• Esta crítica de la serie 'El ferrocarril subterráneo' ('The Underground Railroad') de Amazon Prime Video se ha escrito tras ver la temporada completa y no contiene spoilers.
La idea de adaptar El ferrocarril subterráneo ('The Underground Railroad') de Colson Whitehead estuvo rondando a Barry Jenkins durante varios años. Cada vez que pensaba en cómo hacerlo, el mayor reto con el que se encontraba era el dilema ético que le provocaba, porque consciente como es del inmenso poder que tienen las imágenes, se preguntaba si era el momento adecuado para mostrar en pantalla ese relato de la esclavitud y cuáles eran sus implicaciones y consecuencias.
Siempre que se estrena una serie o película que explora esta etapa oscura de la historia del país que se erigió a sí mismo como defensor universal de la libertad, surgen voces que cuestionan si su mera existencia es necesaria. Dicen que es mejor dejar de hablar de ello para que cierren las heridas, que ya lo hemos visto muchas veces y no es necesario recordarlo. Pero lo es.
En Estados Unidos se pasa por el tema de puntillas en los temarios de las escuelas, y para entender que este no es ni de lejos un tema superado, solo hay que ver las imágenes del asalto al capitolio del mes de enero por personas que se sienten legitimadas para ondear banderas confederadas. Hay temas y épocas que son revisitados en la ficción una y otra vez sin que se produzcan estas quejas; deberíamos preguntarnos por qué el racismo y la esclavitud molestan tanto.
El ferrocarril subterráneo es ficción histórica, introduce algún elemento anacrónico y alguna secuencia onírica, pero está firmemente anclado en la realidad. Sin embargo, la mera idea de una red de trenes que circula bajo tierra dota a la historia de un elemento fantástico. Hay algo casi mágico en imaginar cómo fueron construidos, en cómo viajan de una estación a otra. Esto representa lo quimérica que era la mera idea de huir en busca de la libertad. Y la potente esperanza que proporcionaba pensar que era posible.
Esa representación de la esperanza sería para muchos en esta historia Cora Randall (Thuso Mbedu), la protagonista. Cora no es una heroína al uso ni la personificación de ninguna figura histórica real, es una joven que aprendió a luchar contra su destino, aunque no se lo había propuesto nunca, porque algunos ni siquiera sabían que tenían derecho a soñar. Su viaje nos lleva en cada episodio a través de varios estados en los que iremos conociendo distintas posturas del país antes de la Guerra Civil.
Todos esos estados fueron recreados en Georgia. La luz y el color son diferentes en cada uno de ellos, y eso nos lleva a la propuesta visual de la serie, la cual es impecable, poética e impresionante. La mayor parte del tiempo sentimos que estamos contemplando un hermoso cuadro que debería estar colgado en un museo. Y esto ocurre especialmente con los planos en los que esos esclavos miran a cámara, nos miran a nosotros. El homenaje que Jenkins hace a sus ancestros es muy emocionante. Sabe lo poderosa que puede ser una imagen y por eso creó las de la serie desde el respeto y con una clara intención.
Hay algunas secuencias muy difíciles de ver, y también lo fueron de rodar, por eso contaron con un terapeuta permanente en la producción. Pero cuando nos sintamos incómodos en el sofá, no olvidemos que nuestra incomodidad no se acerca en lo más mínimo a lo que sufrieron personas reales. Jenkins sabía desde el principio que hay una línea muy fina entre honrar a los que nunca supieron lo que era la libertad y recrearse en su miseria. Y nunca la cruza en El ferrocarril subterráneo.
'El ferrocarril subterráneo' se estrena el 14 de mayo en Amazon Prime Video.
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