Dani Rovira ha regresado con fuerza y por todo lo alto. Tras anunciar en plena pandemia que sufría cáncer y que comenzaba una terapia, el cómico y actor volvía con las pilas cargadas. Un programa en TVE en late night, un podcast y ahora un especial en Netflix -que llega el viernes 12- rodado cuando comenzaba la tercera ola. El ganador del Goya por Ocho apellidos vascos recupera uno de sus monólogos más famosos, ODIO, y lo graba para la plataforma para que se pueda ver en 190 países.
Un espectáculo que ahora es más actual que nunca y en el que ha introducido chistes y temas nuevos, como la pandemia o su enfermedad. Rovira no se corta, se abre en canal y hace reír, algo que en estos tiempos que corren es más importante que nunca como explica en esta entrevista concedida a SERIES & MÁS.
Se te nota muy emocionado cuando sales al escenario.
Es verdad... es que en el momento en el que ese especial se consiguió grabar, había mucha carga emocional previa, porque venimos de donde venimos, de una pandemia, de haber pasado una enfermedad, de llevar ocho o nueve meses sin estar en un escenario. Eso sumado a las dificultades para grabarlo, porque a cuatro días de hacerlo, con todo vendido y organizado, la Junta de Andalucía cambió las normas del juego y adelantó el toque de queda, cambió de aforo, no se podía salir del municipio... estuvimos a punto de no hacerlo. Fue un cúmulo de cosas, así que me sentí un poco como Indiana Jones, que parecía que no había salido, pero cuando pisé el escenario fue cuando John Williams mete el estribillo de música de Indiana Jones… Lo que se ve es real, y a la entrada y a la salida del show me costó guardar la compostura porque fue muy emocionante y si se refleja me alegra mucho, porque no hay nada impostado.
Sales al escenario y la primera broma es sobre el cáncer. Me imagino que estaba muy meditado empezar así. No sé si también era una forma de responder con un chiste a una pregunta que te hemos hecho durante años… Los límites del humor.
Es de los pocos cambios que ha habido en el texto, porque es increíble que algo escrito hace dos años cobre más sentido que nunca con todo lo que ha pasado. Había tres temas que tenía que tratar. Eran el elefante en la habitación, pero no quería que se centrara en eso. Uno era la pandemia. Otro, que he pasado por un cáncer; y el último que se fuera a grabar para 190 países con Netflix. Así que en ese bloque intenté quitarme todas las cosas en una. Un bloquecito en el que hablamos del elefante en la habitación y la gente lo entendió. Sobre los límites del humor… Yo no suelo hacer chistes sobre cosas muy al límite, como el cáncer, pero si algo positivo he sacado de lo que me ha pasado es que me da la licencia de hablar de ello. Yo no me río del cáncer ni de la gente que lo pasa, pero si me da cierta licencia para decir ‘se me han caído las cejas, me he quedado sin pelo, he visto las orejas al lobo’. Si no podemos hacer humor de lo que nos pasa pues apaga y vámonos. Ahora sabremos si fue una forma acertada, corta, al pie y elegante de tratarlo.
Es curioso eso que has dicho, que Odio se escribió hace dos años, pero es más actual que nunca, la gente está más cabreada que nunca.
Los que se suelen cabrear se están cabreando más que nunca, pero no sé si hay más gente cabreada. Yo creo que las emociones que maneja el ser humano que pueden considerarse negativas, como el odio o el rencor, hacen mucho más ruido y recorren distancias mucho más rápido y llenan más titulares que la empatía o la serenidad. El que odia antes odia más incluso, y el que era gilipollas antes, la pandemia le ha hecho más gilipollas, ha intensificado lo que ya éramos.
Yo no suelo hacer chistes sobre cosas muy al límite, como el cáncer, pero si algo positivo he sacado de lo que me ha pasado es que me da la licencia de hablar de ello
En este contexto no sé si el humor es más importante que nunca.
Yo nunca diré que el humor es más importante que otra cosa, pero si comparamos el humor, con el propio humor hace un tiempo. Creo que ya no solo te hace reír, sino que ahora, y lo noté cuando me subí al escenario, y lo noto ahora con la tele y con el podctast, el feedback ya no es sólo qué divertido, sino que te dicen ‘qué falta me hacía este ratito’, ‘qué bien encontrar un hueco en el día en que me he olvidado de todo y me has hecho reír’. El humor a día de hoy se ha convertido en una herramienta terapéutica.
Otro de los grandes momentos del monólogo es cuando te ríes de las fotos y los titulares que ha sacado la prensa sobre ti estos años, ¿has aprendido a convivir con eso?
He aprendido lo que realmente es duro, y a lo que realmente hay que tener miedo. El miedo hay que reservarlo para las cosas importantes. Si aprendes... han pasado muchos años y para mí la mejor manera de canalizar el hecho de ser pasto de los paparazzi es hacer eso, sacar la portada de una vez que me sacaron fatal, que no es que sea yo un sex symbol, y me comparo con personajes como Hugh Jackman, a los que admiro mucho, pero no me río de las revistas, me río de que yo no tengo glamour. A fuerza de reírme de mí he hecho terapia y he aprendido a no darme importancia. Hay que quitarte importancia, es importante para vivir más feliz.
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