Mucho antes de que La casa de papel llegara a decenas de países, de que las series españolas viajaran por todo el mundo y las plataformas cambiaran el terreno de juego, nuestra ficción española ya había logrado varios hitos. Uno de ellos lo logró Pulseras Rojas, que vivió un remake americano. Su creador, Pau Freixas, fue uno de los primeros que vivieron esa internacionalización en un momento donde eso era una rareza.
Desde entonces, Freixas se ha convertido en una de las apuestas seguras de las plataformas de contenido. Ya ha rodado una miniserie con Netflix, y ahora salta a Movistar+ con Todos mienten, un thriller juguetón que bajo su cascarón de cluedo encierra una sátira sobre familias pijas que venden perfección para esconder lo podridos que están y todo lo que esconden debajo de sus alfombras de lujo. Hablamos con el creador de esta serie que se estrena este viernes.
¿Cómo surge Todos Mienten?
El punto de partida inicial fue que quería hacer un thriller, el último fue Sé quién eres y lo disfruté mucho, por el juego, pero me apetecía un thriller con personajes más impulsivos, no tan cerebrales y que fueran mujeres, que fueran impulsivas, imperfectas y a veces incoherentes, y que el viaje de estos personajes generasen un puzzle que acababa en un crimen. Y en un momento asocié esta idea a los chats de padres de WhatsApp de los colegios, porque ahí dentro tiras una bomba y pensé imagínate si los niños tienen 18 años y los padres siguen ahí en el chat, con lo maniacos y controladores que somos los padres, pues ese universo, de una comunidad pequeña y endogámico, quería contar ese relato de una profesora que se acuesta con un alumno de 18 años, que es hijo de su mejor amiga y que es la ficha de dominó que desvela todos los secretos de estos matrimonios, de estas mujeres y cómo se enfrentan a esta situación.
Detrás del thriller lo que está detrás de la vida perfecta
Está claro que hay una máscara, que es la capa aparente de la perfección de ellos que es una metáfora del mundo perfecto que todos nos vendemos a nosotros mismos. Tu dices tengo una pareja, más o menos la quiero, estoy bien, no es el amor de los tres meses. Y tengo unos hijos… todo me tiene que llenar y ser perfecto, y las redes sociales son el buen ejemplo, siempre estamos vendiendo la mejor versión de nosotros mismos, pero debajo está lleno de mentiras que nos decimos o de crisis. Y de alguna forma ese barrio es un retrato de eso y ese grupo de amigos, hay algo de eso, porque con el casting decía tienen que ser actores con talento y capaz de combinar tonos, pero que fueran reconocidos por el público y que hubieran formado parte de su vida por las ficciones que han visto y que el espectador forme parte de esa pandilla, y el casting parece que tienes un vínculo con ellos porque son los protagonistas de series que has visto.
Yo hay un momento en el que me canso ya de los tonos cerrados, y con el thriller quiero que me ofrezca variantes, y en la ficción vale cualquier tipo de tono, hay que explorar
Un tono arriesgado con un giro a la comedia, casi a la sátira
Sí, esa es la apuesta, yo es que hay un momento en el que me canso, y yo hago las series que me apetecen ver a mí, y yo hay un momento en el que me canso ya de los tonos cerrados, y con el thriller quiero que me ofrezca variantes, y en la ficción vale cualquier tipo de tono, hay que explorar. Algunos entran mejor o peor, pero la riqueza no está en hacer un thriller de un sólo tono. Puede haberlos, pero creo que es interesante jugar a otras cosas y ver qué sale. Este es un poco drama, un cluedo, tiene humor negro, y yo quiero que no te permita la comodidad, que no te relajes, que te posiciones, que digas: no tengo el estómago para eso o me genera incomodidad.
Es que todos los personajes adultos terminan incluso siendo desagradables para el espectador en algún momento.
Yo tengo la perspectiva de que son bastante cerrados en sí mismos, son egoístas y han construido esa burbuja y se sienten especiales, están muy pagados de sí mismos, pero depende de cómo te posiciones frente a ello. Me pasa ese efecto en personajes… lo estoy pensando ahora, pero es un poco como el personaje de Steve Carell en The morning show, que provoca rechazo, pero te genera a veces simpatía y eso te da esquizofrenia. Creo que estos personajes viven en una burbuja desconectados de la vida, pero como espectador tengo un vínculo emocional histórico con ellos, y se produce esa sensación extraña.
Es una serie muy juguetona, desde su tono, a los giros...
Total. Hay una cosa, hablando del inicio de la serie, que una cosa que vimos que había en su ADN es que su género es el juego. No sólo en el sentido de cómo interpela al espectador, sino en este juego de tonos, que no se ponga trascendente, pero que a medida que entras veas que se hablan de cosas más jodidas, las canciones de cierre… el género es el juego, y eso había que contagiarlo a todo. Esa era la filosofía.
Estar curtido en series en abierto como cuando hacías Pulseras Rojas me imagino que da tablas, hace que todo sea más fácil.
Sí, lo pone más fácil. Bueno, fácil no es nada, porque siempre hay marrones, pero es que yo vengo de TV3, donde hicimos Pulseras Rojas con dos duros, éramos guerreros, lo sacábamos en cinco días, una serie de 45 minutos y con niños, y eso da horas de vuelo. Ahora me dan el plan de rodaje y digo: vale lo hago. Conoces mejor tu capacidad para rodar páginas, y hay cosas que aprendes con el tiempo.
Ahora vivimos la época de la globalización de las series, pero tú viviste la exportación a EE. UU. de dos de tus trabajos, Pulseras Rojas y Los misterios de Laura.
Me acuerdo cuando vendimos Pulseras Rojas y Los misterios de Laura que yo estaba que bailaba por la cocina de casa. No me lo podía creer que estuviera pasando, era una fantasía imposible, que se hiciera una versión americana, que se vendiera internacionalmente… es que en aquel momento no te cabía en la cabeza. Ahora al contrario, parece que las expectativas son tan altas que cuesta cumplirlas a nivel de cuánto se va a ver tu serie.
Rodaste dos películas, pero no has vuelto a hacer una, ¿saliste muy escaldado del cine?
No. Salí escaldado de la primera, Cámara Oscura. No sabía lo que estaba haciendo, era mi primera peli, y cuando la vi inaugurando en Sitges tuve la sensación en el minuto 30 de que no era yo, de hecho, me fui. No me reconocía y creo que cuando haces una película debe hablar de ti, tienes que reconocerte en pantalla, así que hice Héroes, que hablaba sobre la nostalgia de la infancia, la escribí con Albert Espinosa, y dirigí una peli que hablaba de mí, de cosas que me interesan y salí muy contento. Yo la reivindico. No tuvo repercusión, pero me encuentro constantemente con gente que le tiene mucho cariño. Es una película importante pata mí. Rodándola se murió un amigo mío, cambié 30 páginas de guion para meter elementos personales y fue muy catártico. Y la idea de hacerla en catalán. Acabé contento, pero es que justo a partir de ahí vino Pulseras Rojas, y entré en la espiral de las series, y ahora en mi cabeza cuando tengo ideas no puedo evitar que se me estructuren en modo serie. Ojalá escribir un guion de una peli que me molara mucho y poder dedicarle más tiempo.
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