La casa del dragón se está superando cada semana. Entre escenas anticipadas por los fans de los libros, los siempre acertados cambios de la adaptación que mantienen la capacidad de sorpresa para quienes ya conocen la historia, un diseño de la luz que embelesa y la espectacularidad de las interpretaciones de sus actores, la espera de los nuevos episodios están siendo realmente un evento.
Este tercer episodio no ha sido la excepción, en mi caso, diré que es mi favorito de la serie hasta ahora. Ha dejado escenas impactantes, emocionantes y sobre todo muy memorables. Mi preferida es la conversación del final entre Rhaenyra y Alicent, un momento que no existe en Fuego y sangre y que por sí solo justifica todas las elipsis de la primera temporada.
Lo que se dicen estas dos mujeres y lo que no (porque no hace falta), las sutiles expresiones de sus rostros cuando ambas entienden de qué estaba hablando Viserys y lo que significa para cada una y el futuro de sus reclamaciones del trono es una experiencia sublime. No exagero. He visto la escena tres veces y sigo igual de fascinada con el trabajo de Emma D'Arcy y Olivia Cooke.
Pasaron muchísimas cosas en esta estupenda hora de televisión y cada escena ha traído consigo una gran carga dramática, emocional y de información que ha hecho avanzar la trama. Se ha confirmado que Daeron tiene un dragoncito; se le ha puesto cara, nombre (y definición) al primer Semilla de dragón oficial de la serie y se ha reclamado con éxito (y cero unidades de oposición) el Castillo de Harrenhal, pero de entre todo lo que ocurrió una de los momentos que dará más de que hablar son esos segundos en los que volvemos a ver a Milly Alcock como Rhaenyra.
Una aparición -en todos los sentidos de la palabra- que ha sido uno de los secretos mejor guardados de la temporada, desde que la prensa tuvo acceso a los cuatro primeros episodios una semana antes del estreno de la serie.
La visión de Daemon
"Siempre yendo y viniendo, ¿no?
Y yo tengo que limpiarlo todo después".
Por la noche, en el Castillo de Harrenhal, tras una reclamación de posesión ante la que no encontró negativa e incluso le invitaron a cenar, Daemon experimentó movimientos, ruidos y presencias que culminaron con una visión de Rhaenyra cuando era joven dirigiéndose a él en un tono reclamatorio, resignado y condescendiente, mientras le cosía al pequeño Jahaerys la cabeza al cuerpo.
La visión es por tanto, o al menos lo parece, una representación de su sentimiento de culpa o al menos, el reconocimiento de un error que de alguna forma le acecha obligándolo a "ver" el cuerpo inerte e inocente del hijo de Aegon y Helaena.
La escena concluye con Daemon frente al árbol de arciano de Harrenhall, sin saber cómo ha llegado hasta allí, y con las ominosas palabras que le dirige una misteriosa joven (de nombre Alys Ríos) que le dice: "Morirás en este lugar".
Cómo se rodó la escena
Aunque Ryan Condal asegura que el equipo no mintió cuando afirmaron que no tenían intención de traer de vuelta a los actores más jóvenes esta temporada, cuando empezaron a hacer el mapa de tramas de Daemon en esta entrega vieron la oportunidad de mejorar su arco con una aparición de Milly Alcock.
"Queríamos una lucha interna para él", dijo Condal. "Esto nos pareció la forma adecuada de introducirlo, una especie de juego psicológico para Daemon... que se encuentra alojado en el Hotel Overlook, por así decirlo".
La escena con Milly Alcock pudieron rodarla en una semana que tenía libre entre el rodaje de Supergirl y otro proyecto.
"Milly tuvo un gran impacto en el éxito de la serie, y es muy querida por la audiencia. mayor reto ha sido mantenerlo en secreto", dijo el creador en una entrevista con The Wrap.
"Queríamos hacerlo de una manera que se sintiera arraigada e impactante, no sólo dramáticamente para Daemon ... porque para él es, literalmente, encontrarse cara a cara con un fantasma de su pasado y sus pecados. También teníamos que hacerlo de una manera que se sintiera realista en este mundo", dijo Condal.
Entonces supieron que el lugar perfecto era Harrenhall "un lugar maldito que es rico en historia y el poder de los Dioses Antiguos". Condal señaló que el equipo utilizó la misma "magia en el mundo" que Juego de tronos usó cuando Bran Stark se dio cuenta de que podía ver a través de la red de árboles arcianos.
La maldición de Harrenhal
Tal como lo dicen un par de veces en el episodio y la razón por la que Daemon se desplazó hasta allí, este castillo, el más grande de todo Poniente, está en un lugar estratégico (más aún en tiempo de guerra) y a pesar de estar prácticamente en ruinas seguirá siendo una importante fortaleza, tal como vimos en Juego de Tronos, donde apareció en varias ocasiones.
Tal como cuenta la historia (y como recordó Larys Strong en la temporada 1) fue construido por Harren el Negro antes de la Conquista de Aegon con gigantescos muros y torres hechos de piedra que lo convirtieron en una fortaleza impenetrable. Cuando Aegon I Targaryen llegó a sumar su reino, el entonces rey de la Casa Hoare decidió encerrarse en su castillo, asegurando que el fuego de un dragón no podría derretir la piedra.
Aegon el Conquistador le dio una última oportunidad para rendirse y, ante su negativa, voló a lomos de Balerion y quemó Harrenhal. La piedra, efectivamente, no se derritió por completo, pero sí todo lo de dentro, incluidos Harren el Negro y toda su descendencia.
Desde entonces, todos los señores o señoras que lo gobernaron terminaron muriendo o sus líneas sanguíneas extinguiéndose en una o dos generaciones.
Aunque en el libro Fuego y sangre no hay una versión oficial de lo que ocurrió con la Casa Strong, los últimos señores conocidos, la serie atribuyó la responsabilidad directa Larys Strong. Y aunque él trató de atribuir la trágica muerte de su padre y hermano a esta maldición, tal como Simon Strong se lo dice a Daemon, no hay duda de que él fue el culpable.