por problemas con otras internas. La primera vez fue expulsada de la prisión de Wad-ras cuando dos internas la acusaron de querer urdir un plan para matar a su exmarido, el agente de los Mossos que es el padre de sus dos hijas. Peral se defendió acusando a las dos reclusas de querer incriminarla porque “estaban enamoradas” de ella. La dirección de la cárcel alegó que la mujer “alteraba el equilibrio de las internas” y la envió a Brians 1, de donde también la han echado por pelearse con reclusas y haber sido confinada a la celda de aislamiento. La devolvieron a Wad-Ras, donde la semana pasada volvió a tener problemas disciplinarios: los funcionarios le encontraron un móvil en su celda.
En unos días empezará el juicio por este suceso, uno de los más mediáticos de Cataluña en los últimos tiempos. No han pasado ni tres años, el proceso aún no se ha iniciado y ya se han escrito dos libros sobre el caso. Los dos detenidos siguen inculpándose el uno al otro y defendiendo su inocencia. Declararán los días 11 y 12 de febrero. Se enfrentan a 25 años de cárcel siguen manteniendo su respectivas versiones, radicalmente opuestas entre sí. De momento, sigue sin salir mucho en claro, más allá de la querencia de Rosa por establecer polígonos amorosos con muchas aristas. Y el último salió mal.