• Esta crítica de la película 'La mujer en la ventana' de Netflix no contiene spoilers.
Joe Wright sabe que vas a pensar en La ventana indiscreta viendo La mujer de la ventana. El director inglés es tan consciente que, antes de que nosotros lo digamos, prefiere mostrar a Amy Adams entregándose una y otra vez a clásicos del noir como Laura, de Otto Preminger; La senda tenebrosa, de Delmer Daves, y Recuerda y la propia La ventana indiscreta, ambas del maestro del suspense Alfred Hitchcock.
Después de ver la rutinaria adaptación del best-seller homónimo de A.J. Finn, resulta difícil no imaginarse al propio director viendo un thriller de los años 50 y 60 tras otro mientras esperaba la oportunidad de estrenarse en un género en peligro de desaparición en el cine y que, desgraciadamente, en los últimos años ha quedado relegado a las sobremesas de Antena 3. La historia de La mujer en la ventana, un misterio protagonizado por una mujer agorafóbica que sospecha que se ha cometido un crimen en casa de sus nuevos vecinos de enfrente, tampoco desentonaría en una de esas tvmovies alemanas que cada fin de semana reúnen a dos millones de españoles frente al televisor.
En sus primeras películas, Wright insufló energía y ritmo a un cine de época británico algo anquilosado en sus formas. En Orgullo y prejuicio se lució con una memorable escena de baile que denotaba el potencial detrás de las cámaras de un director que debutaba en el cine con la adaptación de uno de los clásicos de Jane Austen. En Expiación deslumbró con un vestido verde, una escena de sexo en una biblioteca y una banda sonora que convertía a una máquina de escribir en un instrumento. En Anna Karenina colocaba la acción del clásico de Leo Tolstoi en el escenario de un viejo teatro del siglo XIX.
El cineasta inglés siempre va más allá del material de partida y en La mujer en la ventana vuelve a ser reincidente. Puede que los ingredientes sean sencillos, conocidos y estén mezclados con algo de torpeza en la sala de montaje. De hecho, aún se pueden intuir en la película los problemas en la producción que retrasaron el rodaje tras unos decepcionantes pases previos con el público. Las interacciones con el personaje del psicólogo, las apariciones del exmarido de la protagonista o sus encuentros con algunos de los personajes clave del misterio parecen incompletos.
No sería de extrañar que exista una versión más larga, aunque no por ello necesariamente mejor de la película. El montaje que ha llegado a Netflix se queda en unos ajustados 95 minutos que, reconozcámoslo, se pasan volando. Si algo queda claro después de ver su primera incursión en el género es que Wright es el que mejor se lo ha pasado rodando La mujer en la ventana. No hay ángulo, movimiento de cámara o referencia a los clásicos que se le resista a un director que convierte el espectacular decorado de la casa en su patio de recreo.
La película ni siquiera pretende disimular que la casa no es real: el thriller de Netflix abraza el artificio y se entrega de lleno al misterio. ¿Está loca la psiquiatra infantil que interpreta Adams? ¿Podemos fiarnos del personaje protagonista como narradora? ¿Qué es real y qué es imaginación en las imágenes que estamos viendo? Curiosamente, a pesar de que la estructura de La mujer de la ventana (alrededor de tres grandes giros, el primero de ellos revelado en el tráiler) por momentos parece sacada directamente de los estrictos mandamientos del manual El guion, de Robert McKee, las respuestas a algunas de estas preguntas no son tan importantes como puede parecer a simple vista.
Si Wright quisiera que nos sorprendiéramos con el clímax de la historia, no estaría tan obsesionado con retratar cierta parte de la lujosa y tenebrosa casa. En una película plagada de tópicos, uno de ellos es real: la casa es un personaje más. Probablemente el mejor escrito de la historia junto al de Amy Adams, que hace lo que puede con un personaje anclado en el trauma y la depresión. A la protagonista de La llegada a veces se le ha acusado (sin ser nada malo realmente) de ser más actriz que estrella, pero aquí vuelve a demostrar que es una intérprete solvente y carismática capaz de echarse (prácticamente) cualquier historia a su espalda. Incluso cuando el resto del conjunto no siempre acompaña.
La mujer de la ventana llega a Netflix este viernes. La propia compañía, temerosa de la reacción de una prensa especializada consciente de los problemas de su producción, no ha levantado el embargo de críticas hasta poco antes de su aterrizaje a la plataforma. Quien se enfrente a ella sin prejuicios se encontrará un thriller entretenido, lujoso (desde la banda sonora de Danny Elfman a la fotografía de Bruno Delbonnel y, sobre todo, la puesta en escena de Wright) y efectivo. Y sí, también una historia torpe y familiar que no chirriaría este fin de semana en la sobremesa de una cadena generalista. Quien quiera versiones contemporáneas del cine de Hitchcock, siempre puede volver a ver Perdida, de David Fincher, o Instinto básico, de Paul Verhoeven.
Los defectos de la adaptación del libro de AJ. Finn, sin embargo, no impedirán que, como aquellas películas alemanas hacen con cada sobremesa del fin de semana, La mujer en la ventana se vaya a alzar como el contenido estrella de Netflix en los próximos días. Ese final no será sorpresa. Y, al menos, la película de Wright y Adams es mucho más disfrutón que la aburridísima La chica del tren, prima hermana del best-seller.
'La mujer en la ventana' ya está disponible en Netflix.
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